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NO ME SALEN LAS CUENTAS

NO ME SALEN LAS CUENTAS

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Con lo bien que se me han dado siempre los números, ahora resulta que no me salen las cuentas. Entiendo que los repartos directamente proporcionales consisten en distribuir una cantidad total entre las partes, de forma que si los hijos deben aportar dinero a la familia, pague más el hermano que más tiene. Pero si se trata de hacer un reparto inversamente proporcional, la cantidad total se distribuye en orden inverso a las partes, es decir, en una herencia familiar sale más beneficiado es el hermano que menos tiene.

Esta creencia me hace pensar que Rajoy faltó a clase el día que explicaron los repartos proporcionales o que no entendió  nada, porque en este país no hay proporcionalidad fiscal inversa adecuada entre los que menos ganan y los que más tienen. Vamos, que los menos favorecidos pagan más de lo que deben pagar, y los millonarios que más tienen aportan mucho menos de lo que les correspondería, contraviniendo la aritmética, la justicia social, la solidaridad y el sentido común.

Tampoco me salen las cuentas con los chupópteros electorales porque si Alemania con 80 millones de ciudadanos tiene 150.000 políticos, ¿cómo es posible que en España, con 47 millones, tengamos 445.000 fulanos mamoneando? La conclusión clara: o en Alemania faltan políticos o sobran en España. Sin contar, claro, los asesores, consuegros, asistentes, consejeros, parientes, compadres y recaderos.

Creo que las cuentas me saldrían si se eliminaran los 390 senadores, 1206 parlamentarios autonómicos, 1031 diputados provinciales y 57 ó 58  millones de asesores de la nada, que se llevan 90.000 millones de euros en bruto, tan necesarios para la sanidad, la educación, la justicia y los servicios sociales.

¿Añadimos la golfería de la corrupción y la impunidad del despilfarro? No, no hace falta. Con los 90.000 millones citados tendríamos bastante para cuadrar las cuentas. ¿Por qué no lo hacemos, pues?

INOCENTADA REAL

INOCENTADA REAL

En el artículo de ayer hablaba de los pobres inocentes que durante todo el año sufren novatadas de los sinvergüenzas que andan sueltos por el mundo, sin percibir que yo también formo parte del grupo de papanatas en el que don Juan Carlos, sus palmeros y ciertos periodistas, nos ha metido a todos los españoles.

A muchos nos gustaría saber por qué los medios de comunicación aplauden algo que merecería abucheo y se empeñan en hablar de las “cuentas del rey” cuando en realidad se trata de una partida presupuestaria de “asignación directa” a la Casa Real, que nada tiene que ver con los gastos que ocasiona dicha Casa ni con las cuentas del rey.

No es casualidad que el monarca haya elegido el día de los santos inocentes para decirnos cuál es su sueldo, porque tiene un envidiable sentido del humor que compensa sobradamente sus limitaciones, haciéndonos creer, como el buen ladrón, que todos son de su condición.

Después de treinta y dos años hemos sabido que ponemos en sus manos 8,4 millones de euros de los que se coge su sueldo, le da al marido de la periodista su parte, y poco más. Pero nada sabemos de los millones que suman todos los gastos de la Casa, y me temo que no lo sabremos hasta que llegue la tercera república.

Sí, porque más allá del dinero que recibe directamente el monarca, la familia real genera elevados gastos que no figuran en dicha asignación, como son los escoltas, la seguridad, el mantenimiento de los palacios (140 millones que paga Patrimonio), los viajes, el parque móvil, las visitas oficiales, etc.

Por eso, a muchos de sus vasallos nos gustaría saber con claridad y sin trampas las cuentas “reales”, para saber en qué se emplea el dinero que damos, evitando indefinibles bloques de gastos y opacidades perpetuas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber, por ejemplo, cómo ha hecho el rey para convertirse en pocos años en una de las mayores fortunas del país, con un patrimonio de 1.790 millones de euros, según las revistas Forbes y Eurobusiness, que nadie de la Casa ha desmentido.

A muchos vasallos nos gustaría saber por qué Patricia Sverlo no está en la cárcel tras escribir en su libro que el rey tenía 6.000 millones de pesetas en bancos suizos “por si acaso”.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber las conversaciones que tuvo con tres expresidiarios que le aconsejaban en sus finanzas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber los negocios que ha tenido, los que mantiene y las fuentes de sus enormes ingresos en los años de reinado.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber cuánto paga cada año a la Hacienda pública, porque eso nos acercaría a su patrimonio.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber el origen de este aparente, sólo aparente, gesto de transparencia contable después de tantos años de opacidad.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué el prometido destape financiero del rey no ha pasado de enseñarnos el tobillo derecho.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué nos ha gastado esta pesada broma el día de los santos inocentes, prometiendo decirnos lo que no ha dicho, jugando al escondite con su patrimonio y pretendiendo una burda maniobra de lavado de imagen que ofende al más torpe de los súbditos gobernados por él. ¿O no gobierna? Porque si no gobierna ¿qué hace, pues?