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RECUEDO SOLIDARIO

RECUEDO SOLIDARIO

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Mi condición de lujoso emigrante en lejanas tierras durante años, me obliga a enviar un recuerdo en vísperas de Nochebuena, a todos los vecinos llegados desde la hambruna al suelo español de promisión, aunque no siempre la acogida facilite la redención.

Inmigrantes llegados con la angustia en sus cuerpos, lágrimas en la mirada, bocas resecas y profunda soledad en el alma, huyendo del hambre y dispuestos a sudar por la patria que el monarca ensalzará mañana en su predicación.

Inmigrantes llegados en busca del pan que no pudieron amasar en sus países de origen, castigados por la vida sin haber cometido más pecado que nacer en chozas y chabolas al sur de la vida.

Seres condenados por fatal infortunio de la cuna, que hace ricos a unos y a la mayoría esclavos de la miseria, sin merecer unos ni otros la suerte o desgracia que les ha tocado en el reparto.

Nadie se juega la vida en una patera para hacer turismo. Nadie cruza el Atlántico en la bodega en un barco si no es para sobrevivir. Nadie altera sus costumbres y cultura si la hambruna no llama a la puerta. Nadie abandona su familia para refugiarse en la soledad de una habitación decorada con fotos de los que dejó abandonados en su tierra natal, para ganar el futuro de todos.

A estas solitarias personas, desarraigadas del paisaje que les vio nacer, trabajadores obligados a demostrar cada día su competencia, les envío mi recuerdo. A estos seres humanos sin protección que les asista, contratados para realizar esfuerzos que sólo a ellos se les pide, acompaña mi solidaridad.

A quienes realizan detestables tareas rechazadas en muchos casos por quienes piden diariamente su expulsión.

A quienes sienten en sus carnes el injusto arañazo del racismo y el mordisco de la xenofobia por cometer el delito de querer liberarse de la pobreza y miseria.

A todos ellos envía un abrazo solidario quien gozó en tierra extraña de privilegios inalcanzables para ellos, sin poderse desprender de nostalgias infantiles cuando pasó las fiestas navideñas recogido en la solitaria isla familiar, lejos de su patria, su gente, su cultura y sus tradiciones.

INJUSTA DESIGUALDAD

INJUSTA DESIGUALDAD

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La vida de los seres humanos es algo así como un gran paréntesis entre la cuna y la tumba, dentro del cual las injustas diferencias existentes desde el nacimiento entre seres de la misma especie es notoria, significativa y determinante de su sus historias personales.

A los desafortunados en el reparto, les queda el triste consuelo de que el citado paréntesis se abre y se cierra con dos acontecimientos vitales que a todos iguala, sin diferencia alguna. El nacimiento nos homologa biológicamente porque todos nacemos de igual forma. Y la democrática muerte nos nivela por la eternidad de eternidades, en un alarde de justicia social distributiva, ajena a las leyes artificiales que benefician descaradamente a los poderosos.

Es obligado hablar de la influencia concluyente que representa la cuna en la vida de las personas en tiempos de fronteras sociales, porque la cuna hace a unos afortunados y desgraciados a otros, sin que los unos hayan hecho méritos para tener una vida de regalo y los otros demérito alguno para ir arrastrándose por el suelo durante toda su vida, salvo que hagan un esfuerzo desproporcionado para salir del túnel por el que no pasaron los favorecidos, procediendo ambos, unos y otros, de la nada.

Quienes despiertan al mundo desprotegidos de los beneficios que la vida concede a otros en el aleatorio privilegio de la cuna, no les queda otra opción que seguir el camino churchilliano empedrado de sangre, sudor y lágrimas, para alcanzar la meta donde los privilegiados llegan en limusina.

Esto ayuda a comprender que quienes viajan a lomos de la fortuna en montura de organza, se nieguen a llevar en sus espaldas a los otros y pretendan mantenerse a horcajadas sobre los privilegios que han heredado sin esfuerzo alguno.

