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Etiqueta: emigración

ARGUMENTOS PERVERSOS

ARGUMENTOS PERVERSOS

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Las razones esgrimidas por algunos dirigentes políticos y financieros, recuerdan los perversos argumentos utilizados por los esquilmadores españoles de los siglos XVI y XVII que invadieron el nuevo continente, justificando la rapiña de tesoros, los cristazos convertidores de infieles y el exterminio de rebeldes, con palabras que hoy ofenden al sentido común.

En aquellos tiempos se justificaba el suicidio de los indios en las islas del Caribe diciendo que eran holgazanes y se negaban a trabajar. Hoy los suicidios por desahucios se atribuyen a la poca cabeza de los que se ahorcan, mientras el expresidente de la patronal decía que estamos como estamos porque se trabaja poco y se cobra mucho.

En aquellos tiempos los virreyes atribuían a Satán y a la estupidez, que los indios creyeran en sus sueños y pretendieran hacerlos realidad. Hoy Marina del Corral, la secretaria general de Inmigración y Emigración, afirma que los jóvenes licenciados y doctores emigran al extranjero, llevados por “el impulso aventurero de la juventud”.

En aquellos tiempos se informaba desde el territorio conquistado a la corte española, que los rebeldes eran pocos y todos estaban conformes con la explotación, los castigos y las conversiones, porque la mayoría de ellos permanecía resignado en sus chozas. Hoy el presidente del Gobierno dice que la mayoría silenciosa está de acuerdo con los recortes porque se queda en casa y no acude a las manifestaciones.

En tiempo de los esquilmadores se decía que los indios eran incapaces de dominar sus instintos porque comían cuando tenían hambre y no cuando era la hora de comer. Los recortadores de hoy recriminan a los parados que no quieran trabajar y prefieren vivir de las prestaciones por desempleo para satisfacer su primitivo instinto de comer.

En tiempos de los profetas redentores, estos justificaban que los indios adoraran la naturaleza y la tuvieran por madre sagrada, porque eran idólatras. Hoy el ministro de Justicia atribuye las huelgas judiciales a la ambición económica de los jueces y no a su celo por mejorar la profesión que adoran.

En tiempos de los saqueadores se justificaba la desnudez de los indios porque eran salvajes que no tenían vergüenza. Hoy las mareas blancas y verdes de médicos y profesores son descalificadas, porque se trata de rojos sinvergüenzas que salen a la calle sin motivos, en vez de estar en los consultorios, aulas y quirófanos.

A MÍ, QUE ME REGISTREN

A MÍ, QUE ME REGISTREN

Echar la culpa a otros gusta más a los conservadores que el chocolate con churros a los párrocos en casa de los ricos feligreses a media tarde.

En un tiempo pasado, achacaban las desgracias patrias a una conjunción de judíos, masones y marxistas, dando como probado y propagado por los ideólogos del régimen, que el franquismo era víctima inocente de la guerra civil, de las cartillas de racionamiento y de la emigración masiva de españoles.

Con la llegada a la pseudocracia fue la CIA culpable de algunos de nuestros males, al parecer por meterse a desarreglar entuertos donde nadie la había llamado.

Más adelante, los males sufridos en el país eran debidos a la herencia de corrupción felipista cedida por el gobierno del cambio rosado. Por cierto, todavía estamos esperando algunos cambios prometidos por ellos, después de 22 años de gobierno socialista.

En la actualidad, los culpables de todos los males que exoneran de responsabilidad a los conservadores, son múltiples y variados. De una parte está el legado de Zapatero, receptor de todos los dardos habidos y por haber, siendo responsable también de las últimas lluvias y de que se le cayera el bolígrafo a mi pescadera. También la insolidaridad de los funcionarios, ha llevado al gobierno a su demonización. Y, por último, en un alarde de paroxismo, el señor Montoro culpaba el otro día de la situación que padecemos a la UniónEuropea, por no hacer lo que debía hacer.

No obstante, parece claro que la realidad es bien distinta, pues en todo lo que ahora está sucediendo tienen bastante culpa el propio Gobierno que dispara responsabilidades a todo lo que se mueve, estimulado por la incompetencia y sumisión de sus miembros, que han optado por la vía fácil de la obediencia debida, sin pensar mucho en las consecuencia de sus decisiones.