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AGOSTO PENITENCIAL

AGOSTO PENITENCIAL

La conocida expresión “hacer el agosto” que se ha referido tradicionalmente al gremio de la hostelería, reflejando en tres palabras los suculentos ingresos que tal mes reporta a los bolsillos de los propietarios, ha cambiado este año de dueños.

En el verano de 2011 no harán el agosto los hoteles, bares, chiringuitos y restaurantes costeros, sino las pecadoras abortistas excomulgadas por la católica iglesia, que se librarán de ir a las calderas de Pedro Botero, sin pasar por la humillación de postrarse de hinojos al catedralicio canónigo penitencial. Les bastará con hincarse de rodillas ante el cura de su pueblo y contarles las vergüenzas, para que éste les imponga “una penitencia conveniente” que las redima de la ofensa infringida a la ley de Dios, permitiéndoles “alcanzar los frutos de la gracia divina, que les abra las puertas a una nueva vida”.

Bien, ¿y esto por qué?, pues sencillamente porque los miles de jóvenes que vitorean a Rouco por las calles, han conmovido su corazón y Antonio María ha decidido levantar su implacable mano, tras hablar privadamente con Dios en su oratorio y con su jefe alemán por teléfono. Detalle que agradecerán las pecadoras asesinas acudiendo en masa a comulgar, arrepentidas por desobedecer el mandato de ¡no abortarás!

Tanta misericordia en el jerarca eclesial ha sido posible porque quien dicta la ley hace con ella lo que le venga en gana, faltaría más. Ese mismo criterio fue seguido por el beato polaco para cargarse de un plumazo el “limbo”, redimiendo así del dolor eterno a los no bautizados, que desde aquel día respiran tranquilos. Lo que no explicó el Santo Padre fue el paradero de las almas que durante siglos desembarcaron en lugar tan extraño.

Se benefician también de las rebajas penitenciales agosteñas, los creyentes que hagan cola para recibir devotamente la hostia sagrada durante las jornadas festivas, siendo favorecidos con un indulto plenario que les librará de purgar las penas de sus pecados en el purgatorio, subiendo derechitos al cielo si no hacen más el tonto.

Los que no harán tanto el agosto son los fieles que se limiten a “elevar oraciones al Señor con el corazón contrito” durante las Jornadas, pidiendo por los jóvenes. Estos pobrecitos sólo recibirán indulgencia parcial. Vamos, que se van al purgatorio con una reducción en el tiempo de permanencia allí.

Con humildad y debido respeto, me atrevo a sugerir a Joseph Aloisius y Antonio María que no jueguen tanto con las indulgencias no vaya a ser que aparezca en el seno de la Iglesia que gobiernan un nuevo Martin Luder dispuesto a amargarles la vida, llevándoles a una segunda Contrarreforma.

En todo caso, tanta generosidad de la jerarquía eclesiástica durante los seis días festivos de las Jornadas, nos obliga a pedir que se celebren éstas más veces al año, con la esperanza de que en las próximas liberen del pecado a los jóvenes que hagan el amor sin pasar por la vicaría y les autoricen a usar el preservativo.

INSOLIDARIAS JORNADAS

INSOLIDARIAS JORNADAS

El señor Barriocanal, – director financiero de la JMJC (Jornada Mundial de la Juventud Católica) -, afirma graciosamente que el evento “no costará ni un euro al Estado”, porque los ¡50 millones de euros! que la fiesta propagandística se llevará por delante en cinco días, serán pagados por los alegres “peregrinos” que asistan al evento, las empresas patrocinadoras del mismo y los donativos particulares de personas no menesterosas.

Parece claro que el pensamiento único del gestor económico, le impide ver la realidad de unos hechos incuestionables, mal interpretados por él sin intención alguna, que exigen las matizaciones correspondientes, sin ánimo de criticar a la confesión religiosa convocante.

Cierto es que el Estado no se va a gastar ni un céntimo en el festejo porque éste sólo es una entelequia pobre de solemnidad, formada por el conjunto de órganos de gobierno de un país soberano, que se limita a administrar lo que recibe de los ciudadanos. Es decir, que sería más correcto decir que los contribuyentes no van a pagar ni una “perra chica” en la propaganda católica que actualmente tiene bloqueados los medios de comunicación.

Pero, aún expresándose así, el señor Barriocanal estaría faltando a la verdad porque las concesiones y los servicios que nuestros representantes políticos han puesto a disposición de la Iglesia católica, organizadora del acontecimiento, no son gratuitos aunque su cálculo sea imposible. Tal es el caso de la seguridad, las obras de acondicionamiento y posterior desacondicionamiento, la cesión de espacios libres y locales, los ventajosos precios del transporte, las reducciones impositivas y tantas otras concesiones que cuestan mucho, pero que mucho dinero a los ciudadanos, aunque los organizadores hablen sin pudor del gran negocio que se va a hacer quienes están sobrados de beneficios.

No pretendo responder al señor barriocanal como hizo Gonzalo de Córdoba con el rey Fernando, porque los euros que cuesta el dolor de los hambrientos al contemplar ese despilfarro, la indignación de los “indignados”, la impotencia de los parados, el llanto de los desfavorecidos y la humillación de los pobres, no tiene precio ni hay máquina registradora capaz de sumar la cantidad que representa.

Debe saber el director financiero de la católica manifestación que el problema no está en quién financie semejante exceso, ni si el Estado va a pagar mucho o poco por ello. No. Lo indecente es que en un evento propagandístico de tal magnitud, la iglesia de los pobres y desheredados de la fortuna, dilapide ¡50 millones de euros! en publicidad, en vez de remangarse y luchar en el fango por la liberación de los oprimidos. Esto es lo penoso.

Ese es el debate y no otro. Eso es lo detestable y no el diseño de las mochilas o los rollos de papel higiénico blancoamarillento que van a ser arrojados desde balcones por donde la crisis no ha pasado, como no pasó la plaga bíblica por las casas de quienes habían pintado el dintel de su puerta con sangre de cordero.

Lo triste es que las viviendas de politiqueros, banqueros, especuladeros y ladrilleros, ajenos a la brutal crisis que padecemos, no estén estigmatizadas con sangre de animal, sino de humano, y que las jerarquías eclesiásticas vayan paseándose a hombros de fieles privilegiados por esos mundos de Dios, mientras la otra iglesia, la profética, la evangélica carnal, se vaya dejando la piel por el mundo redimiendo la pobreza y compartiendo la miseria con los hijos de Dios que abandona en la cuneta la insolidaridad de una iglesia de púrpura, festejo y pandereta.