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Etiqueta: hambrientos

EXPLICADLES QUÉ SE SIENTE

EXPLICADLES QUÉ SE SIENTE

Pido a los desfavorecidos del sur que expliquen su lucha por la supervivencia a quienes viven al norte de la opulencia, sabiendo que estos nunca lo comprenderán.

Pido a los desprotegidos sociales que muestren sus heridas a los que pueden cerrarlas, sabiendo que siempre las mantendrán abiertas.

Pido a los hambrientos que describan el mordisco del hambre, incomprensible para quienes arrojan comida a las basuras domésticas y vertederos municipales.

Pido a los inmigrantes que hablen de su negra soledad a los que viven acompañados y les recuerden a los xenófobos que todos somos terrícolas inmigrantes africanos.

Pido a los analfabetos que griten pidiendo la cultura que les falta, aunque sus voces reboten en los tímpanos de quienes pueden enseñarles el alfabeto.

Pido a los que expongan su estafa en el escaparate social, sabiendo que los banqueros pondrán cortinas en los expositores.

Pido a los enfermos que expliquen la angustia de saber que los recortes anticipan su dolor, deterioro físico y muerte, aunque las tijeras no acaben melladas y desafiladas.

Pido a los inválidos de guerra que expliquen a los fabricantes de armas y políticos que los envían al matadero, cómo es su vida en silla de ruedas mutilados por la metralla.

Pido a los dependientes sociales que muestren su abandono en la antesala de la muerte a quienes recortan sus prestaciones, aunque los mutiladores sigan cercenándolos.

Pido a los desempleados que vociferen su dolor desde la negrura de la vida, aunque los patronos se cambien de acera cuando pasen a su lado.

Pido a los desahuciados que muestren sus lágrimas desoladas, sabiendo que políticos y banqueros no entenderán el llanto, ni harán por comprenderlo.

DESCEREBRADOS Y DESCORAZONADOS

DESCEREBRADOS Y DESCORAZONADOS

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El sabio refranero español exime de pecado a quien hurta a un ladrón, afirmando que quien roba a un caco tiene cien años de perdón, proverbio que yo prolongaría diciendo que quienes roban a los hambrientos merecen máximo castigo en la plaza pública, para que sirva de escarmiento a potenciales imitadores de tales depredadores.

Así debe sucederle a los descorazonados endriagos que han robado las viandas almacenadas en el banco de alimentos de Guadalajara, que pretendían alimentar durante seis meses a los alcarreños que llamaran a su puerta, por no tener un mendrugo de pan que llevarse a la boca.

Nunca un acto vandálico causó tanta indignación en almas limpias, solidarias y generosas, como la originada por los descerebrados que asaltaron ese depósito de la solidaridad, ofendiendo elementales sentimientos comunes a todos los seres vivos, pues incluso los cuadrúpedos tienen más sensibilidad que tales engendros de la naturaleza.

Despreciable pandilla de descerebrados, por carecer de neuronas sensitivas en su purulenta cisura de Rolando; y descorazonados, por tener una patata podrida en el pecho que late a impulsos de cobardes palpitaciones, pues nada hay más vil y miserable que robar el alimento que permite sobrevivir a los hambrientos.

Chusma de esperpentos humanos que han pateado la generosidad de los donantes, humillado la dignidad de los repartidores, coceado la disponibilidad de los administradores, injuriado el altruismo de los voluntarios y mancillado la prodigalidad de quienes habían donado generosamente los alimentos robados.

Para tan despreciable caterva de humanoides, pido castigo.