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ASÍ NO, SEÑOR ALCALDE

ASÍ NO, SEÑOR ALCALDE

Un nuevo rico que alimenta con godivas a un cuadrúpedo, comete el mismo error que los huercalenses dando el bastón de mando a un cultureta con evidentes carencias mentales para el oficio alcaldil.

Decir que se retira el nombre de Alberti del teatro municipal de Huércal-Overa porque el poeta “no vende”, es como expulsar del Ayuntamiento al alcalde por apellidarse Fernández.

Un teatro, un museo o un auditorio, no “venden” por la baja calidad de las obras que en él se representan, por los malos cuadros que se exponen en sus salas o por los desafinados conciertos que se ofrecen, pero no por la persona que da nombre al edificio.

Alguien tiene que decirle a don Domingo que Rafael Alberti pertenece a la generación que conforma la Edad de Plata de la Literatura Española. Que fue Hijo Predilecto de Andalucía. Que ganó el Premio Nacional de Poesía, el Lenin de la Paz, el Roma de Literatura, el Nacional de Teatro y el Cervantes de Literatura, renunciando al Príncipe de Asturias.

Alguien tiene que decirle al joven señor Fernández que el maniqueísmo es el peor camino a seguir en la gestión que tiene encomendada. Alguien tiene que hablarle de la transición al joven alcalde, para que sepa que fue el consenso quien nos llevó a la vida democrática. Alguien debe advertir al edil que el disenso lleva a la quiebra social. O mejor, que nadie le diga nada porque esta exhibición de sectarismo habla por sí sola.

Un escritor como Alberti, que llevó su andalucismo por todos los países donde estuvo exiliado más de treinta y siete años por cometer el gravísimo delito de pertenecer a un partido político que formó parte del Frente Popular en 1936, no merece este nuevo destierro por capricho visceral de un representante del pueblo.

Así no, señor Fernández, así no. Dividiendo a los vecinos no se hace vecindad. Deshaciendo con justificaciones de barquero lo que lleva tiempo hecho, no es el mejor camino para la paz. Insultando la inteligencia de los paisanos con argumentos dislocados, sólo explica la trisomía del provocador. Ocupando el tiempo en satisfacer fobias personales se resta esfuerzo para salir juntos del lodazal en que estamos metidos. Y comprometiendo la razón solamente se consigue el abucheo.