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PRIMERO DE MAYO

PRIMERO DE MAYO

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Si los obreros americanos no hubieran hecho huelga el 1 de mayo de 1886 pidiendo la jornada laboral de ocho horas que dio lugar a los “mártires de Chicago”, el Día Internacional de los Trabajadores tendría otra fecha diferente a la que hoy los congrega pidiendo de nuevo la jornada laboral de ocho horas, porque esta se alarga hoy más allá de ese tiempo y las condiciones de explotación no han variado para muchos trabajadores, después de 118 años.

Las primeras celebraciones de la fiesta del trabajo en España, despertaban inquietud en la población y temores en las autoridades que acuartelaban las tropas y distribuían patrullas de la Guardia Civil por todas las ciudades, hasta que comprobaron el pacifismo que guiaba las manifestaciones, consignas y pancartas, aunque la prensa integrista siguiera predicando la apocalipsis.

En las antiguas fiestas del trabajo había discursos de líderes obreros, repartos de premios a los aprendices, lecturas de poemas, funciones de teatro y meriendas camperas por la tarde, después de la manifestación matinal con posterior entrega a los gobernadores civiles de un escrito que contenía las reivindicaciones de los trabajadores, para ser transmitidas al Gobierno central.

Hoy han retornado algunas condiciones laborales al punto de partida de la lucha obrera, la patronal estira el cuello, los “liberados” ondean las banderas, sobran sindicalistos, se autorizan pancartas y altavoces para que todo siga igual, algún líder lleva veinte años subiéndose a la tribuna sin atreverse a dar un puñetazo encima del pesebre andaluz que lo sostiene y los seis millones de parados caminan diseminados, ignorando que si se unieran serían la mayor fuerza política y social del país.

AGUSTINA DE ARAGÓN

AGUSTINA DE ARAGÓN

Agustina

“Agustina de Aragón”, llama un buen amigo mío a su mujer por la valentía que está demostrando ante los difíciles momentos que viven, dándome pie para homenajear a las miles de “agustinas” ignoradas que luchan por el mundo para sacar a su familia adelante, recordando a la verdadera heroína que abandonó esta vida hace 157 años en Ceuta.

La catalana Raimunda Maria Saragossa i Domènech se convirtió para la historia en intrépida aragonesa Agustina, por su heroico comportamiento en la defensa de Zaragoza a cañonazo limpio contra el asedio de las tropas napoleónicas, durante la Guerra de la Independencia española.

Palafox la nombró artillera, consiguiendo ella por méritos propios, algo de suerte y mucha valentía los ascensos a cabo, sargento y subteniente, así como una página en la historia de España, el recuerdo en la memoria colectiva, la admiración de su hija Carlota y la gratitud de quienes se beneficiaron de sus cañonazos contra el invasor.

El puntillazo a su vida no se lo dio una bala, sino la vulgar bronconeumonía que se la llevó por delante en Ceuta a los 71 años de edad, donde descansaron sus restos hasta ser trasladados en 1879 al Pilar zaragozano y en 1908 a la capilla de la Anunciación de la Iglesia de Nuestra Señora del Portillo donde actualmente reposan.

Mientras atendía a los enfermos, llevaba agua a los soldados, preparaba el rancho y transportaba sacos terreros, le dio por apuntar con un cañón a las tropas francesas que asediaban la posición donde se encontraba, con tal fortuna que un puñado de gabachos rodaron por el suelo, provocando la huida de los demás y dando fama, honor y gloria a la afortunada Agustina.

El rey felón la ascendió en la carrera militar, Francisco de Goya la inmortalizó en un grabado y Lord Byron la mencionó en sus escritos.

ANIVERSARIO REPUBLICANO

ANIVERSARIO REPUBLICANO

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Hace hoy ochenta y tres años que Unamuno proclamó la Segunda República Española en la Casa del Pueblo de la Federación Obrera salmantina, y más tarde desde el balcón del Ayuntamiento, recibiendo vítores y ovaciones de los miles de ciudadanos que abarrotaban el ágora charra, antes de ser nombrado alcalde honorario perpetuo del Concejo salmantino.

