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UN AÑO INDIGNADOS

UN AÑO INDIGNADOS

La celebración del aniversario del 15-M no debe ser para recordar el movimiento ciudadano surgido hace un año, sino para relanzar la lucha contra una situación que lejos de mejorar, cada día nos hunde más en el fango, mientras los responsables de la crisis sobrevuelan las tierras movedizas que terminarán por engullir a los inocentes de la tragedia.

No es el enriquecimiento fácil de unos pocos a costa de los demás, ni el abuso de empresarios sobre trabajadores aprovechando la demanda de empleo, lo que preocupa. Ni siquiera los 430 puntos de la prima de riesgo o los porrazos, gomazos y pelotazos que les esperan a los más comprometidos del movimiento 15-M.

Tampoco inquieta la corrupción que campa por sus respetos. Ni la dudosa honradez de los parientes reales. Ni los usureros que explotan la forzada miseria de los desfavorecidos. Ni el infamante despilfarro autonómico.

No es culpable de la frustración el nepotismo reinante. Ni la incompetencia instalada en despachos oficiales. Ni el amiguismo como forma de selección de los empleados públicos. Ni el favoritismo discriminatorio. Tampoco perturba la degradación moral y falta de ética social reinante.

Ni siquiera el silencio de la Iglesia ante la tragedia nos afecta. Ni los retrasos en las sentencias judiciales. Ni el descaro de los tramposos. Ni las enfermizas amputaciones sanitarias. Ni los incultos recortes educativos.

Todos son hechos que ocurren, por mucho que escandalicen la ética más rudimentaria. Episodios que causan dolor en las más puras entrañan y provocan la indignación ciudadana, aunque nadie se atreva a tomar la Bastilla.

Indigna la impotencia de no tener las llaves de las cárceles para meter en ellas a todos los delincuentes de guante blanco y a los mentirosos de palabra falsa que andan sueltos por los despachos.

Indigna la frustración de no poder acabar con Ayuntamientos cuyo único vecino es el alcalde, Diputaciones dislocadas, Autonomías despilfarradoras y Senado inoperante.

Indigna no poder evitar el gasto en indemnizaciones millonarias; en sueldos desproporcionados a consejeros; y en ofensivos privilegios políticos que gozan quienes no los merecen.

Indigna el fracaso colectivo de millones de ciudadanos incapaces de coordinarse y unir esfuerzos para desterrar los desvergonzados mamones que chupan sin escrúpulo ni conciencia de la teta común, y a políticos incompetentes que no buscan más solución que su futuro.

Indigna que pase el tiempo sin desgranar el último pétalo de la margarita para evitar el tornado que zarandea el país amenazando con devastarlo todo, porque aquí nadie va a ganar como no ganemos todos.

ER FÚRBOL

ER FÚRBOL

Ha caído un gran telón sobre la piel de toro, ocultando transitoriamente la tragedia nacional que nos embarga, aliviando con balón de cuero y secreto de margarita la  undécima plaga bíblica que nos mantiene en un profundo estado depresivo a causa de la atenazante crisis económica y anímica que nos embarga.

Por unas horas se han olvidado millones de parados, que están parados. Ha pasado a segundo plano la fractura entre trabajadores y empresarios. Se ha arrinconado en el desván la revuelta social que se avecina. Y las medidas de ajuste que ahogan al vecindario se han ocultado bajo el plasma televisivo.

No sé si todo ello será bueno, pero el mal entendimiento teatralizado en el Parlamento se ha frivolizado entre políticos partidarios de escuadras diferentes. La falta de soluciones eficaces para salir de la crisis se ha sustituido por propuestas tácticas futbolísticas. Las discrepancias se han diluido a gritos en el vaso de cerveza. Y los éxitos o fracasos de los ídolos se han transformado en risas o lágrimas de los paganos que no sacan beneficio alguno del negocio.

No sé si todo esto será bueno, pero a mí me ha rejuvenecido y se lo agradezco a los promotores del despiste. Quiero decir que los eventos futboleros me trasladan a recientes épocas pasadas en que tales maniobras de distracción eran utilizadas torticeramente por los propagandistas del régimen como adormideras del pueblo.

