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Etiqueta: cristianismo

PROCESIONES

PROCESIONES

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Todo empezó con Josué cuando el séptimo obedeció el mandato de Dios y se puso a dar siete vueltas seguidas alrededor de las murallas que rodeaban la ciudad de Jericó, para luego derrumbarlas sin esfuerzo a trompetazo limpio con el shofarim y la ayuda de Yahvé, por supuesto.

A partir de entonces le salieron imitadores por todos los rincones del planeta al profeta bíblico sucesor de Moisés, y las procesiones se impusieron en el hinduismo, judaísmo, islamismo y cristianismo, con actos a los cuales asistían personas que iban en filas de un lugar a otro con algún fin público y solemne.

El concilio de Trento, la Contrarreforma y los francisanos, sumaron el catolicismo a tales itinerarios, monopolizando su vertiente religiosa como elemento catequizador, reclamo de turistas, ocupación de cofrades, liberación de pecadores, exhibición de penitentes, satisfacción de curiosos y devoción de creyentes.

La escenografía patrocinada por una fuerte burguesía permitió exhibir ante los artistas las obras de arte de pintores y escultores, saliendo de aquellas Mandorlas los actuales Pasos procesionales que inundan estos días todas las ciudades españolas, desde Finisterre a Gata y desde Creus a Trafalgar.

En estos homenajes callejeros a Jesucristo y la Virgen, acompañados de ángeles, santos, patriarcas, apóstoles y mártires, se muestran imágenes redentoras de penas. Bellas esculturas de personas anónimas, convertidas en sagrados iconos por efecto del agua bendita derramada con el hisopo sobre cuerpos de madera policromada.

Procesiones donde pueden verse imágenes “bailando” a hombros de costaleros, ceriferarios con cirios, capataces dirigiendo, capirotes con antifaz incluido, estandartes bordados, pábilos ardiendo, coplistas ensaetados y encapuchados paseándose con cadenas en los pies, llevando cruces sobre los hombros o peregrinando descalzos por los adoquines con un cilicio en cada pierna como desagravio por el mal causado o agradeciendo un favor recibido, entre el asombro de espectadores, sorpresa de curiosos, aplauso de creyentes y abucheo de iconoclastas a penitentes, venerantes y asistentes.

LA RELIGIÓN CUMPLE SUS FUNCIONES

LA RELIGIÓN CUMPLE SUS FUNCIONES

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No todas las ideologías cumplen tan fielmente sus funciones como lo hacen las doctrinas religiosas, especialmente el cristianismo que domina el mundo occidental a pesar de los borrones que tienen las páginas de su historia, jalonada de escándalos, represiones, condenas, sangrientas guerras y luchas intestinas.

Tanto creyentes como descreídos estamos obligados a reconocer que la religión ha cumplido históricamente las misiones para las que fue impuesta, aunque a muchos no satisfagan sus propuestas por carecer de fundamento racional explicativo de las tesis que ha impuesto durante siglos en las cabezas de los creyentes.

La religión explica el origen del Universo y de la vida, que la ciencia no acaba todavía de tener claro, afirmando que Dios lo creó todo en una semana, soplando en el barro para dar vida a la raza humana masculina y crear a la mujer de una costilla de varón.

La religión reconforta en el dolor, alivia el sufrimiento moral, consuela la angustia vital y libera del miedo a la muerte, prometiendo una eterna vida feliz más allá de este valle de lágrimas, junto al Padre celestial, toda su cohorte y los familiares antes llegados al cielo.

La religión une a los seres humanos con unos vínculos morales derivados de la ley natural, que conforma a las personas como miembros de una comunidad existencial con objetivos comunes determinados en mandamientos y preceptos éticos, por encima de las leyes.

La religión satisface deseos humanos inalcanzables por otros medios, como es el caso de la inmortalidad, ofreciendo feliz vida eterna más allá de nuestros fugaces pasos por esta tierra donde realizamos las funciones básicas de todos los animales y satisfacemos sus instintos.

Pero nos falta por saber si existiría alguna religión en caso de que fuéramos inmortales, y la angustia de la muerte no preocupara tanto a los mortales.

