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BAHÍA DE COCHINOS

BAHÍA DE COCHINOS

bahía

El bloqueo americano a la isla caribeña tras el triunfo de la revolución cubana, obligó a Fidel Castro a convertir la nación en un preocupante satélite de la Unión Soviética, pues apenas separaban 150 kilómetros el territorio ruso-cubano de la costa americana, resultando amenazante para el Tío Sam la cercana presencia del enemigo soviético, en plena Guerra Fría.

Así las cosas, el presidente Eisenhower decidió erradicar ese hipotético peligro embargando económicamente a Cuba y encargando a la CIA la Operación Pluto, consistente en reclutar una brigada de cubanos anticastristas refugiados en Estados Unidos, para que invadieran la isla y derrocaran a Fidel Castro.

Los invasores fueron entrenados durante meses para ello en Nicaragua y Guatemala, hasta que en la madrugada del día 17 de abril de 1961 desembarcaron 1.400 exiliados en la cenagosa Bahía de Cochinos, donde fueron esperados por 20.000 cubanos movilizados, tras recibir Castro un chivatazo del periodista argentino Rodolfo Walch, interceptor de un mensaje cifrado procedente de Guatemala. A esto se une que dos días antes de la invasión, ocho bombarderos americanos fracasaron en su intento por destruir la aviación cubana.

Los invasores quedaron abandonados a su suerte, y tras 66 horas de combates su derrota fue contundente, durando 20 meses las negociaciones llevadas a cabo por Robert Kennedy para conseguir la puesta en libertad de los detenidos, a cambio de 53 millones de dólares en alimentos, medicinas y tractores para los vencedores revolucionarios cubanos.

DON MANUEL

DON MANUEL

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Recibo un correo de mi querida Sofía, amiga que abandonó su Galicia natal para dejarse la piel en Bolivia liberando de la miseria a los desfavorecidos hundidos en la pobreza. Me pide Sofi que dedique un artículo a la memoria de Manuel Fraga y voy a hacerlo, sabiendo que mis palabras van a decepcionarla, porque sé lo que piensa del personaje y los piropos que le dedica, como yo hice hasta los meses de su arrepentimiento.

Siempre he dicho lo que pienso sin esconderme y ahora tampoco voy a fingir la voz, aunque me lleve un arañazo por olvidarme de Grimau, de Ruano, de Montejurra , de las víctimas del franquismo y de los cinco obreros muertos en Vitoria cuando Fraga era responsable de la cartera de Gobernación.

Puse 788 páginas de un libro al servicio de los últimos años de la vida de Unamuno, por entender que en ellos se encontraba el verdadero Unamuno, el hombre sedimentado por la experiencia de vida después de muchos vaivenes, quehaceres, dudas, ilusiones, decepciones, errores, esperanzas, disgustos, dolores, sudores, pesares, aplausos y silbidos. Y eso voy a hacer con Manuel Fraga Iribarne.

Mi discrepancia ideológica con él me lleva a rechazar su posición política, pero mi vocación al esfuerzo me impide negar su singular capacidad de trabajo. Mi crítica a “hunos” y “hotros” siempre que han sometido los intereses comunes al bien propio, me acerca al hombre que nos pidió a todos tirar juntos del carro. Mi relación sincera con personas de izquierda y derecha me lleva a felicitar a Fraga en la presentación que hizo de Carrillo en el Club Siglo XXI, dándole a la derecha más rancia un ejemplo de convivencia que reforzó abrazando a Fidel Castro. Y su concepto del Estado convendría que fuera imitado por políticos de pacotilla y politiqueros.

Lo siento, Sofía, pero el último Fraga nada se parecía al “amo de la calle”, ni al enemigo del marxismo, ni al látigo del separatismo, ni al ciclón del insulto y el despotismo. Fue protagonista de las tres etapas más complejas de la moderna historia de España: el franquismo, la transición y la democracia. Intelectual venido a político que llegó a ser el político más intelectual. Franquista que reformó el franquismo desde dentro. Verdadero animal político, megaterio que pasó más de sesenta años dedicado a la vida pública, con tiempo para eliminar la censura previa y llenar el país de Paradores, impulsando nuestra mejor industria, sin llevarse ni un duro que no le perteneciese.

Observando a sus alevines, es obligado recordar a quien dijo “verdades sin condón”; a quien pidió ser recordado como «un hombre de bien»; a quien puso el mayor empeño en «unir y no desunir»; a quien un año antes de morir “pidió perdón a todos” por sus errores, complicidades y omisiones.