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Etiqueta: democracia

SECRETAS REUNIONES

SECRETAS REUNIONES

En democracia, el pueblo tiene el poder y los derechos que muchos le niegan, residiendo en los ciudadanos la soberanía. Esto significa que la democracia es respeto a opiniones ajenas, laicidad estatal, pluralidad ideológica y otras cualidades de igual importancia, pero que vienen escritas en letra pequeña al reverso de la Constitución.

Un pueblo demócrata y adulto no necesita tutelas, ni proteccionismo, ni poderes moderadores de ficticias tensiones, ni silencio negociador por parte de quienes ocupan sillones institucionales, despreciando el deseo del pueblo al guardar secretismo en las mesas de negociación, sin percibir que la lluvia de estos días es un buen momento para disolver en ella las leyendas y cuentos infantiles con que nos durmieron al recuperar la democracia.

Sabed, dominadores del cetro, la balanza y las leyes, que la democracia es luz, taquígrafos, transparencia y publicidad. No estamos pidiendo pintores de escenarios políticos clandestinos que hagan cuadros para los ciudadanos ciegos; ni presencia de orquestas en los procesos negociadores, que compongan música para quienes están sordos; ni periodistas que redacten informes dirigidos a los analfabetos. Pedimos, simplemente, que se respete la inteligencia colectiva. Que retiren los políticos de sus despachos las fotos que tienen del pueblo con los patucos puestos y el chupete en la boca.

Aunque nos den las peores noticias que cabe esperar, es mejor saber lo que está ocurriendo, que ignorarlo. Preferimos saber la verdad, por dura que sea, a vivir ignorantes sobre los platos que se están llevando a las mesas de negociación. Deseamos conocer los guisos que se preparan en las cocinas políticas, para evitar ser envenenados. Queremos estar informados de las palabras, los gestos, las razones y argumentos que cada cual esgrime para convencer al adversario y nos gustaría participar en las decisiones más allá de las urnas, porque las papeletas no son un contrato firmado en blanco sin contenido.

Preferimos sufrir sabiendo la ruta por donde se nos lleva, que ignorar por donde se nos obligará a ir, aunque pretendan conducirnos al más poético parnaso y acabemos en el despeñadero.

SECRETISMO NEGOCIADOR

SECRETISMO NEGOCIADOR

Los ciudadanos no merecemos el espectáculo que nos están ofreciendo quienes aspiran a gestionar nuestras vidas; ni el secretismo con que se está llevando a cabo el mercadeo de sillones, envuelto en contradicciones y acusaciones mutuas de mentiras entre los “negociantes”.

Tal situación nos obliga a pensar en alcantarillas políticas por donde discurre la mierda que alimenta a los que en ellas viven. ¿Qué cosas hacen, dicen, negocian, pactan, compran o venden los políticos que no podamos saber los ciudadanos? ¿Es tan grave lo que sucede en esos sumideros de podredumbre como para que se niegue al pueblo el derecho a bajar a ellos, sin temor a ser mordido por los rateros de información que se sientan en las mesas de negociación?

La política de ocultación que están llevando a cabo unos, otros y los de más allá, se relaciona más con beneficios personales, que con el interés general, por que tanto secretismo se sitúa más cerca del falso proteccionismo, que del respeto que los ciudadanos merecemos.

Un país que ha visto complacido la retransmisión en directo del juicio más importante que se ha celebrado en España en muchos años, ¿no está capacitado para ver en directo las negociaciones de los partidos para formar gobiernos, en caso de que tales intercambios se hagan en beneficio de los ciudadanos?

Indignados estamos y disconformes con las migajas informativas que se nos ofrecen y las contradicciones entre las “fuentes” de confianza que tiene cada partido, porque queremos ver y oír al pie de la letra qué propone cada cual, para saber a qué atenernos en futuros comicios electorales.

Tales reuniones secretas tienen más que ver con la autocracia que con la democracia. Sí, porque lo más característico de la oligarquía es el secretismo. Cuando en una democracia se empiezan a hacer las cosas a cencerro tapado, comienza a esparcirse por el ambiente el tufo de las cloacas y los ciudadanos salen huyendo del nauseabundo olor que destilan las fosas sépticas del pudrimiento negociador.

Sabed políticos que nos gobernáis, que la democracia es, sobre todo: luz, taquígrafos, información y verdad. Tened en cuenta que un pueblo maduro como el que pretendéis gobernar ha de estar informado de cuanto sucede entre bastidores y opinar sobre lo que hacen y dicen sus dirigentes en las mesas de negociación. Y no esperéis conformidad a vuestra forma de hacer, formando piña con deformada complicidad, pretendiendo deformar la información que dais a un pueblo formado y harto de deformaciones politiqueras.

