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Etiqueta: electorero

LA MUERTE DEL GRILLO

LA MUERTE DEL GRILLO

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No le deis más vueltas, amigos. Todas nuestra desgracias politiqueras vienen por la muerte del grillo, -de Pepito me refiero, claro-, no del insecto ortóptero de la familia grilloidea que adormecía nuestros sueños urbanos infantiles en las noches estivales, cuando al fresco en tajuelas y con botijo, oíamos cantar las horas al sereno.

El grillo de Collodi al que me refiero, inseparable amigo de Pinocho, era el norte que orientaba sus pasos hacia la honestidad, al ser la conciencia del muñeco que le permitía distinguir lo bueno de lo malo, obligándole a realizar lo hacedero por su bondad y despreciar lo vicioso por su maldad.

Con la muerte de Pepito Grillo la conciencia ha desaparecido de ciertos espíritus politiqueros que rigen Instituciones públicas, haciendo que la nariz de tales pinochetes crezca y crezca de día en día con sus mentiras, hasta alcanzar la cumbre de la cucaña a la que ascienden por sus narices, para no emplear otros nombres alusivos a depósitos genitales de ambos sexos.

Sin Pepito Grillo en el cerebro, los despepitados electoreros se van descerebrando paulatinamente, infectados por un virus más dañino que el astrológico cangrejo, con la diferencia de que este microorganismo proteínico y nucleico acabará vencido, mientras la enfermiza epidemia de codicioso poder se expande irremediablemente por los sillones amenazando con atrofiar las meninges ciudadanas de un pueblo harto de cambalaches, mercadeo, prepotencia y cinismo, propiciado por incapaces holgazanes que llevan meses cobrando suculentos sueldos, sin dar un palo al gua, salvo los chapuzones que disfrutan en piscinas privadas y salados mares, camuflados en playas para evitar ser descubiertos y abucheados por los vecinos de su sombrilla.

LAS COSAS CLARAS

LAS COSAS CLARAS

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Por fin, un politiquero ha hablado con claridad en nombre de todos los electoreros que suplantan estos días a los políticos en mítines y carteles electorales. Y lo ha hecho con cara de cemento armado, cinismo de raposa y desvergüenza de trilero, exhibiendo sin pudor su detestable aspiración a la canonjía política de una relajante poltrona con sueldo inmerecido, aportando como aval de su incompetencia un descaro de tahúr.

Su nombre: Pedro Fernández Aránguez; su aspiración: la alcaldía de Ciudad Real; su mérito: carecer de sonrojo social; su tara: la desmemoria congénita; su vocación: servirse a sí mismo; su partido: el que más ha ofrecido; y su enemigo….: el trabajo.

Sí, este abogado ha tenido la valentía de capitalizar el sentimiento de todos los gandules que se acercan a la política con tendencia al mamoneo sin realizar siquiera el mínimo esfuerzo de memorizar el programa electoral, mostrando un desparpajo ofensivo para la sensibilidad colectiva y para su propio partido, al exhibir sin parpadear un desconocimiento indecente del programa que se propone llevar a cabo.

Eso sí, tal personaje ha dejado clara la apuesta de su partido por la transparencia, porque ningún aspirante a cargo público en la historia de la democracia ha expresado de forma tan abierta y contundente su aversión al trabajo declarándolo enemigo, consciente el letrado que el esfuerzo corresponde al pueblo, sostenedor de semejante caradura con el sudor de su frente.

¡Ah! y quien piense que don Pedro tuvo un lapsus mental cuando dijo lo que dijo, que se olvide de ello, porque otro politiquero que le precedió en sus aspiraciones hace años, afirmó que iba a la política para forrarse, y el supuesto desliz mental se hizo realidad ante el asombro y la indignación del pueblo.