MERCADERES EN EL TEMPLO

MERCADERES EN EL TEMPLO

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Los cuatro evangelios canónicos nos cuentan la expulsión de los mercaderes del templo, aunque las versiones de Mateo, Juan, Lucas y Marcos no coincidan y existan algunos matices contradictorios que no vale la pena señalar, porque en lo fundamental coinciden. Al parecer, Jesús subió a Jerusalén a celebrar la Pascua judía y se encontró en el templo con vendedores y cambistas haciendo negocio, a los que expulsó del recinto a latigazo limpio, por convertir la Iglesia en un mercado.

La cuestión es saber si la Iglesia sigue el ejemplo del líder, expulsando de su seno a especuladores y corruptos, o los bendice. La cuestión es saber si la Iglesia es un mercader más que Dios condena o sigue el mensaje evangélico de amor y pobreza. Se trata de averiguar si la Iglesia católica ensucia sus manos en la “pasta”, bendice con agua bendita a usureros o es cómplice de mercaderes que su Dios expulsaría del templo a cinturazos.

Todo apunta a que el establishment católico, – no el Cuerpo Místico ni los creyentes comprometidos con la línea ético-profética del evangelio -, se dedica a vivir en un paraíso fiscal exento de impuestos y predica transparencia, mientras blanquea cuentas opacas con impunidad y descaro.

En tiempos de desahucios, la Iglesia católica española es la mayor empresa inmobiliaria del país con un patrimonio de 40.000 inmuebles institucionales, más de 100.000 propiedades y 120 hectáreas de tierra.

En tiempos de crisis, cuando los quirófanos se iluminan con carburo y los niños van a la escuela volteando por el camino un lata con brasas para calentarse, el patrimonio y los tesoros de la Iglesia son imposibles de calcular.

En tiempos de condenas homosexuales, execraciones al sexo libre, escándalos carnales y anatemas abortistas, la Iglesia católica mantiene sus inversiones financieras en laboratorios como Pfizer, fabricante de preservativos y Viagra.

Cuando el paro llega al paro-xismo la Iglesia se convierte en oficina de empleo dispuesta a dar trabajo estable y remunerado a los jóvenes, sin pedirles vocación ni pedigrí alguno, porque se trata de mantener el negocio.

“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” dijo Cristo a los fariseos en Galilea, pero la Iglesia ha recibido este año del “césar” 159.194.593 euros, siendo la única institución que se salva del ajuste del gobierno y de pagar el IBI en las ciudades.

DESACUERDO

DESACUERDO

Pocas veces en mi larga vida he estado en mayor desacuerdo con las declaraciones de un miembro de la Conferencia Episcopal española, que el experimentado el Viernes Santo oyendo las opiniones vertidas por el Obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, a través de las cámaras de la segunda cadena televisiva.

Lejos de mi ánimo, molestar al pastor y a su grey o dañar espíritus sensibles, pero yo también tengo derecho a dejar mi opinión en esta bitácora, alimentada con sentimientos no siempre compartidos por los lectores, pero invariablemente sinceros y dictados por la buena fe laica que me asiste.

Dice don Juan que el principal enemigo de la Iglesia católica es la ignorancia, cuando yo he defendido siempre lo contrario. Ha sido precisamente la velada ignorancia de la feligresía el mayor aliado de la iglesia y quien ha sustentado una doctrina imposible de asumir si el rito iniciático se produjera en edad madura, y no cuando la frágil mente del infante asume irracionales misterios que alimentan su fe durante toda la vida

Sólo en tierra inculta germinan postulados que repugna la razón. Sólo la falta de reflexión, enquistamiento ideológico, ausencia de cultura o miedo ultraterreno, puede justificar el crédito a ciertos arcanos consoladores de paraísos celestiales y redenciones hipotéticas que sólo existen en las mentes de quienes han nacido bajo el imperio de la civilización occidental cristiana. Sólo quien ignore la historia de la Iglesia, la selección evangélica y el establecimiento de los dogmas, sin ocuparse agitar la mente para remover ideas infantiles grabadas a fuego en corazones ingenuos, puede seguir dándose golpes de pecho, comerciando con favores divinos, adorando imágenes y creyendo en cielos e infiernos que nadie ha visto ni se sabe dónde están.

