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VIVIR ESPERANZADOS

VIVIR ESPERANZADOS

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Vivir esperanzados es el mejor antídoto contra el desánimo y el mayor argumento para mantener la lucha por los valores eternos en el pedregoso camino de la vida, confiando en la derrota de todo aquello que nos perturba, enoja y decepciona, porque la certidumbre en la victoria mantendrá encendida la llave de la esperanza, contra toda desesperanza, incluso más allá de la muerte.

Para ello, ha de valernos la ceguera que tiene la esperanza al no ver el peligro que acecha. Debemos usar la temeridad que impulsa su atrevida inconsciencia. Emplear la fortaleza que activa su atrevimiento. Servirnos del valor que otorga la sinrazón de sus razones. Alentarnos con el ánimo que alimenta la ilusión. Confiar en la fe que siempre le acompaña. Y esgrimir el espíritu de lucha que invade a quien no pierde la esperanza.

Todo ello aderezado con paciencia infinita que garantiza su perduración en el alma de los esperanzados para que alcancen lo deseado, de la misma forma que espera el grano de trigo hacerse pan en la mesa, el agua mantiene el anhelo de la sed y la fruta la fecundación del polen cada primavera.

Sólo la esperanza cierra las puertas al pasado, abriendo de par en par las ventanas al futuro, pues no cabe esperanza en lo que ya fue, sino en lo que está por venir, haciendo de la virtud promesa de resurrección cada mañana, igual que la noche más negra es desterrada del horizonte por la luz del amanecer.

CÁTEDRA DE LA VIDA

CÁTEDRA DE LA VIDA

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No creáis que toda la sabiduría está en los libros y en las aulas, porque las páginas y la tarima no dan las lecciones de subsistencia que la vida ofrece, exigiéndonos muchas veces un peaje que agota nuestro fondo de esperanza dejando jirones en el alma, porque nos instruye a base de tropiezos, caídas y magulladuras en carne propia.

Quiero, simplemente, decir, que mi mejor maestra ha sido la vida, catedrática sin estudios ni concurso-oposición alguno, donde he aprendido que las ofensas personales perduran en el tiempo, aunque se profieran en momentos de ira.

He aprendido que no se debe volver a la tierra donde se fue feliz, porque nada será igual ni duradero, y efímero será el tiempo dichoso recuperado de la memoria. Que esperar lo mejor en el futuro conduce a desaprovechar los momentos de felicidad que pueda darnos el presente.

He aprendido que los muertos no pueden perdonar las ofensas que les hicimos en vida, tampoco pueden sonreír, ni agradecer favores recibidos. Que la vida es incertidumbre, el presente no existe, es irrecuperable el pasado y el futuro impredecible.

Y he podido comprobar finalmente que la vida va en serio y no puede hacerse un sayón con ella. Que acecha la decepción en cada esquina. Que la felicidad es escurridiza. Que el beso es nuestro mejor amigo. Que no vale de nada abrir caminos porque el tiempo borra las huellas. Que el aplauso y el silbido duermen juntos. Y que el amor puede salvarnos, aunque la muerte sea el único argumento de la vida.

CARTA A UN EXALUMNO PARADO

CARTA A UN EXALUMNO PARADO

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Mi inolvidable Raúl:

Difícil se me hace explicarte la contradicción que supone compartir el desánimo y la desesperación que destila tu carta y mantener los consejos que que me oíste decir en clase durante los años que pasamos juntos, que hoy repito sin quitar una coma porque sigo creyendo en los valores que siempre he defendido, por mucho que te cueste aceptarlos en la situación que te encuentras.

Sigo creyendo que con dinero no puede adquirirse nada que valga la pena, como la amistad, el amor o un soplo de felicidad, porque las esencias de la vida no se venden en taquilla alguna, aunque ahora me llegue tu queja por invitarte a soñar en un mundo que nada tiene que ver con el ambiente que predomina a tu alrededor.

No, Raúl, sigue haciendo caso a este viejo profesor y organiza tu vida en torno a valores que te ayuden a salir del entorno decadente que te envuelve, moralmente empobrecido y éticamente arruinado, donde la traición, el abuso, la desvergüenza y la mentira campan por sus respetos, violando las fronteras de la honestidad, el honor, la dignidad y la verdad.

Debes saber que comerciar en la vida con platos de lentejas a cambio de valores duraderos, sólo conduce a la desdicha, aunque luzcan el dinero y la fama su belleza disfrazada en el escenario, antes de tornarse en llanto, soledad y desconsuelo cuando se apagan las candilejas y baja el telón.

No, Raúl, no creo que te hubiera ido mejor afiliándote a un partido para garantizarte un buen futuro sin esfuerzo, como dices en tu carta, porque las servidumbres personales son muchas y escasa la libertad de pensamiento, en un dominio de mentira y codicia, sometido a la ambición de poder, que mutila sentimientos nobles inundando el alma de miseria.

Tampoco debes lamentarte, en estos momento de negro futuro, de haber optado por el duro camino del esfuerzo sin buscar atajos en cartas patrocinadoras, porque el trabajo te abrirá camino y al buzón de tu vida llegarán cartas de amistad sincera y amor compartido, que compensarán la falta de liquidez en tu cuenta corriente.

No dejes que el desánimo anude tu voluntad a la derrota, ni tires la toalla, y sigue estudiando, leyendo y luchando para ganar el futuro que mereces, gozando de tu pequeña, abrazando a tu mujer, enganchado a la vida y manteniendo los valores que compartimos, porque la felicidad doméstica vale más que todas las sonrisas de porcelana que recibas.

