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A LA CAZA DE BRUJAS E INFIELES

A LA CAZA DE BRUJAS E INFIELES

Infieles y brujas

Se cumple ahora el 57 aniversario de la muerte por sobredosis de alcohol, merecido desprecio, exceso demagógico y brutalidad dialéctica, del Torquemada político que contaminó el alma de los norteamericanos con odio insano hacia las “brujas” comunistas que paseaban por las calles del capitalismo estadounidense.

Salvando las distancias en el tiempo y el espacio, no cabe distinción entre Torquemada y McCarthy, aunque uno se dedicara a chamuscar herejes con sarmientos secos en la hoguera, y el otro a decapitar hechiceros soviéticos en territorio anticomunista, durante los años de la caliente guerra fría.

El fraile dominico Tomás y el alcohólico Joseph han pasado a la historia por sus impunes matanzas de infieles y soviéticos, sin que las fechorías de uno y otro hayan podido borrar sus nombres de las páginas de los libros y ser condenadas a las calderas de San Pedro Botero, porque al lado de ellos el portero del infierno es un santo.

El confesor real que tantos pecados perdonó a la ¡católica! reina Isabel, ha obtenido el indulto de la Iglesia, pero no el perdón de la historia por su fanatismo exterminador de discrepantes doctrinales y judíos, olvidando que él era descendiente de estos, por más que intentara disimularlo.

En cuanto al borracho presidente del Subcomité de Investigaciones del Senado, McCarthy, conviene recordar que llevó su anticomunismo hasta el punto de pintar de rojo al mismísimo presidente Eisenhower y acusar al ministro de Defensa de encubrir actividades de espionaje extranjeras, todo ello con una botella de whisky en la mano.

Retiró de las librerías la novela Robín Hood, considerando que el protagonista era comunista porque robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Acusó también a Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Bertolt Brecht, Charles Chaplin y al padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer, por manifestarse en contra de la carrera armamentística nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, al ver los devastadores efectos de su invento.

Esto hacía el senador McCarthy cuando los efluvios del etanol desplazaban las neuronas de su cerebro, muriendo de alcoholismo crónico a los 48 años, víctima de una cirrosis y persiguiendo virtuales comunistas en sus alucinaciones alcohólicas.

BAHÍA DE COCHINOS

BAHÍA DE COCHINOS

bahía

El bloqueo americano a la isla caribeña tras el triunfo de la revolución cubana, obligó a Fidel Castro a convertir la nación en un preocupante satélite de la Unión Soviética, pues apenas separaban 150 kilómetros el territorio ruso-cubano de la costa americana, resultando amenazante para el Tío Sam la cercana presencia del enemigo soviético, en plena Guerra Fría.

Así las cosas, el presidente Eisenhower decidió erradicar ese hipotético peligro embargando económicamente a Cuba y encargando a la CIA la Operación Pluto, consistente en reclutar una brigada de cubanos anticastristas refugiados en Estados Unidos, para que invadieran la isla y derrocaran a Fidel Castro.

Los invasores fueron entrenados durante meses para ello en Nicaragua y Guatemala, hasta que en la madrugada del día 17 de abril de 1961 desembarcaron 1.400 exiliados en la cenagosa Bahía de Cochinos, donde fueron esperados por 20.000 cubanos movilizados, tras recibir Castro un chivatazo del periodista argentino Rodolfo Walch, interceptor de un mensaje cifrado procedente de Guatemala. A esto se une que dos días antes de la invasión, ocho bombarderos americanos fracasaron en su intento por destruir la aviación cubana.

Los invasores quedaron abandonados a su suerte, y tras 66 horas de combates su derrota fue contundente, durando 20 meses las negociaciones llevadas a cabo por Robert Kennedy para conseguir la puesta en libertad de los detenidos, a cambio de 53 millones de dólares en alimentos, medicinas y tractores para los vencedores revolucionarios cubanos.