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HOMENAJE AL SENTIDOR

HOMENAJE AL SENTIDOR

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A la Asociación de Amigos de Unamuno en Salamanca, le cabe hoy el honor de organizar el homenaje que cada año promueve el Ayuntamiento de Salamanca a Miguel de Unamuno frente a la casona de Bordadores donde falleció, protegidas las autoridades, los asociados y vecinos salmatinos por la estatua que Pablo Serrano hizo al homenajeado.

Acto en el que nuestros consocios Juan Carlos, Marta y Santiago leerán textos de Unamuno agradeciendo a la ciudad su nombramiento como hijo adoptivo, por decisión unánime del Consistorio, haciendo posible el acuerdo de «hunos» y «hotros», imposible de lograr cuando la tozudez cerraba el paso a la razón, negando el encuentro en objetivos comunes demandados por la población.

Fue Salamanca para Unamuno su razón de ser, su alma y la inspiración de su obra, imposible de lograr lejos de la conventual ciudad charra, donde el tiempo se remansa bajo el alto soto de torres cantado por el poeta, pidiéndonos a los salmantinos que dijéramos al mundo lo que él había sido.

Con espíritu de cumplir su legado, los miembros de la Asociación tenemos el propósito de hacer llegar hasta el últimos rincón de la ciudad la vida, obra y pensamiento, del mayor intelectual que ha tenido la Universidad salmantina en sus ochocientos años de historia.

HOMENAJE A UNAMUNO

HOMENAJE A UNAMUNO

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He sido invitado por el Ayuntamiento de Salamanca a pronunciar un breve discurso frente a la casona de Bordadores, con motivo del septuagésimo séptimo aniversario de la muerte de Miguel de Unamuno y Jugo, en el acto que cada año organiza el Consistorio para homenajear al personaje.

A las cuatro de la tarde del jueves 31 de diciembre de 1936, caía nuestro hombre de bruces sobre la camilla de su casa, herido de muerte a causa del “mal de España”, aunque el doctor Adolfo Núñez certificara que murió por una hemorragia bulbar, en plena guerra incivil española, con el alma ensangrentada de dolor.

Ese día enmudeció una de las voces más sabias de nuestra historia; un liberal socialista con ideario político sin ataduras partidistas; un intelectual comprometido con la liberación de obreros y campesinos; un republicano decepcionado con los gobiernos republicanos; un padre espiritual de sus alumnos; y un profesor excepcional.

Padre que concilió la bondad doméstica con la firmeza paterna; político leal con la verdad y el servicio público; maestro benevolente en la cátedra y exigente en el trabajo; agitador de conciencias dormidas; formador de espíritus rebeldes; luchador por la justicia; rector diligente; hombre sabio, rebelde, honrado, generoso, inconformista, sincero y, sobre todo, leal a sí mismo, a su familia, a su profesión y a sus amigos.

A quien fue Catedrático de la Universidad de Salamanca, Rector vitalicio de la misma, diputado nacional en las Cortes Constituyentes de la segunda República, concejal electo del Ayuntamiento de Salamanca, alcalde honorario perpetuo del mismo, presidente del Consejo de Instrucción, Ciudadano de Honor de la República, doctor honoris causa por las Universidades de Oxford y Grenoble; presidente de la Liga de Derechos del Hombre; candidato a Premio Nobel; presidente del Ateneo; presidente del Casino; presidente de la Federación Obrera; novelista, poeta, dramaturgo, ensayista, filósofo, articulista, crítico literario, prologuista y dibujante, evocamos hoy en esta humilde bitácora al cumplirse setenta y siete años de su muerte.

A este luchador contra todo y contra todos, incomprendido por todos, víctima mortal de la guerra y protagonista sin pretenderlo de la tragedia griega que le tocó vivir entre dos cruentas guerras civiles, vaya este abrazo filial hasta el nicho donde descansa su cuerpo cansado de tanto bregar, mientras su alma deambula por los corredores de un misterioso hogar, sin encontrar respuesta a los interrogantes que atormentaron su vida.

DUDOSO HOMENAJE

DUDOSO HOMENAJE

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Por primera vez en muchos años, desde que el “malagueño” alcalde socialista de la ciudad institucionalizó el homenaje a Unamuno ante la obra de Pablo Serrano, ayer he faltado al recuerdo que se brinda cada 31 de diciembre a Unamuno frente a la casona de Bordadores, en el aniversario de su muerte.

Mi ausencia al acto fue percibida por varios amigos presentes en el mismo, algunos de los cuales se limitaron a «ponerme falta», otros expresaron su extrañeza y los más próximos me pidieron amable explicación que dejo en esta bitácora, tras ofrecérsela personalmente a mis queridos Miguel, Salomé, Pablo, Miguel y Quique, envuelta en un abrazo, junto al nicho de su abuelo y bisabuelo.

Porque, eso sí, acudí como cada año, junto a mi querido Agustín al sentido y humilde homenaje que la Asociación Memoria y Justicia hizo a don Miguel en el cementerio, escuchando las palabras del amigo Daniel y el agradecimiento de Pablo a los que allí estuvimos. Pero de regreso a la ciudad, fui bordeando con Agustín el entorno de las Úrsulas, como rechazo al homenaje que un antiliberal ofrecía al mayor liberal del finisecular siglo XIX y primer tercio del XX.

Mi alejamiento del lugar no me impidió oír retemblar los muros de la plazuela con las palabras pronunciadas por Unamuno como réplica al escritor antiliberal que pretendía homenajearle con una corona de laureles, recordándole el maestro lo que ya dijo al clérigo Félix Sardá y Salvany, cuando en 1884 denunció el pecado del liberalismo.

La crítica que el tradicionalista y conservador señor Prada, hizo al liberalismo el 18 de abril de 2008, compartiendo llamar “niebla ponzoñosa” a la ideología patrocinada por Unamuno, y condenando la libertad, la ciencia y la democracia a galeras, me ha impedido asistir al esperpento de ver a un baracaldés antiliberal homenajeando a un bilbaíno liberalote de cuerpo entero, orgullo de los demócratas.

Decepcionante fin de fiesta para clausurar el año dedicado al pensador vasco-salmantino.