CRACK EN LA BOLSA
El jueves 24 de octubre de 1929 la bolsa americana se desplomó de su dorado pedestal y cayó a los infiernos, llevándose con ella el resto de los mercados financieros del planeta, porque cuando estornudan las cotizaciones bursátiles en Wall Street, brotan como hongos envenenados los jueves negros por el mundo, expandiendo el pánico en todas las bolsas de valores.
El colapso se produjo tras la primera gran guerra, debido al endeudamiento de los países europeos obligados a suspender las compras a los Estados Unidos, hizo que este país se tragara todo el excedente de materias primas, equipos industriales y productos alimenticios pendientes de ser exportados a otras naciones.
A esto se unió la falta de demanda interna que condujo a la bajada del consumo, enviando al paro a miles de trabajadores en pocos días, haciendo efectiva la caída libre del país en una Gran Depresión, todo ello consecuencia de la aparente prosperidad de los “felices años veinte” y la codicia especulativa en bolsa que desembocó en una burbuja económica de fatales consecuencias, al desencadenarse la venta masiva de acciones, fruto del pánico colectivo, porque las inversiones bursátiles se habían producido con créditos bancarios imposibles de amortizar.
El presidente Herbert Clark Hoover no supo ver la profundidad de la crisis, ni acometió el problema del paro que llegaba al 25 % de la población activa, cometiendo el error de comprar la superproducción agraria, estimulando una producción que llevó a la ruina de los agricultores al liberar la mercancía acumulada en los depósitos.
Las soluciones propuestas por el liberalismo dominante para debilitar la oferta, fueron: reducir el gasto público, congelar los créditos, recortar los gastos sociales, rebajar los salarios y aminorar las importaciones. Pero estas medidas aumentaron el paro y prolongaron la recesión.