OPOSICIÓN POLÍTICA

OPOSICIÓN POLÍTICA

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En democracia la oposición política es pieza fundamental e imprescindible, que debe cumplir los principios de limpieza mental, honradez moral, lealtad ciudadana y alejamiento de intereses personales y/o de partido, para servir a la sociedad desde el lugar que las urnas o las votaciones parlamentarias sitúan a los opositores, aunque algunos no acaben de digerirlo y prefieren moverse en el filo de la vendetta, haciendo temblar al sistema.

Tal comportamiento nada tiene que ver con la auténtica oposición política, tan necesaria en un Estado democrático, porque se sitúa en la subestructura del sistema para intentar cambiar lo que proceda y hacerse con el poder en el futuro, respetando las reglas de juego.

Es obligación de la oposición controlar las acciones del Gobierno, vigilar sus pasos y colaborar con sus aportaciones a la buena marcha del país, al tiempo que presenta un proyecto alternativo al que esté aplicando el partido en el poder, defendiéndolo con hechos, acreditativos de las promesas anunciadas.

Cuando el vocerío interno impide oír los mensajes externos. Cuando los codazos en los pasillos obstaculizan ir codo a codo con los compañeros. Cuando los jóvenes envejecen aspirando sustituir a megaterios encadenados a la poltrona. Cuando la autocrítica no forma parte de la doctrina. O cuando las actitudes han borrado eternos valores del diccionario ideológico, la oposición se aleja de su función.

Y cuando se culpa del fracaso electoral a la epistemología occipital adventicia que determina la hectodérmica e hipostásica neuralgia escafoidal del Rhinopithecus strykeri…, entonces no queda otro remedio que marcharse a casa y dejar paso a los que pueden renovar la esperanza, antes de que sea demasiado tarde, pues en política los resultados electorales dictan cambios y actualmente las circunstancias piden un relevo.

AUTOCRACIA PARTIDISTA

AUTOCRACIA PARTIDISTA

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La partitocracia consagra el poder absoluto de los líderes políticos, pervirtiendo la democracia al convertir su voluntad en ley suprema que rige los designios de la organización que gobiernan, en la que sus militantes quedan para pegar carteles, buzonear programas, vigilar mesas electorales, sostener pancartas y gritar consignas en las manifestaciones.

Pero son los propios afiliados quienes promueven y consolidan el autoritarismo dentro de los partidos, cumpliendo mandatos contrarios a su conciencia, canonizando políticamente a sus líderes y anulando la voluntad propia, autoimponiéndose como norte de militancia la obediencia ciega a los jefes para mantenerse en la fotografía o salir en futuros carteles electorales. Mínimo ideario y máximo anhelo que consolida el poder absoluto de los grandes cortijeros del partido y su infalibilidad.

Esta identificación de poder, autoridad y dominio con posesión de la verdad absoluta, excluye toda discusión y alienta la sumisión incondicional de los subordinados a la voluntad patriarcal de los rectores, acallándose con sanciones y defenestraciones las tímidas voces divergentes, entre el silencio resignado de la mayoría que sigue la voz de sus amos.

Es la partitocracia responsable de la disciplina de voto y motivo del encumbramiento y ascenso de los déspotas a los altares partidistas, al ser estos quienes designan en bloque compacto a sus representantes para ser elegidos en pack indiviso por los votantes, en una democracia representativa, no del pueblo y los ciudadanos, sino de los partidos.

Una vez ocupada la peana por los mandamases, sólo tienen cabida las reverencias de los fieles y las genuflexiones de los devotos, pues los santos patronos otorgan favores a quienes se les antoja en función del fervor demostrado por los suplicantes en sus oraciones, sus golpes arrepentidos sobre el pecho, los propósitos de enmienda y las promesas de lealtad hechas por los demandantes al pedir sus favores.

Pero no todo puede ser controlado siempre por los capataces, circunstancia que les desconcierta e irrita sobremanera, cuando se impone a sus deseos la voluntad de personas independientes, alarmando a los sorprendidos reyezuelos de que los emancipados de servidumbres no sigan sus órdenes y se alejen del principio físico de inercia política, cuando la lógica personal delata los sofismas y la ética individual rechaza imposiciones inaceptables, por muy serios, ceremoniales, solemnes y teatrales que se pongan en la tribuna los usurpadores.

EL VERDADERO TRIUNFO DEMOCRÁTICO

EL VERDADERO TRIUNFO DEMOCRÁTICO

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Al cumplirse hoy 35 años de aquellos visionarios disparos que ametrallaron el techo del santuario democrático, recordemos que los líderes políticos de entonces declararon engañosamente que el desenlace de la intentona fue un triunfo de la democracia, sin tener en cuenta que esta va mucho más allá de llevar a los ciudadanos cada cuatro años a las urnas para elegir a quienes van a representar su voluntad.

La democracia triunfará en España el día que no haya un solo corrupto en las Instituciones públicas que las perviertan, el nepotismo y el amiguismo sean erradicados como males endémicos de los despachos oficiales y la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos se haga realidad.

