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¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?

¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?

Pastor

Con el título que hoy encabeza el artículo, recitó ayer en la Plaza Mayor salmantina el cantautor Luis Pastor, su alegato a lo sucedido con aquellos cantantes que protestaban guitarra en mano contra el régimen, en cine-clubs, parroquias, asociaciones vecinales y colegios mayores donde acudíamos a escucharlos, sin saber muy bien como terminarían los recitales, porque eran tiempos de sequía libertaria.

Felices coincidencias del azar me han permitido reencontrar a dos de los muchos cantautores que hubo. Ella, retirada del oficio como la mayoría de ellos; y él de la quinta, pero con alma joven que ayer noche me devolvió a juveniles tiempos de inquietante futuro, cuando en esa misma Plaza los “grises” disolvían sin contemplaciones a grupos de más de tres personas.

Hace cuatro días, fue Ana María Drac quien llegó a mi vida una vez más, enviándome un correo electrónico para decirme que se mantenía donde siempre estuvo, después de abandonar las canciones por el teatro y la poesía, devolviéndole yo mi gratitud por los momentos felices que pasamos juntos en aquellos días agridulces de futuro incierto.

Y ayer tarde-noche me dio Luis Pastor otra oportunidad de agradecerle su compromiso en la lucha por la libertades y su permanencia en los escenarios guitarra en mano, para decir en voz alta lo que nadie se atreven hoy a gritar desde los escenarios, como si el tiempo se hubiera detenido en nuestro primer encuentro vallecano.

El recuerdo que tuvo Luis Pastor hacia el cura-obrero Manzano, – hoy feliz abuelo de sus nietos – clérigo que llevó mi alma cantando “con alegría a la casa del Señor”, trajo a mí desrecuerdos olvidados de liturgias abandonadas en el desencanto de una incierta verdad que fue sustento de sueños logrados con cuentos ya dormidos en la almohada adolescente.

POCO HA CAMBIADO

POCO HA CAMBIADO

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Declaro profunda frustración con la promesa democrática de cambio que tanto anhelábamos, reducida a formales modificaciones estructurales, normativas legales y teóricos códigos éticos de conducta social, mercantil, financiera y política, redactados para embaucar a los ingenuos.

Si para interpretar lo ocurrido en la sociedad española, tuviéramos que optar entre Heráclito o Parménides, es decir, entre la movilidad y el cambio permanente defendido por el de Éfeso o el estatismo propuesto por el nacido en Elea, no dudo en ponerme al lado del segundo, porque poco ha cambiado de cuanto proponían los predicadores que cambiaría.

Los mismos que criticaban la permanencia en cargos oficiales de los líderes franquistas que se eternizaban en las poltronas, hoy prolongan indefinidamente su estancia en los despachos y sus viajes en coches oficiales.

La brutal represión que los “grises” practicaban obedeciendo órdenes superiores contra quienes pedían voz y libertad, hoy se mantiene con similar virulencia contra aquellos que piden pan, trabajo y justicia social.

El mando único ejercido por el dictador y sus cómplices sin oír la voz del pueblo, hoy es practicado por los actuales líderes políticos, que imponen sus mandatos por encima del clamor popular, justificándolo en desvirtuadas urnas.

La prohibición de manifestaciones de aquellos tiempos se ha disfrazado hoy con pancartas autorizadas sin consecuencia alguna porque los mandatarios no las leen, autorizando al pueblo a que grite para que todo siga igual.

El Fuero del Trabajo y los sindicatos verticales se han traducido en leyes laborales dieciochescas, usurpación de derechos conseguidos con sangre y sindicatos donde los sindicalistos han ocupado muchas sillas de sindicalistas.

La confesionalidad católica del Estado, el palio, la mitra y el cilicio, que camparon por sus respetos en tiempos no lejanos, siguen hoy ocupando un lugar privilegiado en el marco de un Estado declarado constitucionalmente aconfesional.

En esta democracia no se cercena legalmente la libertad de prensa con leyes prohibitivas, pero los intereses de grupo, las subvenciones oficiales y los talones bancarios personales, manipulan, recortan, ocultan y disfrazan la información.

La opacidad de otros tiempos se disfraza hoy con leyes de transparencia que transparentan poco, ocultan mucho y guardan información en cofres secretos que debían conocer los paganos de la tragedia y de los sueldos políticos.

La inmersión política en los tribunales de justicia durante las cuatro décadas ominosas, ha permanecido intocable durante las cuatro décadas posteriores, haciendo imposible la justicia igualitaria que pregonan los beneficiarios de la desigualdad.

El nombramiento arbitrario, caprichoso y directo de procuradores a las Cortes, hoy se camufla con listas electorales cerradas, donde los partidos políticos deciden internamente quiénes de sus afiliados ocuparán el poder.

Los embaucadores han pintado de color las rejas, los cerrojos y las alambradas, para hacerlas más bellas, pero su hedor es el mismo. El payaso de las bofetadas sigue recibiendo las mismas bofetadas y la cabeza del niño de Vallecas continúa estando rota. Hoy nos siguen durmiendo con los mismos cuentos de ayer, pero el lobo se ha disfrazado de abuelita para devorar al pueblo si Caperucita no incendia el palacio donde el lobo se esconde.