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DESCUBRIMIENTOS DE LOS CONQUISTADOS

DESCUBRIMIENTOS DE LOS CONQUISTADOS

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Hace hoy 521 años que tres navíos españoles al mando del navegante Cristobal Colón llegaron a la isla bahanameña de Guanahaní, descubriendo que estaban donde no pensaban y convenciendo a los indígenas que no estaban donde ellos pensaban, a golpes de leyes, cristazos y latigazos.

Efectivamente, el descubrimiento de América permitió descubrir a los descubiertos, que no eran lo que consideraban que eran, ni sabían lo que creían saber, ni tenían lo que imaginaban tener, ni estaban donde sospechaban, ni les gobernaba el rey que obedecían, ni adoraban dioses verdaderos, siendo pecadores en pecado sin haber cometido pecado, que debían someterse a un Dios, un rey y una ley, desconocidos para ellos.

Los descubridores españoles descubrieron el nuevo mundo, pero los nacidos en ese mundo nuevo aprendieron con la llegada de los conquistadores lo que nunca sospecharon. Fue tan así, que los aborígenes propietarios de aquellas tierras, descubrieron con la llegada de los explotadores que no eran nativos, sino indios de una India en paradero desconocido.

Los nacidos en montañas y valles conquistados, descubrieron que debían sumisión, respeto y obediencia a un lejano rey que se había adueñado de sus propiedades.

Los conquistados descubrieron que no habitaban la “madre tierra”, ni la “cuna de los vientos”,  sino un territorio llamado América.

Los oriundos descubrieron las ropas, el calzado y la pólvora, dándose cuenta que estaban desnudos, descalzos y desarmados ante los arcabuces reales.

Los indígenas descubrieron que vivían en pecado, mereciendo por ello penitencias terrenales, torturas inquisitoriales y eternas llamas infernales.

Muchos originarios del nuevo mundo descubrieron el dolor de ser quemados vivos por adorar el sol y otros dioses ancestrales que les habían protegido durante siglos de todos los males, con los mismos beneficios que los cristianos habían recibido de su Dios, empeñados en seducir a los desconfiados a cristazo limpio.

INSOMNIO REAL

INSOMNIO REAL

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Atormentado por el insomnio que le producía al rey Juan Carlos el paro juvenil, decidió el pasado jueves someterse a un tratamiento intensivo de disparoterapia para superar la traumática vigilia que padecía, poniéndose en manos de un chamán botsuanés, y hasta su choza se desplazó con un fajo de 60.000 euros en la mano para abonar los servicios del hechicero.

Superada la primera sesión de espiritismo, el monarca se retiró a descansar relajado por efecto de los líquidos, humos y vapores empleados por el brujo en adormecerlo. Pero cuando estaba a punto de caer en brazos de Morfeo, el barritazo de un elefante le hizo saltar de la cama y tomar el fusil del nigromante para defenderse de la bestia, derribándola de treinta y cuatro certeros disparos, dejándole el cuerpo como un colador.

Para celebrar la matanza, se reunió con los indígenas del poblado y bebieron agua embriagadora de un pozo encantado hasta las cuatro de la mañana, en que un maldito escalón se cruzó con el real pie izquierdo del insomne, haciéndole añicos la cadera, sin que los cuarenta millones de súbditos supieran lo sucedido.

Volando a lomos del avión cedido por un amigo multimillonario tomó tierra en su reino, exigiendo ser ingresado en una clínica privada para evitarle a la ruinosa sanidad pública un gasto innecesario, demostrando con este gesto su amor a los súbditos, la gran preocupación que sufre por la economía de su feudo, el dolor insoportable por los cruzados de brazos, la pesadumbre por la prima que tiene en riesgo y una desmedida confianza en los servicios sanitarios que disfrutan sus feudatarios.

Todo esto sucedía sin que nadie saqueara la solitaria Zarzuela el mismo día que los republicanos brindaban con esperanza por la tercera República, su ilustre esposa celebraba la fiesta de pascua a 2.395 kilómetros de distancia y sin prisa por regresar, el heredero fingía una sonrisa a la entrada de San José para tranquilizar a los siervos, su antimonárquico nieto Froilán asomaba el ojo por agujero perforado de su pie y Anasagasti pedía la abdicación del monarca.