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ENCUENTRO DE CATÓLICOS REYES

ENCUENTRO DE CATÓLICOS REYES

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Los jóvenes Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón se vieron por primera vez las caras en Dueñas el 10 de octubre de 1469 en el más absoluto secreto, acudiendo la chica disfraza de moza plebeya y el muchacho de mozo de mulas, para no despertar sospechas entre los cortesanos opuestos a dicho encuentro, y se casaron pocos días después.

La unión no fue de carácter amoroso, sino para hacer negocios de Estado antes convertirse en los reyes más católicos de todos los católicos reyes que ha tenido la historia católica de España, uniendo las coronas de Castilla y Aragón e imponiendo su voluntad, tras compartir por primera vez el lecho en el Castillo de Fuensaldaña.

No fue por amor el matrimonio de ambos, sino por intereses económicos, ambición de poder y dominio territorial que se mantuvo hasta que ella murió, dejando Castilla en manos de su hija Juana y el Hermoso duque de Borgoña y conde de Flandes, enloqueciendo la esposa y ocupando Felipe I la regencia, como ha hecho el VI con la abdicación del opaco.

Aquel primer encuentro entre Isabel y Fernando, marcó la política de enlaces matrimoniales que siguieron luego con sus hijos, casándolos con familias reales europeas de conveniencia hasta lograr el dominio habsburgiano deseado por ellos, al comprobar lo bien que les fue desde el primer saludo, tras falsificar la bula papal por su parentesco, al serles negada esta por Paulo II.

Fue la mandona Isabel quien prefirió al dócil Fernando, antes que al francés duque de Guyena, al rey Alfonso V de Portugal y al duque de York para mantenerse en primer plano, llevando la voz cantante en cuestiones de Estado, lecho marital, educación filial y administración de bienes.

ARMADA VENCIBLE

ARMADA VENCIBLE

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No fue invencible la Armada Invencible enviada por Felipe II en 1588 para invadir Inglaterra y destronar a la protestante Isabel I, sino vencible porque cayó derrotada por los cañones ingleses, llevando la guerra donde nunca tenía que haber llegado, en defensa de un catolicismo enfermizo, estimulado por los doctrinarios de la falsa paz y engañoso amor fraterno.

El visionario guerrero real armó la Grande y Felicísima Armada española con efectivos guerreros llegados de Portugal y Flandes, poniendo al mando del incompetente Alonso Pérez de Guzmán decenas de barcos encañonados que pasaron por el Canal de la Mancha con aviesas intenciones contra los ingleses.

Las malas condiciones meteorológicas fueron el pretexto encontrado por el Imprudente Felipe II para justificar la derrota, quejándose de no haber enviado los barcos a luchar contra los elementos, sino contra los ingleses, que hicieron volver las tropas supervivientes a España con el rabo entre las piernas.

Han pasado de esto 424 años y todavía se oyen en el canal los ecos de las carcajadas inglesas recordando los tres errores de bulto cometidos por las católicas tropas españolas. Primero, considerar que los ingleses eran la mitad tontos y la otra mitad bobos. Segundo, que no es posible camuflar 127 barcos en el estrecho. Tercero que los soldados flamencos no estaban preparados para embarcar contra los hijos de la Gran Bretaña.

De nada sirvieron los rosarios que rezaron diariamente los soldados, ni las misas de campaña en las cubiertas de los barcos, ni las imágenes de Cristos, Vírgenes y santos que ondearon en los mástiles, ni las peticiones de un anticiclón, ni las imploraciones a Dios pidiendo “Álzate Señor en nuestro favor y defiende tu causa”.