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Etiqueta: Etiopía

QUINTO MUNDO

QUINTO MUNDO

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Gobiernos, instituciones políticas, religiones, asociaciones obreras, centros educativos, entidades financieras, agrupaciones vecinales, bomberos, vecinos, repartidores de pizzas y mi perra Kala, tienen claro qué son, quiénes son y dónde están los cuatro primeros mundos, pero nada saben sobre el paradero del quinto mundo, aunque pasen a su lado cada día.

Encontramos al primer mundo asentado en países con elevados estándares de vida, diluyéndose el segundo mundo socialista en las páginas de la historia junto a los países emergentes, para dar paso al tercero mundo en la banda periférica del subdesarrollo, el analfabetismo y el hambre, diferenciándose del cuarto mundo en que éste añade un espacio de marginalidad y desprecio, donde la desprotección, el riesgo social y la quiebra sanitaria hacen una gran morgue en los países que lo integran, como Zambia, Haití, Sudán o Etiopía.

Pero, ¿dónde se encuentra el quinto mundo? ¿qué parámetros lo definen? ¿cómo identificarlo? ¿cuáles son sus señas de identidad? ¿qué personas habitan ese territorio? Pues sabed que el quinto mundo – como el reino de Dios – se encuentra entre nosotros, ocupando un amplio espacio de marginalidad, pobreza y mendicidad, inmerso en el primer mundo que se protege de él aislándolo en guetos alambrados de invisible y muda miseria, porque el Gran Hermano impide sus gritos de protesta con mordazas, cauteriza sus cuerdas vocales y encadena sus manos para que no empuñe los garrotes.

Forman el quinto mundo ancianos desamparados, jóvenes desprotegidos, familias desamparadas, personas sin hogar, parados a la intemperie, enfermos abandonados, madres desesperadas, trabajadores explotados, inmigrantes despreciados y viudas enlagrimadas,  constituyendo una mayoría absoluta que vive anestesiada y sin respuesta, ignorando que la unión de todos derribaría las tapias del gueto social en el que sobremueren.

El quinto mundo es vecino del primero en el espacio, pero viven tan alejados sus corazones que a los privilegiados no les llegan los latidos de los desfavorecidos. Forman dos razas sociales distintas con intereses opuestos, pues mientras una de ellas aspira a multiplicar su patrimonio sin esfuerzo y a corto plazo, la otra sólo pretende subsistir con mendrugos de pan, aspirinas, cartillas de racionamiento y palilleros escolares en tinteros de porcelana.