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AMÉN

AMÉN

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amen

En este Sábado Santo, preludio de resurrección, me acerco de puntillas a la semítica palabra “amén”, que cierra todas las oraciones, plegarias y devociones de los creyentes occidentales, para que las alabanzas, ruegos y peticiones de los cristianos se cumplan, rogando a Dios que “así sea”.

Pues eso, que así sea, ya que no puede ser de otra manera, por mucho que nos mordamos el alma pretendiendo que los hechos ocurran de manera diferente a como suceden, tratando de evitar la despedida final de la vida, sin que a la “enemiga fiel” le importe demasiado el eterno deseo humano de sobrevivencia, tan socorrido en las religiones.

Decir amén ratifica firmeza, confianza, creencia, lealtad y seguridad en la fe, aunque los rabinos llegaron en sus discusiones sobre leyes judías, costumbres y tradiciones, a concluir que la palabra “amén” es un acrónimo que significa “Dios es un Rey en el que se puede confiar”.

De los judíos tomaron prestada esa palabra los cristianos y musulmanes y “así fue” como se hizo cuerpo en la liturgia, las plegarias y el pentagrama, como sucede en esta versión que Andre Rieu nos ofrece para deleite de los lectores que quieran vibrar conmigo oyéndola, cantándola y bailándola con ellos ante la pantalla del ordenador:

http://www.youtube.com/watch?v=cNoKFcQZL5c&list=RDcNoKFcQZL5c

Para los más veteranos como yo, queda la versión de Gospel, con sabores juveniles, cuando la oración era costumbre, la creencia ritual, el asentimiento firme, la ingenuidad creciente y la fe ciega, antes de que la razón se abriera paso en las pilas bautismales, temblara la catequesis y fueran borradas las profecías de Balaam en los textos escolares de Doctrina Sagrada.

GEORGES MOUSTAKI

GEORGES MOUSTAKI

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Ha huido el apátrida Moustaki a una tierra sin tierra, empapada de libertad eterna y vuelo sostenido, rompiendo los grilletes que le atenazaban a un mundo secuestrado por voluntades de exterminio y condenado a galeras, haciendo irrespirable el aire a quien se dejó los pulmones cantando libertades, en una sociedad donde siempre fue extranjero.

Judío errante, peregrino libertario, pastor griego y vagabundo en un planeta abandonado de principitos y sin posibilidad de redención para un alma de meteco que deambuló, guitarra en mano, por los rincones de la verdad, en busca de la imposible redención del purgatorio donde ahora habita.

Eterno adolescente con la melena al viento buscando almas gemelas donde saciar el amor, bebiendo años hasta morir viviendo en la eternidad del sueño imposible y redimiendo libertades ajenas a golpe de canción sobre la fuerza bruta que nos ha reducido al infierno social donde el dolor habita.

Perdedor de amigos para ganar espacio, entregando a la libertad la camisa, cediendo sus costumbres y acompañando la soledad con canciones, mientras ganaba sonrisas al aire fresco de la aventura protectora de quebrantos y sanadora de heridas, con fuerzas para romper amarras y perderse por caminos abandonados recogiendo rosas de los vientos y rayos libertarios de luna llena.

A todos nos espera el extranjero universal en la noche eterna del humo, con una copa de vino griego en la mano, cigarro en boca y abrazado a su guitarra cantando coplas con Brassens y la Piaf, mientras el mundo sigue girando a ritmo de secuestros, fronteras y barricadas de dolor.

MAESTRO JOSÉ LUIS SAMPEDRO

MAESTRO JOSÉ LUIS SAMPEDRO

Unknown

La Vanguardia me trae la noticia de la resurrección y vuelta al mundo de Sampedro, porque San Pedro ha prohibido la entrada a José Luis en el cielo reenviándolo a la tierra con todo su eterno y fraternal legado para que sea celemín que ilumine en el camino hacia la redención de los oprimidos, los débiles y desfavorecidos que luchan por una justicia social que amenaza con no llegarles nunca.

Noventa y seis años de vida plenamente vivida, que se expandirán más allá de las cenizas de su esquelético cuerpo abandonado al fatal destino que le rondaba desde hacía tiempo. Ayer Sampedro salió a recibir la muerte con un granizado de Campari en la mano que pidió a su querida Olga, mientras la guadaña remoloneaba por los alrededores de la casa esperando que terminara la copa y diera las gracias a quienes le acompañaban, antes de dormirse en brazos de la parca.

Pero este Sampedro de carne y hueso, humanista, ilustre sabio, valiente predicador, honrado ciudadano y abanderado de valores eternos, seguirá custodiando las llaves del reino de la solidaridad, del compromiso y la verdad, con su etrusca sonrisa como bandera de amante lesbiano en permanente renacer de octubre junto a la vieja sirena, para decirnos que escribir es, ante todo, vivir la balada del agua.

Hoy no cabe una lágrima entre nosotros, ni queja o lamento alguno ante lo inevitable, porque la palabra de José Luis habitará siempre entre nosotros, recordándonos que todo lo hizo como mejor pudo en su larga historia, pidiéndonos que vivamos la vida plenamente en libertad, igualdad y fraternidad.