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CIENCIA Y CREENCIA

CIENCIA Y CREENCIA

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El origen, estado actual y devenir de la Tierra que habitamos no puede predecirse de manera categórica, única y cierta, porque la respuesta que puede darse depende esencialmente de los conocimientos, ideología y creencias de cada cual, como sucede con la muerte y otros aspectos de la existencia humana, desconocidos para nosotros.

Así ocurre, por la dificultad que tenemos para interpretar los hechos debido a al insuficiente conocimiento que atesoramos sobre nuestra procedencia, sobre la realidad que nos envuelve y sobre el futuro que nos espera, haciendo pensar a muchas personas en seres superiores que explican virtualmente todo, y a otros tantos vecinos en realidades científicas objetivas o supuestas interpretaciones por evidenciar.

El colectivo de fieles creyentes en divinidades superiores, creadoras y administradoras de vidas y haciendas, se consuela, gratifica y reconforta con la intervención de poderosos dioses que todo lo explican, desde el subjetivo prisma personal que les lleva a dar crédito a ciertos argumentos que repelen la razón otorgada por el todopoderoso creador, que también concede pasaporte hacia la paradisíaca vida eterna.

En cambio, el grupo de seres racionales descreídos, rechaza aquello que la tradición le presenta como incuestionable, por ser para ellos intelectualmente incomprensible, lógicamente incoherente, ideológicamente desnaturalizado y doctrinalmente contradictorio, dejándose llevar por la ciencia hasta donde esta ha sido capaz de llegar, y absteniéndose de inventar respuestas para lo desconocido que repudien a su razón.

DESCRÉDITO POLÍTICO

DESCRÉDITO POLÍTICO

Unknown

Es tan grande la desconfianza del pueblo en los políticos, que son pocos los ciudadanos que conceden el mínimo crédito a sus palabras, hartos ya de mentiras, incumplimientos, demagogia, trampas y fraudes electorales. La reputación social y la autoridad moral de los dirigentes políticos está más desprestigiada que las promesas de borrachos y trileros, aunque mantengan el inmerecido poder de las urnas.

No son los desahucios, ni los suicidios, ni los abusos, ni las estafas, ni los incumplimientos, lo más grave que está pasando en el país, siendo todo ello muy grave. Tampoco lo es la impunidad de los corruptos, ni la institucionalización de la mentira, ni la basura que se esconde en las alfombras reales, ni el putrefacto olor que despiden los despachos oficiales. Lo más grave que está sucediendo es la pérdida de conciencia sobre lo que está pasando por la rutinización de hechos corruptivos y la desconfianza generalizada en las instituciones, en la clase política y, más allá de todo esto, en la degenerada democracia que imponen pseudócratas de pacotilla.

Los casos de corrupción en las postrimerías del felipismo enviaron a su líder a las tinieblas porque 9.716.006 ciudadanos confiaron en que la alternativa Popular al gobierno de González salvaría al país del lodazal en que fue hundido por los fondos reservados, los GAL, los rubios, los juanesguerras, los roldanes, y otros sinvergüenzas de similar calaña, que tanto daño hicieron al socialismo y al país.

Pero hoy las cosas han cambiado a peor porque muchos ciudadanos ya no confían en los partidos, ni en esta democracia, ni en las elecciones, ni en la monarquía, ni en los políticos, como refleja el hecho de que en las últimas elecciones, la abstención, el voto en blanco y el nulo fue del 30,97 %, siendo 10.561.756 los ciudadanos que optaron por la protesta con su inhibición, muy cercanos a los 10.830.693 votos que dieron la mayoría absoluta al Partido Popular.

Es presumible que en las próximas elecciones gane por mayoría absoluta la indignación, el descontento y la desconfianza, sin que los políticos estén haciendo nada por evitarlo.