PEATONALIZACIONES
Admitiendo que la radicalización es un muro que cierra el paso a la tolerancia, dificulta el diálogo y aleja el entendimiento, que nadie me atribuya esa actitud cuando propongo la peatonalización de los centros urbanos, prohibiendo la circulación de vehículos por ellos, salvo las excepciones derivadas de servicios públicos, como ambulancias, suministros, reparaciones, repartos y transportes colectivos.
Pediría a los nuevos ediles de todos los ayuntamientos que redactaran bandos municipales, enviando los motores de explosión extramuros de las ciudades, para salvar los cascos urbanos de la invasión motorizada protagonizada por nativos y foráneos, que amenazan como plaga bíblica el bienestar de los vecinos, el paseo urbano sosegado y la salud de los monumentos.
Mientras llegan esos bandos, seguiremos dando bandazos por las calles como miembros de bandas borrachas de Bandolandia, cerrándonos en banda contra la banda de personas adictas a los autos móviles que utilizan motores rodantes para sus desplazamientos por ciudades, sean estas recogidas rúas o bulliciosas avenidas.
Aspiramos a respirar aire limpio, carente de malos humos. Queremos deambular por calles sin ruidos motorizados. Deseamos movernos por las aceras sin esquivar vehículos aparcados sobre ellas. Pretendemos cruzar las plazas sin riesgo a ser mutilados. Y apetecemos la paz y tranquilidad que nos roban las máquinas de cuatro tiempos.
Somos cervantinos que gustamos de la apacibilidad urbana, del recogimiento en torno a las farolas, de la conversación distendida con los vecinos, del curioseo tranquilo de los turistas, del reposo en los bancos municipales, de las compras apacibles y el juego despreocupado de los niños por las calles y aceras.
Los urbanitas exigimos vivir en ciudades sin ambiente enrarecido, ruidos malsonantes y peligros inesperados. Tampoco queremos vibraciones, ni los contaminantes óxidos de azufre y de nitrógeno emitidos por los coches, que dañan la salud y deterioran las edificaciones de hermosas ciudades monumentales que sufren daños irreparables en sus fachadas.