Navegando por
Etiqueta: cultura

ASIA BIBI

ASIA BIBI

images

El fundamentalismo religioso no ha puesto límites a sus castigos a lo largo de la historia, ni coto a las sentencias que han condenado a muerte sin redención a herejes y librepensadores, simplemente por expresar discrepancias y críticas a los dioses o a sus pastores, imanes o rabinos.

Giordano Bruno, Miguel Servet, Galileo y tantos otros, fueron víctimas de la intolerancia inquisitorial perdiendo la vida en una hoguera o su dignidad personal ante el pueblo, por obra y gracia de la santa doctrina católica, apostólica y romana, basada en el amor fraterno y la entrega de la vida al prójimo.

Hoy le toca pasearse por el corredor de la muerte ideológica, a la cristiana pakistaní Asia Bibi, condenada a la horca por blasfemar contra Mahoma, es decir, por no convertirse al islamismo, algo que la hubiera salvado de la sentencia de muerte.

La cosa empezó en 2009 cuando la campesina Bibi fue a buscar agua que contaminó e impurificó por tocarla siendo cristiana, y preguntar luego a sus compañeras qué había hecho Mahoma por ellas, comparando al profeta con Jesucristo que dio su vida por todos los seres humanos.

Las fundamentalistas que oyeron tan grave acusación al profeta la acusaron de insulto ante el imán local, quien la puso en manos del juez Naveed Iqbal para complacer su bonita idea de condenarla a la horca, ante la complacencia de los vecinos. Este es el resultado de la ignorancia popular y el abuso de poder.

Sólo la cultura nos salvará del fundamentalismo. Sólo el buen uso de la inteligencia nos librará de cuentos. Sólo desempolvando la razón seremos razonables. Y sólo la experiencia personal es el camino a seguir para lograr autonomía doctrinal, rechazando ideologías prefabricadas por quienes se benefician de ellas.

CULTURA REDENTORA

CULTURA REDENTORA

Sabemos lo difícil que resulta laicizar la sociedad y rearmarla moralmente contra aquellos que explotan la ignorancia de la gente, utilizando la religión como tapadera de sus ambiciones, aunque ningún Dios proponga enviar a sus seguidores al matadero.

Por eso, los movimientos radicales tienen poco que ver con las religiones. Detrás de cada conflicto hay oscuros intereses de los mandamases, que juegan con los sentimientos religiosos de muchos ciudadanos necesitados de cultura, trabajo y pan. Son los jefes sociales, políticos y religiosos quienes hacen de su voluntad, la voluntad de cada Dios.
Si quienes se inmolan pensando que su muerte les llevará al paraíso, hubieran crecido con un libro en la cabecera de su cama, probablemente pondrían los explosivos en manos de los predicadores de la violencia, cediéndoles el alto honor de ser ellos los primeros en alcanzar la gloria. Urge una revolución cultural que libere a los ingenuos de la oscuridad que otros han iluminado con vanas promesas celestiales.

Si esto no es posible, cambiemos, al menos, la globalización económica, por la globalización moral. Apremia un acuerdo entre los pontífices de cada religión para condenar tanto engaño. Los obispos, rabinos, pastores, imanes y venerables maestros, han de llegar a un punto de encuentro sobre los valores éticos, comunes a todas las doctrinas, que permitan a cada cual seguir siendo lo que es, sin tener que llegar a las manos para resolver los conflictos que fabrican quienes deciden sobre nuestras vidas.

Hay que cambiar integrismo por integración, y fundamentalismo por valores fundamentales. Debemos aislar a los radicales, entumecer el fanatismo ideológico y enviar a la órbita de Júpiter a todos los extremistas. Occidente debe dar el primer paso, especialmente los países del G-8, que se llevan el 72 % de la riqueza mundial, dejando solamente la cuarta parte a los 180 países restantes. Y junto a un reparto más justo de la riqueza, hay que llevar a cabo también una gran exportación de libros, porque solo el conocimiento eliminará las cadenas y desmontará la farsa.

Un sabio anciano nos aconsejó hace miles de años que sólo creyéramos en nuestras propias vivencias y nunca en los cuentos que otros nos cuenten. Nos recomendó buscar el conocimiento y la sabiduría, para liberarnos de cargas innecesarias y ser algo más nosotros mismos. Por eso debemos apostar por la cultura.

Contra el totalitarismo, cultura; contra los extremismos, cultura; contra los fuegos eternos, cultura; contra el fanatismo, cultura; contra la manipulación ideológica, cultura; contra el terrorismo, cultura; y contra los mártires, cultura.

Un trozo de pan, un contrato de trabajo y un libro, son el camino a seguir para alcanzar la paz que merecemos. Este deseo lo llevo esperando cuarenta años, convencido que no llegaré a verlo cumplido.

NUEVO CATECISMO

NUEVO CATECISMO

462views

Parafraseando al catecismo que de niño me exigieron aprender, dejadme  que os diga los siete pecados capitales y los dones que los evitan:

Contra el abuso, rebelión.

Contra la corrupción, galeras.

Contra el cinismo, desprecio.

Contra el fundamentalismo, educación.

Contra la explotación, secuestro.

Contra los politiquería, abstención.

Contra el nepotismo, conjura.

 

Además, son virtudes Teosociales: la solidaridad, la empatía y el altruismo. Siendo Cardinales: la sinceridad, el respeto, la honradez y la cortesía. Con todo ello se garantiza feliz vida.

Para evitar tentaciones malsanas hay que hacer buen uso de los siete dones del espíritu humano: don de pensar en los demás, don de lealtad, don de generosidad, don de trabajo, don de responsabilidad, don de sentido común y don de buen humor.

Y si queremos alejar desgracias propias y quebrantos ajenos, busquemos en la formación ciudadana la solución a todos los duelos:

 

Contra las guerras ideológicas, cultura.

Contra los mártires inmolados, cultura.

Contra el terrorismo irracional, cultura.

Contra pedofilia y pederastia, cultura.

Contra reinos celestiales, cultura.

Contra la drogadicción, cultura.

 

Mala historia es que mientras en Europa discutimos sobre la calidad del chocolate, en el “sur” se muerdan los puños de hambre dejando cada tres segundos un niño en la cuneta, sin que esto parezca importarle demasiado a capelos cardenalicios, togas judiciales, birretes universitarios, gominas de banqueros, coronas de reyes y escaños parlamentarios.