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INVISIBLES SUICIDAS

INVISIBLES SUICIDAS

ELTERRORISTASUICIDAFernandoVicente

Haciendo uso del derecho a opinar que asiste a todos los ciudadanos, hago público mi pensamiento en torno a los atentados sangrientos que han segado de cuajo la vida de inocentes vecinos parisinos, provocando inevitables sentimientos de dolor, rabia contenida, impotencia manifiesta y atenazante frustración, porque nada puede hacerse, y lo que se está haciendo no hará más que agravar la fractura y multiplicar la sangre.

No es momento de perder la razón cuando más la necesitamos, ni dejarnos arrebatar el sentido común por la venganza que conduce a un callejón sin salida, ni olvidar la historia por la inmediatez de los hechos, ni sustituir la templanza por la ira, porque todo ello nos impedirá ver el bosque donde nos encontramos rodeados de árboles sin hojas de libros en sus ramas, salvo las del Corán.

Los bombardeos que están llevando a cabo los franceses en la guerra que han emprendido contra ISIS, evidencian que han olvidado la historia y sus consecuencia, abandonando el análisis de la realidad en Irak, Siria, Afganistán y otros territorios, donde las bombas contra ellos multiplicaron el número de voluntarios dispuestos a inmolarse y disparar contra todo lo que se mueva en occidente.

Los terroristas son seres invisibles contra los que no se puede luchar por mucho que se empeñen los gobiernos, porque son indetectables por los radares, imperceptibles a las cámaras fotográficas, impalpables al tacto policial, incorpóreos a toda investigación, con una capacidad de transformación indescifrable a simple vista.

En ocasiones, el terrorista resulta ser el vecino amable que nos saluda sonriente cada mañana, hasta que un día nos lo cruzamos en la escalera sin percibir el cinturón de cartuchos que llevaba ajustado al cuerpo, camino de una escuela donde los niños se agrupan a la puerta o camino del estadio de fútbol donde juega el equipo de su preferencia.

También puede ser el compañero que un día no acudió a su puesto de trabajo porque tuvo que viajar en tren para llevarse con él al paraíso a las decenas de personas que estuvieron a su lado en la sala de espera de la estación, sin prevenir que el joven sentado a su lado estaba dispuesto a destrozar la vida de la esposa, hijos, padres y hermanos de los asesinados.

Estos personajes invisibles tienen la sonrisa en paz, pero el alma en guerra. Aparentan la mansedumbre de los corderos bajo su piel de lobo. Se consideran liberados de esclavitudes terrenales, sin percibir que su voluntad está cautiva. Y atesoran la ignorancia de los cuadrúpedos, quedando en manos de encantadores espirituales que aprovechan su incultura para dominar sus mentes.

Tened en cuenta, amigos, que mientras haya un inepto creyente de cualquier religión, convencido de que inmolarse por su Dios le llevará a la felicidad eterna, el terrorismo será invencible. Y tened aún más presente que la insaciable codicia de occidente hará imposible la paz.

SARCASMO

SARCASMO

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De sarcásticas podemos calificar las recientes declaraciones del ex líder laborista y ex premier británico, Tony Blair, pidiendo perdón por la guerra de Irak y la promoción del Estado Islámico, reconociendo que la información facilitada por la “inteligencia” era errónea y que no existían armas de destrucción masiva. Vale, tío.

Cinismo y sarcasmo por parte de este mandamás que no merece más consideración que el desprecio mundial y su paso a las páginas de los libros como cómplice genocida de los otros dos componentes del trío de matones que se reunió en las Azores para enviar al matadero a ciudadanos que pagaron con la vida su hipotético error.

El arrepentimiento de Blair es un burla sangrienta que merece la condena colectiva, una mordaz ironía con insultante descaro, una ofensa al sentido común, un cruel ataque a la paz que merecemos los ciudadanos, hartos de matarifes que dictan sentencias de muerte desde los despachos para miles de ciudadanos, sin pisar ellos la trincheras.

Es difícil creerse el error de unos servicios de inteligencia muy inteligentes, – capaces de fotografiar la página de un periódico desde varios kilómetros de altura y trucar todo aquello que los Grandes Hermanos les piden falsificar -, sin sospechar una segunda verdad que todos conocemos y nadie sabe.

Pero más sarcástico es aún que pusieran una zorra a guardar el gallinero, destinando a Blair como “enviado para la paz” ( ¡¡ Dios !! ) a Oriente Medio, en representación de la Unión Europea, Rusia, EEUU y la Naciones Unidas, dedicándose ahora este católico convicto y confeso, a trabajar como asesor de empresas energéticas en Oriente Medio, controlar el fondo de inversiones de los Emiratos Árabes y servir con sueldo millonario a la familia real kuwaití.

MUERTE POR CONTROL REMOTO

MUERTE POR CONTROL REMOTO

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Patriot, Tomahawk y Exocet no son nombres de animales domésticos, ni ICBN, THAAD o PAC siglas de organizaciones solidarias, sino hijos herederos de las bombas V1 y V2 que masacraron  distancia cientos de seres humanos, apretando simplemente un botón.

Las guerras modernas dejan claro que el asalto de trincheras a bayoneta calada para ensartar en ella el cuerpo de un congénere, ya forma parte de la indeseable historia guerrera, porque ahora se mata limpiamente a distancia y sin correr riesgos el matarife.

Con macabro humor, dicen los profesionales de la guerra que no se trata de dar la vida por la patria, sino de que el enemigo la dé por la suya, gastando mínimas energías, rentabilizando al máximo la muerte y provocando que desaparezcan el mayor número de adversarios en el menor tiempo posible.

Las guerras televisadas son las mayores superproducciones cinematográfica mundiales, en las que no hay protagonistas visibles de las acciones directas porque los guerreros se ocultan a las miradas de millones de espectadores, que ven asombrados como se volatilizan casas, tanques y refugios, con misiles de diferente alcance.

Filmes reales que cuestan la nadería de ¡billones de euros!, empleados para eliminar otros seres humanos, esparciendo la hambruna en cada disparo, olvidando que podría erradicarse el hambre en el mundo si se dedicara a combatirla con el dinero empleado en eliminar peligros virtuales inexistentes.

La tecnología de guerra pone en evidencia el mayor desprecio por la vida humana que imaginarse pueda, asesinando fríamente a miles de personas a distancia, por control remoto de mortíferos proyectiles concebidos para matar.