En el aniversario de la República, conviene recordar que ésta no tuvo rabo, ni piel de exclusivo color rojo, ni apestaba a azufre recién quemado, ni fue dañina para la salud, ni estuvo contaminada de maldad, ni traicionó nada, ni estafó a nadie, ni tuvo cuernos de macho cabrío, ni topó contra los derechos ciudadanos, ni arañó dignidades nacionales.

Fue la República estímulo cultural, manantial de intelectualidad, fuente de creatividad y esperanza de conquistas sociales, que cristalizaron en la reducción del analfabetismo, el fomento de la participación, la mejora sanitaria, el desarrollo industrial y la consagración de libertades.

Con la Segunda República se revivió en el país un nuevo Siglo de Oro, acumulando escritores, pensadores, músicos, científicos y artistas de reconocida talla mundial, que promocionaron en el mundo la marca España con una fiabilidad muy superior a la pretendida en estos tiempos de impunidad y corruptelas.

Trajo la Segunda República el sufragio universal, las Cortes unicamerales, los jurados populares, la reducción del centralismo, los derechos laborales, la legalización del divorcio, la verdadera aconfesionalidad del Estado y la protección de familias, ancianos, enfermos y niños.

Eso fue la República, y no otra cosa como tratan de hacernos creer los cortesanos a quienes aspiramos a organizar el Estado con una autoridad elegida por nosotros, eliminando privilegios hereditarios propios de tribus perdidas y desvalidas, incapaces de moderarse porque la cultura les falta y les sobra inmadurez.

ELECCIONES MUNICIPALES

ELECCIONES MUNICIPALES

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Exiliado y muerto el dictador Primo de Rivera y fracasada la dictablanda del General Berenguer, el presidente del gobierno monárquico almirante Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, sin prever la victoria republicana en cuarenta y una capitales de provincia, que pusieron al abuelo del actual rey en la frontera.

Efectivamente, aquel domingo electoral España se despertó monárquica con la apertura de los colegios electorales, y se acostó republicana al cierre de los mismos, cuando las urnas testificaron la voluntad mayoritaria de los españoles, enviando la monarquía al exilio y dando una pincelada violeta a la bandera.

Fue un día de nervios, incertidumbre y agitaciones para unos y otros, que cinco años después acabarían siendo “hunos” y “hotros”, por obra y desgracia de una salvaje guerra incivil, aunque el bando nacional vencedor de la contienda, pregonara durante cuarenta años que fue por obra y gracia de Dios.

Los temores, temblores y sudores de aquel 12 de abril, se transformaron pasajeramente en esperanzas, ilusiones y optimismo. Promesas de bonanza que terminaron en manos de gobiernos delicuescentes de signos contrarios y a garrotazo limpio entre los vecinos, helando el corazón del españolito que vino al mundo de la mano del poeta, sin ganas de charanga ni juegos de panderetas, con la sangre ennegrecida por una locura colectiva que comenzó con un golpe de Estado.

TODO POR UNA LENTEJA

TODO POR UNA LENTEJA

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Entre las aleccionadoras historias que describe la Biblia, recordamos hoy el pasaje del Génesis en el cual la ambición material de Esaú le lleva a vender la primogenitura a su hermano Jacob por un simple plato de lentejas, engañando a su padre Isaac por añadidura.

Relato bíblico que hoy está más presente que nunca en nuestra sociedad, pero con menos legumbres, y cambiando primogenitura por dignidad, ya que basta con ofrecer una sola lenteja al inmoral conseguidor, para que este ponga su honor a los pies del peticionario y conceda el beneficio solicitado.

Por una miserable lens culinaris pueden hoy obtenerse favores a cambio de valores que nunca se vendieron en taquilla alguna, sin percibir la degradación ética del intercambio, porque el verdadero problema que tenemos en España no es económico, ni social, ni laboral, sino ético, por la falta de honradez y ausencia de dignidad que campea por instituciones públicas, sindicatos, redacciones de periódicos, programas televisivos y gremios profesionales.

La deuda pública, el engaño de las preferentes, la quiebra de las huchas de ahorro, los inhumanos desahucios y la decapitación del estado del bienestar, tienen su origen en la falta de higiene mental, urbanidad moral, conciencia social, honestidad personal y decencia política.

