DÍA DE GRATITUD
Si ayer fue un día de amistad, hoy toca jornada de gratitud a cuantos me acompañaron ayer en la presentación del libro, algunos venidos con gran sacrificio personal de tierras alejadas de Salamanca, para compartir conmigo una feliz velada bajo la mirada de Miguel de Unamuno, testigo de nuestro encuentro.
Más allá del afecto que pude imaginar y por encima de todas las previsiones, el salón de recepciones del Ayuntamiento no pudo acoger a todos los amigos que quisieron estar conmigo en el alumbramiento de mi último libro, como cierre de la trilogía unamuniana que inicié hace diez años.
No siempre el diccionario facilita la posibilidad de expresar con sus voces los sentimientos humanos. Ni la gramática permite articular con frases lógicas ciertas conmociones internas. Ni la ortografía autoriza expresar sobre la pantalla sensaciones profundas del espíritu, imposibles de concertar con el alfabeto disponible para ello.
Quisiera dar las gracias a todos los que ayer estuvisteis a mi lado compartiendo el feliz parto de mi libro. Desearía agradecer el consuelo que me brindasteis ante la despedida del hijo literario que ya os pertenece. Y me gustaría expresaros lo que el vocabulario no me permite, porque mi sentimiento de gratitud va más allá de las palabras.
Permitidme, pues, que os abrace en silencio, dejando a nuestros corazones compartir sus latidos, hermanados en diástoles de sincero afecto a la amistad que nos une, imposible de agradecer con palabras.