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REVISAR Vs. REVISIONAR

REVISAR Vs. REVISIONAR

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La lectura veraniega de dos libros escritos por sendos autores, donde se describen, analizan y sacan conclusiones sobre hechos acontecidos en la moderna historia de nuestro país, discordantes con lo descrito en textos firmados por historiadores de reconocido prestigio intelectual y profesional, me obliga a reflexionar en voz alta sobre la diferencia entre revisión y revisionismo histórico.

Revisar es ver algo otra vez con atención y cuidado, es decir, que cuando los historiadores revisan profesionalmente la historia la someten a un nuevo estudio para corregir errores o aclarar las imprecisiones que pudiera contener. Algo que no se parece a revisionar como hacen los revisionistas de la historia, pretendiendo deformarla, manipularla y falsearla, con el aplauso y beneplácito de quienes dan más crédito a los historiaderos que a los historiadores.

Situación propia en un machadiano país de charanga, pandereta, cerrado y sacristía, que permite el revisionismo de su incivil tragedia, sin mirar para Alemania donde se ha declarado ilegal el revisionismo del Holocausto judío infringido por los nacionalsindicalistas teutones entre 1941 y 1945.

Cierto es que la historia depende mucho de quien nos la cuente, por eso los poderosos y reyes han pagado y siguen pagando buenos sueldos a los cronistas para que embellezcan su gestión y reinado. También es verdad que la narración histórica tiene una inevitable componente subjetiva, y que nada en ella puede darse por definitivamente cerrado. Pero una cosa es la revisión histórica, que honestamente aclara; y otra el revisionismo no académico, que intencionadamente confunde. Porque la primera se hace a partir de fuentes primarias y en la segunda se acude a información secundaria que concluye en presunciones y conclusiones personales, alejadas de la realidad de los hechos y definidas por erróneas posiciones partidistas.

Magnificando datos insignificantes, parcelando el todo, eludiendo lo esencial, jugando al maniqueísmo, imponiendo la subjetividad, polemizando tendenciosamente y haciendo un uso político de la historia, los revisionistas pretender erigirse en fedatarios sin mérito, talento, ni capacidad para ello, intentando que los hechos parezcan lo que no fueron a base de malear la sustantividad de los mismos con presunciones, manipulaciones y confusiones alejadas de la realidad, que no favorecen la historiografía, ni la paz social, ni el entendimiento deseado por todos.

INFORMADEROS E HISTORIADEROS COTIDIANOS

INFORMADEROS E HISTORIADEROS COTIDIANOS

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La condición humana, con sus filias y fobias; ideologías y sentimientos; intereses y afinidades; preferencias y rechazos; sintonías y discordancias, lleva a la manipulación informativa y al falseo de datos, que tanto descomponen la historia, nublando la objetividad, oscureciendo la independencia, negando la verdad y contaminando la narración, según la inmoralidad del sujeto y su compromiso con el pagador de servicios.

Tales intrusos que desfiguran intencionadamente la historia cotidiana, merecen el desprecio ciudadano y el destierro a las tinieblas del olvido, porque hieren el alma honrada del pueblo y ultrajan el honor de quienes se dedican al noble oficio de escribir la historia por derecho, con honestidad y sana intención de divulgar los hechos, sin caer en tentaciones bastardas, intereses espurios y simulaciones fraudulentas

Estos despreciables historiaderos cotidianos son herejes de la historia que difunden sus libelos en informaderos sin futuro, dando comunicaciones sesgadas y desfigurando los hechos con narraciones alejadas de la realidad, que deben alertarnos cuando pongamos la vista sobre el papel o las pantallas televisivas.

La responsabilidad intelectual y moral de los cronistas periodísticos debe ir más allá de sus intereses personales, partidistas o económicos, porque los reporteros, columnistas y tertulianos hacen historia del momento concreto que describen, de la psicología social dominante y de la situación política, económica, religiosa y cultural, que vive el país en el momento que firman sus crónicas, dan sus opiniones o divulgan sus reportajes.