 Y no hablo del opio deísta, tan unido por el extremo opuesto al ateísta, sino de los enigmas doctrinales que lleva la historia de la humanidad destruyendo con su tozuda realidad desde hace seis millones de años, cuando desaparecieron los primeros australopithecus.

Un ruego al prelado: impida, monseñor, el adoctrinamiento infantil en su diócesis y comprobará que la inercia mental, – vitalizadora eterna del arponazo ideológico -, sustenta la ignorancia que a usted le permite preocuparse de homosexuales y botellones, en vez de excomulgar a usureros, explotadores, defraudadores y corruptos, que están desahuciando y condenando a la miseria a humildes feligreses que ocupan la iglesia donde usted se olvida de predicar al Cristo que expulsó a los mercaderes del templo a latigazo limpio.

RECORTES

RECORTES

Por fin se abrió el melón de los presupuestos, que ha resultado ser más patatero de lo esperado. Incomible, vamos. Veneno, para entendernos. Es decir, para echarlo directamente a la basura si esto fuera posible, pero no es así porque millones de ciudadanos decidieron que fuera de otra manera.

Varias semanas esperando que los Presupuestos Generales del Estado vieran la luz y ahora resulta que no podemos encender las bombillas porque el aumento de la tarifa eléctrica nos impide dar al interruptor, y la subida de combustible para los vehículos de motor nos obliga a dejar el coche en el paro, junto a los cinco millones de ciudadanos laboralmente inválidos.

Pero no todo es malo. El bondadoso Gobierno que ha dejado sin prestación a los pobres  “dependientes”, les ofrece la posibilidad de ser atendidos en las iglesias donde habrá luz, agua, calefacción y trabajo, ya que el porcentaje de recortes no llega al 0 % en la asignación de cantidades a la Institución eclesial.

Unos por otra, para compensar. Pero tengo la convicción que quienes no pueden valerse por sí mismos habrían preferido mantener la prestación en vez de mendigar a las puertas de los templos. Estimo que una organización millonaria en efectivos bancarios, bienes inmuebles, obras de arte, patrimonio institucional y millones de fieles dispuestos a ayudarla, podría evitarle a los “dependientes” el bochorno de extender la mano, dándoles la parte que les corresponde.

En cambio, a los parados y desprotegidos les queda el consuelo de saber que con el dinero recaudado por la amnistía fiscal a las grandes fortunas, podrán seguir admirando, respetando y venerando a quienes viven de sus lágrimas y del sudor frío de quienes estúpidamente les admiran, respeta y veneran, sin tener siquiera ocasión de envidiarles porque les han cerrado el futuro.

CARIDAD ACONFESIONAL

CARIDAD ACONFESIONAL

Mientras los españoles estábamos ocupados en no atragantarnos con las uvas el día de nochevieja, el Gobierno publicaba en el Boletín Oficial del Estado del 31 de diciembre el Real Decreto Ley 20/2011 con las medidas urgentes para recortar el déficit público, estableciendo en su séptima Disposición Adicional que la Iglesia Católica, – sólo la Católica, claro – recibirá mensualmente del Estado durante el año 2012, la cantidad de 13.266.216, 12 euros, – más de 2.200 millones de pesetas -, que al año suman 160 millones de euros o, si se prefiere, ¡27.000 millones! “de las antiguas pesetas”.

Esto, que no tiene visos de normalidad en un estado aconfesional discriminatorio con el resto de las creencias religiosas, resulta enojante cuando en el mismo Boletín se recortan servicios básicos como sanidad y enseñanza, fijándose al mismo tiempo el salario mínimo interprofesional para 2012 en 641,40 euros/mes, es decir, ¡21,38! euros/día.

Pero hay más, porque en la siguiente Disposición Adicional del mismo R.D., o sea, en la octava, referidas a los Bienes de las Instituciones eclesiásticas, se prorroga por un año el plazo sobre modificación de tasas y beneficios fiscales de acontecimientos considerados de interés público.

Esto significa que todas las voces disidentes con las Jornadas Mundiales de la Juventud, entre las que estuvo este blog, han ido directamente al cubo de la basura, porque se mantienen los mismos beneficios fiscales para posibles eventos religiosos, visitas papales o ceremonias populares, al tiempo que se aumentan los impuestos directos, indirectos y circunstanciales para los pecadores, herejes, iconoclastas y apóstatas, ya me entendéis.