La democracia triunfará en España cuando el poder judicial se independice del político y disponga de medios necesarios para impartir justicia; desaparezcan las lista de espera de los hospitales; los dependientes no dependan de limosnas sociales; y todos los ciudadanos del país tengan las mismas posibilidades de formarse.

La democracia triunfará en España cuando la verdad y la honestidad destierren las mentiras, los abusos, las trampas y perversiones; los poderes fácticos dejen de gobernarnos; todos los corruptos duerman en las cárceles; y el dinero robado sea devuelto a los vecinos.

La democracia triunfará en España cuando no haya mujer alguna que muera por violencia de género y desaparezca el abuso doméstico; la libertad de pensar, hacer y decir no sea castigada o el discrepante sutilmente desterrado; el respeto a todas las personas tome carta de naturaleza; y no exista discriminación por razón de sexo, pensamiento, raza, procedencia y condición social o económica.

Es entonces cuando triunfará realmente la democracia en España, y a tan noble y hermosa tarea deben entregarse quienes a partir de ahora decidirán sobre nuestras vidas durante los próximos años, si es que el sentido común, la voluntad del pueblo y el sentido de Estado se imponen sobre los protagonismos, la prepotencia y los intereses partidistas.

ENCUESTA FINAL

ENCUESTA FINAL

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Ni Demoscopia, ni Metroscopia, ni Sigma-2, ni Opina, ni el CIS, ni Nostradamus, ni Balaam, ni los profetas hertzianos, han sido capaces durante los meses precedentes al domingo electoral, de darnos una respuesta cierta a la voluntad ciudadana, expresada ayer en las urnas, fedatarias de la intención popular.

En el acta firmada por tan certero notario, podemos ver que Ciudadanos y Podemos han podido llegar holgadamente al poder. Que se ha desplumado la gaviota popular dejándose en la gatera sesenta y tres escaños recortados por los recortes, la prepotencia, el rodillo y la corrupción. Y que los socialistas no han levantado cabeza desde que se les decoloró la rosa, decepcionando a los votantes y obteniendo el peor resultado de su historia.

Ya está todo claro, en orden y cada uno en su sitio, aunque la oscuridad sea evidente, el desorden mayúsculo y ninguno sepa cuál es el lugar que le corresponde ocupar a partir de hoy, en una España confundida y desorientada, pero ilusionada y valiente, con una división de opiniones como no se recuerda en la historia.

Los ciudadanos han conseguido con su voto que la mayoría absoluta pase a mejor vida, decline el bipartidismo, irrumpan en el Parlamento los partidos emergentes, se  hunda el PSOE, – no el socialismo -, desaparezca el rodillo y tengamos una auténtica oposición, inexistente en la anterior legislatura.

Ahora, la incertidumbre abre sus puertas de par en par sin que nadie sea capaz de profetizar cuál será el futuro que nos espera, porque el problema no es vaticinar los maridajes que se producirán, sino el alcance y consecuencias de tales enlaces, quedando propios y extraños a la espera de pactos y expectantes por las futuras actuaciones gubernamentales y parlamentarias.

Ante tal situación solo cabe la unión de todos poniendo la brújula hacia la recuperación de un país herido, que solo saldrá de la UVI económica, social y política con ayuda de todos los españoles, sin excluir a nadie, tirando todos del carro con la responsabilidad histórica que a cada cual corresponde.

BORGES EN CAMPAÑA

BORGES EN CAMPAÑA

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Fue Borges muy criticado por una frase pronunciada en desafortunado momento, pues Videla acababa de dar un puñetazo a la mesa llevándose por delante la democracia argentina y llenando la historia de dolientes desaparecidos que Ernesto Sábato hizo público con Raúl Alfonsín, pidiendo que «Nunca más» se repitiera tan brutal exterminio.

Respetemos a los políticos e indultemos a Borges, entendiendo que sus palabras pretendían condenar las actitudes antidemocráticas de los politiqueros, cuando dijo aquello de que “la democracia es un abuso de la estadística”, en la entrevista realizada en 1976 por Bernardo Neustadt, tres meses después del golpe militar de Videla en Argentina, que derrocó a Estela Martínez de Perón.

Seamos generosos con Jorge Luis y consideremos estas palabras como otra de sus grandes ironías, dirigida en este caso a los electoreros, al continuar diciendo: “ La mayoría de la gente no entiende de política y se dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas, que son los políticos nacionales. Estos señores que van desparramando su retrato, haciendo promesas, a veces amenazas, sobornando, en suma. Para mí ser político es uno de los oficios más tristes del ser humano. Esto no lo digo contra ningún político en particular. Digo en general, que una persona que trate de hacerse popular a todos parece singularmente no tener vergüenza. El político en sí no me inspira ningún respeto”.