BUDANISMO

BUDANISMO

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La calima veraniega altera la corteza cerebral en la madrugada agosteña, entonteciendo mis neuronas con tal firmeza que pierden su rumbo en la cisura de Rolando, dislocándome las ideas en el lóbulo frontal y luxando el pensamiento con atrofiada voluntad para sugerirme poner en marcha una ideología laico-religiosa que contente a creyentes y descreídos, uniendo budismo y cristianismo, en el budanismo.

El contenido de tal doctrina puede seducir a los bípedos racionales desde el Ártico al Antártico, porque tomaría el amor del cristianismo y la sabiduría del budismo, llevándonos a la solidaridad y la cultura, como valores sustantivos para alcanzar cielo y nirvana a la vez.

El sabio anciano Sidarta Gautama nos aconsejó hace miles de años que sólo creyéramos en nuestras propias vivencias y nunca en los cuentos que otros nos cuenten, recomendándonos al mismo tiempo buscar el conocimiento y la sabiduría, para liberarnos de cargas innecesarias y ser algo más nosotros mismos.

Sin ser dios de nada ni de nadie, su doctrina filosófica con derrame religioso podría ser teísta, como lo es la apuesta amorosa del hijo del carpintero que pretende hermanarnos en un marco virtuoso donde la generosidad, el perdón, la honradez, el amor y la verdad son señas de identidad que ennoblecen la condición humana que denigramos los humanos.

Buda complementa a Jesús proponiendo la cultura como elemento liberador de toda manipulación, abuso y explotación. Contra el totalitarismo, cultura; contra los extremismos, cultura; contra los fuegos eternos, cultura; contra el fanatismo, cultura; contra la manipulación ideológica, cultura; contra el terrorismo, cultura; y contra los mártires, cultura.

Salud, amor, pan, trabajo y cultura, son los ingredientes del cóctel de la vida que nos permiten alcanzar la paz y felicidad que merecemos.

LOS DIOSES NO QUIEREN MUERTOS

LOS DIOSES NO QUIEREN MUERTOS

No debemos tener escrúpulos en poner los extremismos religiosos en su sitio, por mucho que moleste a quienes se benefician de ello, ni debemos ocultar los muertos que la fe se ha llevado por delante a lo largo de la historia, sea de la cultura piadosa que sea y se encuentre en las coordenadas geográficas que se encuentren.

Algo que parecía sin futuro en las sociedades democráticas, ha cobrado en los últimos tiempos una notoriedad preocupante que, traducida en términos de violencia, podemos calificar de peligrosa.

En unos casos el ensañamiento viene firmado con sangre propia y ajena; en otros los atropellos se traducen en abusos de la ignorancia ajena. Y no faltan las manipulaciones mentales y sofismas argumentales para embaucar a ingenuos creyentes con métodos impropios del tiempo en que vivimos.

Y no hago distinciones, porque igual de inquietante resulta el fundamentalismo cristiano, el fanatismo islámico, el integrismo judío, el hinduismo radical o el budismo exaltado. Cualquier exceso en este ámbito genera desasosiego en el ciudadano neutral y crispación en los de signo opuesto.

Ya lo hemos dicho, e insistimos, en que la historia de la Humanidad es un poco la historia de las sucesivas guerras religiosas que hemos librado los humanos desde la Batalla de Puente Milvio hasta la actual guerra de guerrillas urbana, pasando por las Cruzadas, Reconquistas, Esmalcalda, Sanbartolomeses, Ochenta Años, Inquisiciones, Trenta Años y tantas otras matanzas protagonizadas por los creyentes en nombre de diferentes dioses, aunque ninguna doctrina promueva muertes, decapitaciones, inmolaciones o matanzas, sino todo lo contrario.

El Dios cristiano habla de amor sin límites; Yavé refuerza el amor al prójimo y el ¡no matarás!, por eso el saludo judío es shalom, paz; Buda decía que el odio cesa con el amor; el Dios del Corán no habla de matar, sino de compasión y buena voluntad. Por eso la verdadera voz del Islam es: Salaam Aleikum, -la paz sea contigo-, lo mismo que se desean los católicos en un momento de su liturgia eucarística.

Siendo esto así ¿por qué ha sucedido y sucede todo lo contrario?.