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Etiqueta: facción

INGENUIDAD

INGENUIDAD

INGENUIDAD

Encontré ayer a un joven amigo progresista y militante de izquierdas, esperando en la puerta del Liceo para entrar al mitin que el Partido Popular daba en ese teatro, y el afecto personal que le guardo me llevó a intentar – sin éxito – disuadirle de semejante propósito, en beneficio de su integridad, de su futuro político y de su tranquilidad, advirtiéndole que nadie del partido en que milita o que conozca su ideología, que le viera entrar en el mitin, permanecer en él o salir por la puerta, tendría la mínima comprensión hacia su presencia en el acto, por mucho que él lo explicara en todos los idiomas conocidos, con argumentos tan válidos como los que a mí me expresó.

Ingenuidad sólo aceptable en un joven inexperto, ignorante del delito político que iba a cometer en un país donde pocos aceptan como amigos a militantes de la facción opuesta, por muchas sonrisas que intercambien en sus casuales o forzados encuentros ocasionales.

Poco hablamos, pero tiempo tuve de advertirle que si los adversarios le reconocían vigilarían de cerca los movimientos suponiendo malas intenciones en el espía; y los afines criticarían su presencia en un acto propagandístico del enemigo. Es decir, que hunos y hotros desaprobarían su actuación y sería condenado a galeras por ambos bandos, como le hice saber.

Así de mentecatos somos los humanos, así de provincianos mentales, así de intransigentes democráticos, así de dogmáticos liberales. ¡Qué difícil es actuar libremente en el espacio político sin ser estigmatizado!

Como sé que mi amigo se pasea diariamente por las páginas de este blog, le recuerdo que a mi maestro le partieron la cara tantas veces como la puso, y tantas veces como mantuvo su verdad, perdió la paz. Y no sólo eso, el premio Nobel de literatura le fue negado por dejarse llevar de la curiosidad intelectual asistiendo a un mitin de Falange el domingo 10 de febrero de 1935.

 

REFLEXIONES PRE-ELECTORALES

REFLEXIONES PRE-ELECTORALES

REFLEXIONES PRE-ELECTORALES

En voz baja y sin pretensiones de ser escuchado, pero con la conciencia tranquila de proclamar a los cuatro vientos mi pensamiento, sugiero a los candidatos que no intenten confundir a los electores porque la inteligencia colectiva es avispada y no se deja embaucar con manipulaciones informativas ni quiméricas promesas, por muy firme que sea el poder ejercido por los medios de comunicación. Tal vez por eso, inaugurar obras públicas inconclusas o poner primeras piedras en el vacío durante el periodo pre-electoral, contribuye a desviar el voto de los indecisos hacia la facción opuesta.

Ocultar información, mentir o decir medias verdades es tan deshonesto como peligroso para los intereses propios. Igual que limitar las entendederas a privados dividendos, porque no beneficia ni produce réditos a quien sólo comprende aquello que le conviene.

Responder con evasivas a preguntas concretas, contestar sobre aquello que no se interroga, pretender justificar lo injustificables, aludir a lo que no corresponde y criticar al ausente, no sólo es de mala educación, escaso gusto y poca sensibilidad, si no que además resta papeletas electorales.

La prepotencia y presunción de victoria, puede desterrar a las tinieblas a todos los primos de zumosol por muchas elecciones que hayan ganado hasta ahora. Y debe tenerse en cuenta que limitar libertades, poner cruces en la frente de los disidentes y señalar públicamente con el dedo a los librepensadores, conduce a la rebeldía de los estigmatizados.

Hablar claro obliga a decir la verdad por dura que ésta sea, y es momento de advertir a los votantes que la verdadera crisis no ha empezado, que todos debemos apretar los dientes, que la bonanza no volverá en muchos años, que la salida pasa por trabajar con sacrificio, que debemos estar despiertos ante los especuladores sin escrúpulos y que todo ello será posible si ocupan los escaños los mejores y más capacitados, sin importar el sexo, la militancia ni los juegos de poder individuales o colectivos, sino criterios de competencia profesional, liderazgo natural, conocimientos y experiencia, por encima de todo amiguismo, compraventa de favores o interesadas presiones.

Los aspirantes han de saber que la humildad les llevará más lejos que la soberbia; que el diálogo evitará la confrontación; que la negociación esquivará el rechazo que produce la imposición; que el control evitará la oportunidad del pelotazo; que el sectarismo es preludio de discriminación; el monólogo político, la antesala del cesarismo; el despotismo, comienzo del ocaso; el engaño, fuga de los titubeantes; la manipulación, preámbulo de rebeldía; y el adoctrinamiento certificado de defunción de la libertad de pensamiento y de la razón.