VALIDOS
Cuando el segundo Felipe de la historia se llevó el absolutismo de la monarquía al Monasterio que construyó para descanso eterno de reyes en El Escorial, los sucesores del Prudente decidieron ocupar el tiempo en cacerías, escarceos amorosos, viajes y comilonas, dejando en manos de validos, – poco válidos y sin validar por el pueblo -, las riendas del país.
La holgazanería genética de reyes nacidos para reinar y gobernar, llevó a varios de ellos a dejar el gobierno en manos de amigos, ocupándose ellos simplemente de reinar, es decir, gandulear a costa de los demás, con el silencio de los descontentos vasallos, incapaces de llevar sus quejas más allá de murmuraciones tabernarias y mentideros cívicos.
El primer rey que colgó las responsabilidades del oficio en el perchero de palacio, fue don Felipe III “el bondadoso”, tan amante de la paz que puso todos los problemas del reino en manos del astuto Paco Sandoval, conocido popularmente como Duque de Lerma, para dedicarse a trabajos más divertidos como cazar, galopar, roncar, jugar, holgar, coitar, yantar y libar.
La diferencia con la actual monarquía parlamentaria es que hoy se ha legitimado el reinado, despojándolo del gobierno que corresponde a un valido real elegido democráticamente por el pueblo cada cuatro años. Lo demás se mantiene igual que en tiempos del nieto bendito de san Francisco de Borja y el pueblo mantiene el silencio, limitándose a murmurar en las redes sociales