Los ciudadanos estamos soportando la tiranía de los florentinos, con una elegancia, resignación, pulcritud y educación, que envalentona a los groseros gestores que van desparramando el serrín de sus cabezas y el polvo de sus venas, por las instituciones públicas, sin percibir el riesgo de incendio que corren como un polizonte se infiltre en ellas con un bidón de gasolina en la mano.

INMERECIDA PENITENCIA

INMERECIDA PENITENCIA

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Escribo mi bitácora de hoy, dolorido por la terquedad de la condición humana en despreciar, abandonar, desconsiderar o arrinconar en vida a quienes compartieron con nosotros la existencia, llorando luego su muerte con desconsoladas lágrimas y arrepentimientos, por no haber hecho con ellos lo que pudimos hacer mientras estuvieron con nosotros.

La abundancia de elogios recibidos tras la muerte de quien más fue insultado, denigrado, despreciado y abucheado en este país, en el momento que más aplausos merecía, hace realidad el dicho familiar que censura tal comportamiento, afirmando que una vez muerto el vivo, de nada vale ponerle comida en el plato.

Quien fuera tahúr del Misisipi, ha resultado ser un jugador de póker honrado.

Quien fuera un obrero de la política, ha resultado ser el capataz de la obra.

Quien fuera un becario, ha resultado ser un experimentado profesional.

Quien fuera un inculto, ha resultado ser una enciclopedista.

Quien fuera un relaciones públicas, ha resultado ser jefe de protocolo.

Quien fuera intelectualmente débil, ha resultado ser un gran erudito.

Quien fuera un chapucero, ha resultado ser el mejor fontanero.

No seré yo quien elogie, defienda y exprese mi respeto y gratitud a Adolfo Suárez después de muerto, porque ya lo hice en tiempos de sequía para él y he seguido haciéndolo durante años, mirando siempre a sus grandes aciertos e innegables logros y olvidando los errores cometidos.

Pero esto no ha sido compartido por el “faltoso enano cavernícola” y el “revisionista escribidor iletrado”, que llevan el paso cambiado en una sociedad que camina hacia el sentimiento común de agradecimiento a un buen hombre, valiente político y gran estadista que pilotó con éxito el cambio de régimen en España, sorteando todas las piedras que le pusieron en el camino los terroristas, la oposición, muchos periodistas y sus ambiciosos compañeros de partido.

BLAS DE OTERO

BLAS DE OTERO

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Noventa y ocho años cumpliría hoy el poeta bilbaíno Blas de Otero, si el aire de sus pulmones no le hubiera cerrado las puertas de la vida, tras sesenta y tres años de peregrinaje en busca de una democracia apenas rozada con los dedos de sus manos encallecidas, hartas de luchar contra una dictadura que se antojaba interminable.

La muerte del padre y un hermano puso a Blas rumbo al pesimismo, dejándolo abandonado al desabrigo obsesionante de la muerte que le llevó a los marianos religiosos Luises, impregnando sus primeros versos de mística cristiana mientras intertextualizaba palabras de Juan Ramón y los poetas del 27 en su lírica.

El desconsuelo por la situación familiar y la frustración de posguerra le llevó a un sanatorio antidepresivo, del que salió reforzando una posición escéptica, previa a su poesía interrogativa, haciéndose hombre entre los hombres, recuperando el sosiego interior, abriendo sus puertas a la solidaridad y al compromiso social, antes de autoexiliarse a Francia donde se afilio al partido comunista, crisol de su ideología humanista, intentando cambiar el mundo con los versos de su poemario Pido la paz y la palabra.

La añoranza de la patria le devolvió a España y se perdió en ella por caminos vecinales al encuentro del pueblo, trabajando de obrero, peregrinando por rutas de pobreza, recorriendo caminos a la intemperie y viviendo de oficios alejados de su formación jurídica.

Llegaron los premios literarios, la fama y los viajes a la URSS, China y Cuba en la década de los años sesenta, donde vivió tres años casado con Yolanda Pina en La Habana hasta su divorcio y regreso a España, retomando la amistad y el amor con Sabina de la Cruz hasta su muerte, agradeciendo a esta la serenidad emocional que le permitió reanudar la creación poética, dando todos sus versos por un hombre en paz.

“Escribo en defensa del reino del hombre y su justicia. Pido la paz y la palabra. Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra”