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Etiqueta: Gata

CRISIS DE ENCASTE POLÍTICO

CRISIS DE ENCASTE POLÍTICO

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Los que vivimos en esta “ganadería de ganaderos”, como llamó el maestro a la tierra charra donde pacen cuernos de fiesta nacional, hemos pisado más de una vez las dehesas de toros salmantinos donde esperan turno de embarque reses bravas que alimentan las pasiones taurinas y antitaurinas por toda la piel de toro, desde Gata a Finisterre.

Cuando los morlacos de algún “hierro” pierden el encaste que les caracteriza, y los toros ruedan por el suelo al primer capotazo, flojean de remos con un simple quiebro y se olvidan embestir a la franela que pone delante de ellos un muñeco trágico, se dice que la ganadería está pasando por una “crisis de encaste”.

Algo parecido ocurre en la tragedia nacional, donde la casta política está pasando por una grave crisis que a todos nos afecta, llevando su cotización en las plazas ciudadanas a límites insospechados bajo cero, llegando a pagarse la carne de político a precio de saldo, como dice la etiqueta que figura en la Botella que mezcla zumo de pera con manzana.

La falta de encaste político en las poltronas oficiales no se debe al terciopelo de los respaldos, sino a la carcoma que se ha transmitido de butaca en butaca hasta el alma de los descastados políticos, aunque el registrador de la propiedad se empeñe en registrar nuestros bolsillos en busca de la culpa que a ellos corresponde, por mucho que señalen con el dedo a los mensajeros y condenen al sufrido pueblo con argumentos más falsos de sus promesas electorales.

CORRUPTOS POR OMISIÓN

CORRUPTOS POR OMISIÓN

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Ante la epidemia de corrupción política que nos invade, rugiendo cual marabunta con las fauces desgarradas desde Gata a Finisterre, surgen voces ingenuas que salen en defensa de la casta política diciendo que la mayoría de ellos son cabales y honrados, siendo una minoría los que tiene las manos sucias.

A quienes eso dicen quiero advertirles que la corrupción política tiene una cara oculta a la que deben asomarse los que así piensan, porque el reverso de esa falsa moneda también está corrompido, aunque ellos no lo perciban debido a la blancura del sepulcro donde guardan silencio los cómplices de las fechorías.

Sí, amigos, tan corruptos son los políticos que meten mano en la caja común, llevándose los euros en bolsas de basura malayesas, cajas de zapatos gurtelesas o maletines ereáticos, como los políticos mudos o ciegos que callan o miran para otro lado, en espera de que les llegue el turno de rapiña.

Tan corruptos son los tesoreros que distribuyen sobres con euros por los despachos, como quienes no lo impiden y consienten los repartos.

Tan corruptos son los dirigentes de partidos que denigran la política, como los militantes que callan en las asambleas internas para salir en futuras fotos.

Tan corruptos son los ediles que aceptan sobornos y recalifican terrenos a cambio de fajos de 500 euros, como los concejales y funcionarios que callan.

Tan corruptos son los consejeros de Cajas de Ahorros que firman sin saber qué firman, pero sabiendo lo que se llevan, como quienes toleran el expolio.

Tan corruptos son los estafadores, cínicos, embaucadores y engañabobos, como los bobos que se dejan engañar por los mentirosos profesionales.

Tan corruptos son los banqueros que obligan a sus empleados a timar a los clientes con las acciones preferentes, como los colaboradores que se prestan al engaño.

Tan corruptos son los que trapichean con tarjetas reales por los despachos, como las sonrientes esposas que forman parte orgánica en la trama.

En fin, tan corruptos son los corruptos como aquellos que guardan silencio y consienten la corrupción sin denunciarla, pero sabed también que los ciudadanos no son víctimas de la corrupción cuando votan a candidatos encausados en juzgados, sino cómplices de los corruptos.

ÉL ES ASÍ, SEÑORES DEL JURADO

ÉL ES ASÍ, SEÑORES DEL JURADO

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Así es el pobre Paquito Camps, un hombre enamoradizo, de corazón fácil e ingenuo afecto, que se enamora tiernamente del primero que se cruza en su camino, sin pedirle credenciales de honradez, porque los sinvergüenzas no necesitan pasaportes para el amor fraterno cuando los regalos llaman a la puerta, aunque se aparente desconocer quién ha tocado al timbre.

“Te quiero un huevo” declaraba don Francisco Corleone al bigotudo sastre sin conocerlo, simplemente porque el expresidente es una persona enamoradiza, cariñosa y pródida en adjetivos entrañables. Un ligón, para entendernos, pero incapaz de ligar los trajes que ha lucido a las facturas de los mismos, porque éstas jamás son requeridas por él en las compras que realiza.

Así ha planificado su abogado la defensa de este acusado “porque él es así”, cercano, dicharachero, enemigo de documentos que acrediten pagos efectuados pero amigo, muy amigo, de recibir dádivas, primicias y regalos, a cambio de nada. Siendo, además, capaz de “contar durante toda la vida con la fidelidad” del primer desconocido que le saluda por la calle.

Él es así, señores del jurado, un hombre de letras que no sabe nada de números, aunque haya sido el máximo responsable de la economía pública valenciana.

Él es así, señores del jurado, muy tacaño y racanillo como dice su letrado, que va de gorra por la vida, sin soltar un duro para nada y menos para trajes, claro.

Él es así, señores del jurado, un millonario que sólo ha pagado con tarjeta de crédito una vez en su vida mientras esperaba en el aeropuerto camino de Bruselas.

Él es así, señores del jurado, un hombre que lleva siempre los pantalones caídos debido al peso de las monedas que lleva encima para hacer efectivos los pagos.

Él es así, señores del jurado, “amiguito del alma” de cuantos se mueven a su alrededor, aunque sea la mismísima abogada de la acusación.

Él es así, señores del jurado, un cínico profesional que negó más de tres veces conocer al bigotes, hasta que una grabación y dos fotos evidenciaron su mentira.

Él es así, señores del jurado, un prepotente sin reserva alguna que se ha enfrentado al juez y al fiscal, porque se “entusiasma” con las preguntas que le hacen.

Él es así, señores del jurado, y nadie puede creerse que se haya vendido por “tres trajes”, ya que fueron 12, más zapatos y otros enseres por valor de 14.021 euros.

Él es así, señores del jurado, un político que lleva años insultando el sentido común de todos los ciudadanos desde Finisterre hasta Gata.

Él es así, señores del jurado, un caradura de tomo y lomo al que hay que partirle la cara de una vez para reblandecérsela con una sentencia ejemplar que ayude a regenerar la vida política y aleje de nosotros el pestilente hedor que destila.