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PACTO DE LA PESETA

PACTO DE LA PESETA

El pasado 19 de abril, la Comisión Económica del Parlamento Europeo ratificó  el pacto del euro acordado el 11 de marzo por el Consejo extraordinario, con el fin de impulsar la competitividad y reducir el endeudamiento público. Pacto que será previsiblemente aprobado en el pleno del Parlamento europeo del próximo día 27.
¿Cómo se impulsa la competitividad? Pues bajando los gastos, es decir, los salarios, que se
vincularán a la productividad y se negociarán a título personal y no colectivamente, aumentando al tiempo la flexibilidad laboral. Todo ello acompañado de un pacto de estabilidad para reducir el déficit por debajo del 3 % reformando el sistema de pensiones, el modelo sanitario y las prestaciones sociales, con aumento de la edad de jubilación.

De esta forma tan sencilla se obligará a los ciudadanos a pagar una crisis en la que no han tenido arte ni parte, con ajustes brutales que beneficiarán a los propios responsables de la
crisis, porque a los bancos apenas se mencionan en el pacto, ni se proponen medidas concretas que eviten nuevas crisis, limitando la libertad de los especuladores financieros.  ¿Será porque en los Consejos de administración de bancos y cajas hay demasiados políticos sentados en sus sillones?

Además, el pacto se firmará con alevosía y nocturnidad, sin consultar sobre ello mediante referéndum a los 330 millones de afectados, porque como todos ustedes saben, cuando se hace una ley de caza no se cuenta con las perdices.

Pero, – ¡oh, sorpresa! – cientos de miles de ciudadanos se echaron ayer a la calle y otros millones estuvieron a su lado en casa, proponiendo al mundo el “pacto de la peseta”, es decir las medidas que los ciudadanos españoles aprobaron en asamblea para salir de la
crisis, resumidas en las siguientes  propuestas, con añadidos personales del autor de esta bitácora:

1 – Impedir que los políticos reciban unos ingresos superiores al 10 % de los que perciben en su trabajo habitual, incluidos los que están cobrando la prestación por desempleo.

2 – Reformar la ley electoral para que un ciudadano procesado judicialmente no pueda presentarse a las elecciones.

3. – Acabar con la partitocracia electoral, abriendo las listas electorales de candidatos al voto ciudadano.

4 – Exigir responsabilidades judiciales a políticos incompetentes, cuando su inoperancia sea manifiesta, su gandulería ostensible y sus errores evidentes.

5 – Obligar a los políticos a tener dedicación exclusiva a su trabajo en el Parlamento, Concejo, Ministerio, Diputación o cualquier institución pública a la que acceda por vía electoral.

6 – Inhabilitar a los corruptos de por vida para ejercer cargos públicos y privados con mínima responsabilidad de gestión y  poder.

7 – Luchar contra el fraude fiscal, que asciende a cotas delirantes, obligando a pagar más a quienes más tienen.

8 – Defender los servicios públicos de salud, educación y bienestar social, así como el derecho a una vivienda digna para todos los ciudadanos.

9 – Control absoluto sobre las actuaciones de los bancos y cajas de ahorros, con medidas contundentes que eviten la especulación, el abuso y la mala gestión.

10 – Regeneración ética de la vida pública, transparencia en las decisiones, respeto a las minorías y exigencia de responsabilidades que elimine la actual impunidad con que muchos actúan.

Cuando se cumpla este “Pacto de la peseta” hablaremos, señores diputados, del “Pacto del euro”, y aceptaremos gustosos la que se nos viene encima, conscientes  que hagamos lo que hagamos y digamos lo que digamos, nada nos librará de lo que ustedes decidan, porque su sordera crónica les impide oír el clamor popular, y el poder de las urnas les otorga razones políticas para hundir la moral de muchas familias con el ajuste que asoma, aunque les falten razones morales para hacerlo con los inocentes de la tragedia.

 

LA MUERTE DE DON QUIJOTE

LA MUERTE DE DON QUIJOTE

Entre los libros dispersos por la mesa de trabajo, mesilla de noche y brazo del sofá, hace meses que aguardaba turno la edición que presentó la Real Academia Española de la obra de Cervantes, con motivo de su IV Centenario. Finalmente, ayer pude hojearla, – porque releída ya estaba –poniendo la vista en pasajes que siempre me llamaron la atención, especialmente el de la muerte del hidalgo caballero.

Esto lo hacía mientras los “indignados” montaban su tienda junto a la casa del pueblo, hoy, más que nunca, jaula de discusiones partidistas y no mesa de trabajo por el bienestar ciudadano. Decepción que ha impulsado mi ánimo para traer a esta página de mi bitácora la descripción de la muerte del caballero andante, con objeto de reflexionar en voz alta sobre las cuestiones que me ha suscitado la revisión anunciada. En la versión original, Cervantes describe la muerte del caballero así:

Y la última edición académica adapta el texto diciendo: “En fin, llegó el último de don Quijote, después de recibidos todos los sacramentos y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallose el escribano presente y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero decir que se murió. Viendo lo cual el cura, pidió al escribano que diese por testimonio como Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente don Quijote…”

Observará el lector los sustanciales cambios de grafía, signos de puntuación, mayúsculas y paréntesis que hay entre el texto original y el patrocinado por la Academia, para adaptarlo al momento actual, algo que parece razonable. Como razonable parece que los acampados en la Puerta del Sol hayan cambiado su estrategia reivindicativa.

Unamuno se preguntaba en su ensayo sobre la vida de don Quijote, a quién dio su espíritu el caballero y dónde está hoy ese espíritu, sabiendo muchos de nosotros que sobrevuela el alma de los utópicos revolucionarios del 15-M y de miles de almas derrotadas en hogares malheridos.

Pero nos tememos que la manifestación de ayer tarde frente al Congreso de Diputados sea el último estertor de estos quijotes a los que muchos nos hemos unidos indignados por la sordera política que asiste a quienes nos gobiernan, como demuestra el hecho de que este movimiento no les haya afectado en absoluto, siguiendo ellos a lo suyo, que casi nunca es lo nuestro.

El escribano de la novela que asiste en la narración al último suspiro de don Quijote se extraña que el caballero andante muriera sosegadamente en la cama porque tal defunción era indigna de luchadores, algo que no debe suceder con el movimiento 15-M, aunque la realidad parece afirmar lo contrario.

A diferencia del escribano, yo me sorprendo que el autor de la novela describa tan lacónicamente la defunción del protagonista, aclarando incluso al lector que dar el espíritu significaba la muerte, como si Cervantes se hubiera quedado sin inspiración literaria para hacer una descripción más brillante de circunstancia tan fundamental en el desenlace de la novela.

Sólo cabe pensar que fue así porque quien verdaderamente murió de dolor y perdió su vena literaria fue el propio autor, obligado a cumplir la exigencia de un guión impredecible el día que comenzó a escribir la vida del caballero, queriendo olvidar el lugar de la Mancha donde nació.

Esto mismo le ocurre al autor de esta bitácora, al sospechar que el movimiento 15-M no pasará de ser una frustrada esperanza de regeneración democrática que muchos hemos compartido, sin saber cómo nació.