DESIGUAL REPARTO EN LA CUNA

DESIGUAL REPARTO EN LA CUNA

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La vida de los seres humanos es algo así como un gran paréntesis dentro del cual las injustas diferencias existentes entre individuos de la misma especie es notoria, significativa y determinante en sus vidas, permitiendo al azar que juegue con el futuro, predestinando la vida de las personas desde el nacimiento.

A los desafortunados en el reparto, les queda el triste consuelo de que el citado paréntesis se abre y cierra con dos acontecimientos vitales que a todos iguala, sin diferencia alguna, pues el nacimiento nos homologa biológicamente, obligándonos a nacer todos de igual forma; y la democrática muerte nos iguala por la eternidad de eternidades, en un ejemplo de justicia distributiva inimitable por las leyes humanas que benefician a los afortunados por la cuna.

Por otro lado, estimula saber que la felicidad pueden alcanzarla igualmente unos y otros; pero no es menos cierto que se logra disfrutarla más fácilmente cuando los problemas de subsistencia, abandono social, olvido cultural y desprotección sanitaria, no limitan las posibilidades de conseguirla

Hablar de la influencia concluyente que representa la cuna en la vida de las personas, no es reflexión ociosa ni anacrónica, pues el “cuco” hace a unos afortunados y desgraciados a otros, sin que unos hayan hecho méritos para tener una vida regalada y otros tengan delitos prenatales para condenarlos a ir arrastrándose por el suelo durante toda su vida, salvo que hagan un esfuerzo desmedido para salir del túnel por el que no pasaron los favorecidos del azar, puesto que ambos, unos y otros, vinieron de la nada.

Quienes despiertan a la vida desprotegidos por los beneficios que a los afortunados concede el aleatorio privilegio de la cuna, no les queda otra opción que seguir un camino empedrado de sangre, sudor y lágrimas, para alcanzar la meta donde los privilegiados llegan en limusina.

Esto ayuda a comprender que quienes viajan a lomos de los demás se nieguen a cambiar su posición con ellos, y pretendan mantenerse a horcajadas sobre los privilegios que han recibido en la cuna, sin hacer esfuerzos para conseguirlos ni méritos para conservarlos.

A TU MADRE

A TU MADRE

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Mujer mitad diosa y mitad santa, que alternó en tu infancia los cuidados en la cuna con los juegos infantiles, hasta que fue posible el milagroso despertar a la vida en sus manos, cuando los interrogantes sólo encontraban respuesta en sus labios y la caricia de sus manos consolaba tus devaneos.

Mujer que amadrinó tu primer amor, convirtiendo la incertidumbre de tus descubrimientos en felices certezas y cargó sobre su espalda las dificultades que la vida fue echándote encima mientras guiaba tus pasos hacia misterioso país de la felicidad donde ruedan por el suelo las contrariedades.

Mujer de total entrega sin condiciones a tus causas, aunque estuvieran perdidas de antemano y compañera inseparable en las horas de insomnio a la cabecera de tu cama, cuando ya los primeros temblores de sus neuronas comenzaban a desgastar su memoria, sin previo aviso, ni merecerlo.

Mujer que mantuvo hasta ayer la fuerza juvenil, la sabiduría de la experiencia, la discreción de sus lágrimas y el callado sacrificio de su permanente renuncia a la vida para alejarte de sufrimientos y dolores, cuando la vida se te puso cuesta arriba y el sacrificio llamó a tu puerta.

Mujer hoy abandonada en el olvido de una habitación de reposo donde nada reconoce y la sombra enturbia su paso por la vida, oscureciendo en la memoria hasta su propio nombre, sin que los nietecillos puedan redimirla del olvido, ni el peine evite el temblor de tus manos al ordenar sus cabellos.

Hoy postrada, ninguna esperanza cabe de resucitar sus evocaciones en los manuales neurodegenerativos, ni reparación posible al deterioro cognitivo ni vuelta atrás a los trastornos conductuales, pero mantén la esperanza de que en lo más remoto de su alma sonríe cada vez que tus labios la besan.