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SUELDOS, DIETAS Y PRIVILEGIOS

SUELDOS, DIETAS Y PRIVILEGIOS

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suel

Las noticias que provocan irritación ciudadana sin que los contribuyentes puedan hacer nada para evitarlas, deberían estar prohibidas por el ministerio de salud mental, denunciadas en los periódicos y condenadas por los juzgados. Así, como suena, aunque la tijera no sea el mejor camino para cortar de cuajo el descaro de quienes pervierten el mandato bíblico, ganándose el pan con el sudor del de enfrente.

Tales noticias desconsuelan más que reconfortan, porque la impotencia que sufre el paganini, causa graves alteraciones en su espíritu sosegado, es origen de extrasístoles anímicas y provoca erupciones cutáneas en el alma que terminan en calenturas de ánimo, nada buenas para la salud de los sufrientes vecinos.

Semejantes “tiradas de manta” en las portadas de periódicos, ponen al descubierto secretas prebendas que indignan a los contribuyentes y explican enfermedades no descritas en manuales de patología social, al ver cómo alimentan algunos su incompetencia y gandulería mamando de las nutritivas ubres públicas, que alimentan sus patrimonios personales.

Señores directores de periódicos: no publiquen más veces los sueldos de nuestros políticos y escondan a los eurodiputados en un iglú del Polo Norte para que no sepamos nada de ellos, por favor. Velen por nuestra salud.

¿Cómo evitar el enojo de ver a un sociólogo en paro multiplicar el estipendio de un catedrático, cirujano o ingeniero, aportando como mérito para semejante dislate el carné del partido que lleva entre los dientes? ¿Cómo no rebelarnos ante un pasante de despacho, sin oficio ni beneficio, encumbrado gratuitamente y sin esfuerzo a la cima del poder y del ranking salarial exhibiendo como mérito la militancia en un partido? ¿Cómo no indignarnos ante un abogado en paro que lleva años forrándose de dinero, argumentando incondicional militancia? ¿Cómo no sublevarnos viendo pegado a un sillón institucional a quien no tuvo provecho para nada en la sociedad, ni carrera profesional alguna, viviendo como sultán con el dinero de todos? ¿Dónde poner el cartel de salida urgente a quienes han hecho de la política oficio porque no tienen oficio fuera de la política?

Ver en la prensa los sueldos, privilegios, pensiones, dietas y jubilaciones, que reciben los polítiqueros – no políticos – es una invitación a las barricadas. Algo que provoca escalofríos en la médula espiritual y sarpullidos en el pericardio, lo mismo que contemplar a los históricos “mudos” de izquierda y derecha encarnados al sillón para aumentar sus cuentas corrientes y poder, a pesar de las graves depresiones colectivas que esto ocasiona, no existiendo Prozac que alivie la impotencia ciudadana.

FRAUDE FISCAL

FRAUDE FISCAL

pagar impuestos

En medio de la campaña de la renta que se cerrará en unos días, llega a nuestras manos el informe de Intermón Oxfam denunciando que las familias pagan 50 veces más impuestos que las grandes empresas, procediendo el grueso de la recaudación de la clase media y siendo las rentas más bajas quienes soportan la mayor presión fiscal.

Con estos datos no queda otra opción que señalar con el dedo al selecto puñado de privilegiados patrioteros que gozan impunemente del millonario fraude fiscal que practican, para desgracia de todos los demás.

Negar la bondad de los impuestos es tan necio como pagarlos para beneficiar a estafadores y despilfarradores, porque nada hay más equitativo, justo, racional y rentable para una comunidad, como pagar entre todos el personal, obras y servicios comunes que disfrutamos.

Por tanto, parece razonable pensar que nadie sensato, responsable y mínimamente solidario se negaría a pagar hasta el último céntimo de los impuestos que le corresponden en función de sus ingresos y patrimonio, aunque esto no suceda, sino todo lo contrario, porque hoy nadie paga gustoso los impuestos, sabedores del mal uso que se hace de ellos, de la poca vigilancia que se tiene a los grandes defraudadores y de las rendijas legales por las que se escapan las grandes empresas y los millonarios.

Siendo los impuestos unos cargos pecuniarios que los contribuyentes pagamos para financiar prestaciones comunes, como construcción de carreteras, puertos y aeropuertos; servicios públicos como sanidad, educación y defensa; cobertura de prestaciones sociales como desempleo, invalidez o accidentes laborales, entre otras muchas cosas, ¿por qué existe el fraude fiscal y una mayoría de ciudadanos protestando por pagar impuestos?

La razón parece muy clara: porque una parte importante del dinero que ponen los ciudadanos de su bolsillo va a parar a bolsillos ociosos y aprovechados; es mal gestionado por los gestores nombrados para ello; se despilfarra en aeropuertos “del abuelo”, edificios inservibles, miles de politiqueros chupópteros, construcciones sobornadas, nóminas de familiares y amiguetes asesores de la nada, enriquecimiento de zánganos y otras cosas por el estilo.

La gran mayoría de ciudadanos pagaríamos gustosos los impuestos si tuviéramos la certeza que cumplen la finalidad para la que son concebidos, algo muy difícil de conseguir en el país de la picaresca, la mentira y la estafa, donde Guzmán de Alfarache y Lazarillo se disputan la hegemonía en una sociedad dominada por el fraude, la trampa, la impunidad y el engaño.

DINERO FÁCIL Y RÁPIDO

DINERO FÁCIL Y RÁPIDO

Dinero fácil

Cuando hablo de dinero fácil y rápido no me refiero al obtenido con la lotería, ni al patrimonio heredado, ni al de los “cofidises”, ni siquiera al de los préstamos bancarios, sino al dinero que llega a manos de traficantes, politiqueros y especuladores, que con mínimo esfuerzo multiplican su fortuna a costa de venas ajenas, sumisos contribuyentes y depositarios ingenuos.

Dinero fácil, que mezclado con la ambición propia de los beneficiarios y la ausencia de valores éticos en su conciencia, produce daños a la humanidad muy superiores a los ocasionados por las diez plagas bíblicas enviadas por Yahveh, sin que tales perjuicios sean castigados por la justicia, ni tenidos en cuenta por el libro sagrado, porque nada se dice de ello en sus páginas.

El mercado de la droga, la corrupción política y las estafas financieras son consecuencia directa del dinero fácil que se obtiene con la detestable moda de contaminar la vida de los débiles, timar a los desamparados, engañar a los votantes y estafar a los incautos ahorradores que van por el mundo confiando en el vecino.

El dinero fácil se expande por la sociedad como macabra peste medieval, arrasando despachos, destruyendo vidas y produciendo desgarraduras sociales, convirtiendo las relaciones humanas en inmorales juego de intereses que practican con detestable sabiduría quienes destilan maldad y esparcen codicia como mancha de aceite que a todos impregna de mentira, insolidaridad y violencia.