Persevera en el esfuerzo, confía en tus posibilidades, afánate y no te canses de bregar cuando apenas llevas unos años combatiendo con la vida, por mucho que la amarga realidad del paro haya llamado a tu puerta, sin tener cuenta el título de ingeniero que ganaste a base de renuncia y sacrificio.

No cabe, Raúl, el desánimo ni la desesperación, aunque te toque sudar en tierra extraña como me sucedió a mí durante muchos años, para ganar el futuro que deseas entregarle a tu familia, porque te sobra fuerza interior para hacerlo, entusiasmo para lograrlo y el amor incondicional de las personas que te quieren, entre las que me encuentro.

Recibe un abrazo de tu profesor, que no te olvida.

JUECES GARANTES DE FUTURO

JUECES GARANTES DE FUTURO

El magistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona, Santiago Vidal,  declara que sólo el 10% de los togados y acusadores públicos pertenecen a las asociaciones Jueces para la Democracia y Unión Progresista de Fiscales, formando parte la gran mayoría de ellos del grupo conservador de la judicatura y la fiscalía, haciendo pensar a muchos que la ideología de magistrados y fiscales condiciona acusaciones y sentencias.

Si a esto añadimos que una tercera parte de los jueces pertenece al Opus Dei, las dudas se confirman cuando uno de estos magistrados tiene que juzgar cuestiones relacionadas con la homosexualidad, el aborto o el divorcio, por citar tres ejemplos entre los muchos que afectan a creencias religiosas o ideología política de los enjuiciadores.

Tal vez, esta circunstancia explique algunas sentencias que sorprenden a todos, incomprensibles prescripciones de delitos y apelaciones eternas sin resolver, que provocan el descontento popular con este colectivo, como refleja el Centro de Investigaciones Sociológicas al declarar que los jueces forman el colectivo peor valorado por la opinión pública, después de los políticos.

El magistrado Vidal reconoce que tal demérito se lo han ganado los jueces a pulso por méritos propios, pidiendo a sus colegas un ejercicio de autocrítica, porque bajo el axioma de la imparcialidad han confundido independencia con autismo, viviendo en una burbuja sin contacto con la ciudadanía para evitar contaminaciones.

Todos los ciudadanos suscribimos las propuestas de don Santiago, sin discusión ni reserva alguna: 1ª: Que los jueces bajen del limbo en el que viven; 2ª: Prohibir a los bancos con déficit repartir dividendos entre sus accionistas; 3ª: Boicotear a las entidades que practiquen desahucios sin comprobar el contrato del hipotecado; 4ª: Regularizar la eutanasia; y 5ª. Exigir a la UE la unificación de sus sistema fiscal, bancario y financiero.

Si todos los jueces pensaran de esta manera; si actuaran contra la corrupción como esperan los ciudadanos que actúen; si se despojaran de ideologías políticas; si aparcaran  creencias religiosas; si la autocrítica formara parte de su doctrina; si su independencia no estuviera contaminada; y si pincharan la burbuja en que viven, incardinándose con el pueblo, tendríamos garantizado el futuro.

CARTA A LOS JÓVENES

CARTA A LOS JÓVENES

He pasado mi vida con vosotros y en vosotros mantengo la esperanza de victoria en la lucha que tenéis contra la degeneración moral, la falta de solidaridad, la corrupción política y el abuso financiero, que han llevado a la frustración a una sociedad defraudada, engañada e indignada con la situación impuesta por los beneficiarios de la catástrofe.

Os escribo para deciros lo que nunca pude imaginar, porque jamás pensé que algún día tendría que pediros perdón en nombre de la generación que está cercenando impunemente vuestro porvenir, hipotecando el futuro que os pertenece y provocando el fracaso de un sistema que devora toda esperanza, como Saturno hizo con sus hijos.

Os escribo porque estáis a tiempo de evitar que el maleficio llegue también a vuestros hijos y a los hijos de vuestros hijos, actuando contra los mantenedores de una plutocracia que sólo a ellos beneficia, por mucho que quieran embaucaros con falsas necesidades de sacrificios que a ellos no alcanzan, y amenazas de hecatombes inexistentes.

Os escribo porque sólo de vosotros puede venir el renacimiento de la esperanza colectiva en una sociedad más libre, justa y solidaria y el resurgir de un nuevo amanecer, porque a los jóvenes honorarios como yo nos falta el empuje y la generosidad que a vosotros os sobra, para hacer posible la utopía de un mundo más humano, alejado del mercantilismo feroz y la especulación más voraz.

Os escribo para animaros a coger con fuerza los remos de la barca en la que estamos a punto de naufragar y a remar contracorriente para invertir el rumbo que imponen quienes llevan el timonel, dejándose llevar y sin realizar más esfuerzo que el sostenerse en la falsa amenaza de que sin el actual sistema acabaríamos ahogados.

Os escribo estos días de concentraciones callejeras sabiendo lo mucho que os tocará hacer y sufrir en horas tan duras, donde la valentía marcará vuestro destino si conseguís desterrar la perversión ética y estética que se ha extendido entre la reducida casta de privilegiados que dirigen nuestras vidas en beneficio de las suyas.

Os escribo confiando en que vosotros haréis la revolución pacífica que abrirá nuevos horizontes a la siguiente generación, como han hecho siempre los jóvenes a los largo de la historia. Pero usad la inteligencia en vuestra lucha para evitarle trabajo a las porras y los jueces. Estad atentos a esquiroles y reventadores. No caigáis en provocaciones. Y demostrad a los escépticos que no sois perroflautas despreciables, ni porroflautas adormecidos, ni alérgicos al agua, ni estudiantes perpetuos, sino jóvenes comprometidos dispuestos a cambiar un sistema político, social y económico que os está dando con las puertas en las narices.