Esta caridad de un Estado aconfesional con la teramillonaria Iglesia Católica no encuentra explicación en mentes laicas ni en corazones ético-proféticos de la propia Iglesia que se están desangrando en la liberación de quienes no llegan al salario mínimo, mientras la Iglesia estructura luce casullas bordadas en oro y anillos en ceremonias públicas y exhibiciones propagandísticas de una fe que debería alejarse de oropeles y comprometerse con los despreciados, en vez de pasearse por las alfombras mientras muchos de sus fieles mueren de hambre y sed en el desierto de la vida.

RAZONES DE MIS FIEBRES

RAZONES DE MIS FIEBRES

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Ayer, durante una fraternal comida con la familia y amigos que acompañan mis pasos en la vida, alguien de mi sangre me sugirió, con afecto y buen humor, que escribiera algo en este blog sobre la dulce Navidad, en vez de lanzar mis dardos contra el señorito que humilla a los jornaleros, el político que miente a los electores o los conservadores que se oponen a los cambios y el progreso, como si evitar la crítica a tales sujetos y actitudes fuera posible para quien se ha pasado la vida luchando contra todo y contra todos para llegar donde ahora está, sin haber recibido ayuda de nadie, sino zancadillas en el camino.

A quien la orfandad dejó al pairo de la vida en taparrabo, no se le puede pedir que haga oídos sordos a las injustas, falsas y humillantes palabras de un ignorante y multimillonario jinete, cuyo único mérito en la vida se lo ha otorgado la vagina de su madre y las sábanas de Holanda en la cuna de palacio.

A quien se ha ganado solito lo que ahora tiene sin recibir ayuda de nadie, no se le puede pedir que silencie las injusticias laborales, la concesión de favores y la adjudicación de puestos de trabajo a incompetentes declarados, conculcando el precepto legal de mayor capacidad en los aspirantes a plazas en la Administración pública que pagamos entre todos.

A quien ha sentido en sus carnes el mordisco de la arbitraria eliminación en las listas de aspirantes a promoción interna en su trabajo, por desacuerdo ideológico con los selectores, no se le puede pedir que silencie las trampas legales que se ocultan en los concursos de méritos para otorgar las plazas a quienes convienen al partido o al jefe, tan necesitados de aduladores y estómagos agradecidos a su alrededor.

A quien  ha luchado siempre por defender obsesivamente la verdad, detestando visceralmente el cinismo, no se le puede pedir que se trague la indignación que le producen servidores públicos que utilizan cínicamente al pueblo para enriquecerse, sin importarle el bienestar de la comunidad que ha puesto en ellos su confianza.

Permítaseme, pues, que ahora, en la plenitud de mi vida, cuando todo me sonríe, no me olvide que hay en el mundo seres que están pasando por el calvario que yo pasé, sin redención alguna si quienes podemos luchar por ellos no lo hacemos.

Permítaseme denunciar la desigualdad de oportunidades y los privilegios de quienes exhiben como único mérito el patrocinio de su padre, una carta de recomendación o la insignia del partido en la solapa.

Permítaseme gritar contra el vergonzante desprecio a los hambrientos por parte de una sociedad que arroja a los contenedores de basura miles de toneladas de alimentos, mientras otros van quedando en las cunetas al macabro ritmo de tres muertos de hambre por segundo.

Permítaseme anatematizar a una Iglesia Ambrosiana, de capelo y birreta, que pasea sus sandalias con hebillas de oro por las alfombras vaticanas sin oír la voz de los humildes profetas que se están dejando la piel redimiendo una pobreza que a las mitras tanto beneficia.

Permítaseme defender al débil, apostando por la vida que late en el vientre de la madre, dando mi consejo a quien lo solicita y prestando mi voz a los que callan por miedo a los latigazos.

A quien se calentó durante años con un brasero de cisco, se duchó con regaderas en el patio de casa, templó la cama con un ladrillo o una botella de agua y vio pasar ratones por la cocina doméstica mientras cenaba, no se le puede negar el compromiso por defender un vida digna para quienes han tenido la desgracia de nacer en una cuadra sin tener el privilegio de ser el hijo de Dios.

ITINERARIO DE VIDA Y OPINIONES
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