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NUEVO LIDERAZGO

NUEVO LIDERAZGO

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En España seguimos siendo diferentes al resto de los países europeos, como proclamaba el eslogan publicitario del franquismo abanderado por el ministro Fraga con objeto de atraer turistas a nuestras playas, advirtiéndoselo al mundo con lo de “Spain is different”, porque verdaderamente en nada nos parecíamos a los países europeos.

Pasado medio siglo, mantenemos liderazgos europeos que nos diferencias de nuestros vecinos, pues los aventajamos en espacios socioeconómicos donde los mejores países ocupan los vagones de cola en el tren europeo del que somos locomotora, según palabras de quienes nos han puesto a la cabeza de los aspectos más detestables.

Lideramos la cifra de parados, somos los primeros en corrupción política, vamos a la cabeza del despilfarro institucional y batimos el record en impunidad judicial, pero desde ayer ocupamos un nuevo primer puesto, gozando el desacreditado deshonroso deshonor de ser el primer país europeo en tener una persona afectada por el virus ébola.

Pero que nadie se alarme, porque nos ha dicho la ministra que no hay riesgo alguno de contagio, como nos aseguró ella misma cuando ingresaron los misioneros en el hospital La Paz-Carlos III, por lo que debemos estar tranquilos después de oír las vergonzosas explicaciones de la señora Mato, llevándonos a la desconfianza absoluta.

Con el virus en casa, pido a los creyentes que unan sus oraciones a las de Báñez y Fernández pidiendo la protección de las Vírgenes correspondientes; y ruego a los descreídos, que crucen los dedos invocando la suerte para no encontrarse con fluidos corporales de la mujer afectada o de los posibles infectados por ella, en este país de charanga y pandereta.

MACHOTES HABLANDO DE MUJERES

MACHOTES HABLANDO DE MUJERES

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El comentario publicado ayer en una red social sobre el accidente de la señora Cifuentes, en la que un tío machote, muy macho, preguntaba: “Qué hacía una tía en moto”, me anima a rastrear en la memoria algunas opiniones públicas, dignas de ser incluidas en la antología del más detestable y rancio machimoneo.

¿Recordáis al señor Castelao, dimitido presidente del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior, que dijo: «las leyes son como las mujeres, están para violarlas»? O las palabras del señor Ruiz Gallardón repartiendo carnets de mujeres auténticas solamente entre las féminas que optaran por la maternidad.

Tampoco es fácil olvidar los “morritos” de Leire que a León de la Riva le hacían pensar lo que no podía decir, después de haber dicho que la ministra Chacón parecía «la señorita Pepis vestida de soldado». Algo parecido al comentario del guerrero Guerra que no tuvo reparo alguno en referirse a la ministra Becerril, como «Carlos II vestido de Mariquita Pérez», que luego remató diciendo: «Hay que convivir con la economía sumergida como con algunas mujeres. No se las puede eliminar».

El mismísimo Fraga, que en paz descanse, afirmó que la portavoz socialista de Educación en el Congreso, Clementina Díez sólo tenía de interesante su escote. Y el ínclito Fran Dolce, policía local de Aljaraque, que habló de las mujeres vomitando: «El truco está en escucharlas como psicólogo y follártelas como si te estuviesen pagando».

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Estos botones de muestra, no envidian a otros habidos a lo largo de la historia, como el sorprendente de Aristóteles, afirmando que la mujer era un hombre incompleto. O Tomás, el santo de Aquino, proclamando que las damas eran un error de la naturaleza. Incluso Schopenhauer no tuvo reparo alguno en decir que las señoras eran un animales de pelo largo y pensamiento corto. Atreviéndose San Juan Damasceno a predicar que las mujeres eran burras tozudas.

Comentarios tan despreciables como el dicho popular que tuve ocasión de escuchar alguna vez en mi infancia, proponiendo la doma femenina aconsejando a los hombres golpear a las consortes para someterlas, diciendo: “A la mujer y a la mula, mano dura”.

La náusea que producen tan hendiondas regurgitaciones nos obligan a desterrar de la civilización a los verracos sin seso que todavía quedan entre nosotros, poniendo el mundo en mano de las mujeres para que gire sin rechinar por el residual machismo, ni queden impunes comentarios anónimos como ese que ha circulado ayer por la red.