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ENCUENTRO CON LA INNOMBRABLE

ENCUENTRO CON LA INNOMBRABLE

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No sabemos cuándo, pero tenemos cierto nuestro encuentro con la innombrable desde que el corazón da el primer latido en el vientre materno, por mucho que pretendamos huir de ella escondiéndola en el rincón más oscuro de la memoria para hacerla desaparecer sin conseguirlo, porque es la única realidad futura que sabemos con certeza.

Eso sí, por mucho que intentemos darle cita o adivinar el día que vendrá a visitarnos, no será posible porque la aventura de la vida cierra las puertas a todas las predicciones, salvo aquellas que cumplan la voluntad de suicidio o el pronóstico del responsable que atiende a los enfermos terminales en las unidades de cuidados paliativos.

Se incluye también en este grupo de privilegiados a quienes la muerte anuncia previamente su visita, los condenados a muerte, quienes juegan a la ruleta rusa con el tambor del revólver lleno de balas y Santiago Nasar, el protagonista de la novela de García Márquez donde anuncia anticipadamente su muerte.

Todos los demás debemos estar preparados para cualquier sorpresa en propia piel, dando oportunidad a familiares, amigos y vecinos de difundir nuestro viaje hacia la nada de procedencia que a los descreídos nos espera, o hacia la eterna felicidad celestial que anhelan los creyentes, aunque parezca contradictorio que quieran acceder a tanta dicha lo más tarde posible.

EL PLACER DE CONVERSAR

EL PLACER DE CONVERSAR

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La conversación tiene poco que ver con la tertulia, aunque ambas estén vitalizadas por personas a través de la palabra, pues la conversación reporta valores y placeres que la tertulia ignora, llegando la conversación donde la tertulia no logra asomarse ni por el ojo de la cerradura.

El juego social de la tertulia brinda al huero tertuliano la oportunidad de oscurecer con palabras su falta de ideas y le da la posibilidad de engañar, algo que no tiene cabida en la conversación porque en ella domina el sentimiento, la verdad, el afecto y la confidencia, como puntos cardinales que la conforman y limitan.

De no ser así, la perversión toma cuerpo en ella, espantando los valores que la justifican y haciendo de la moral, maldad; de la honestidad, vileza; y vicio de la virtud.

En la conversación no cabe hablar por hablar sin contenido alguno, ni alejar de las palabras el alma o pretender hacer de ella lo que no es. Tampoco permite huir de las horas como proponía Ovidio, ni concede espacio a la erudición, ni abre las puertas a la pedantería, ni autoriza la mentira, ni tolera la soberbia.

La conversación exige a los elegidos para ella, nobles aspiraciones, altura de miras, generosidad sentimental, sinceridad en la palabra, vocación de consenso, derrota de la derrota, condena de la prisa, destierro de la superficialidad y acercamiento de espíritus.

Pocos placeres pueden compararse al que reporta conversar con alguien querido poniendo el alma sobre la mesa, colgando las dudas en el perchero, dando lo que no se tiene, compartiendo lo reservado para uno mismo, hermanando las almas y vertiendo las confidencias como preciado tesoro, para robarle a esta chapucera vida un puñadito de felicidad.

INQUIETANTE CERTEZA

INQUIETANTE CERTEZA

Sabiendo que lo evidente no necesita confirmación y que las palabras políticamente correctas ocultan una verdad que se quiere enmascarar, es fácil concluir que las declaraciones del ministro Morenés han hecho temblar las posibles y anacrónicas barreras fronterizas de Cataluña con España.

El mandamás del Ejército ha dicho que “los militares estarán a las órdenes del poder civil” para evitar que los catalanes partidarios de Mas se marchen de casa llevándose en las maletas el patrimonio común, ante el silencio de los menos, que tal vez sean muchos más, aunque no se dejaran ver en 2006, cuando se aprobó el Estatuto catalán, con una abstención del 50,6 %. Es decir, que la mayoría absoluta de catalanes no estaban interesados en la movida estatutaria y/o independentista.

Espero que las palabras de don Pedro, recordando lo que ya está escrito en la Constitución, recogido en las leyes y contemplado en las ordenanzas militares, sea una pintoresca boutade del guechotarra Morenés, sin las consecuencias que reportaron las palabras del general Ángel Luis Pontijas por meterse con el oportunista liberal Mol Honorable President de la Generalitat.

Más vale que Mas forre con algodón los sables militares que descansan en los cuartos de banderas, y que sean vanas las segundas lecturas que puedan hacerse de las palabras pronunciadas por el ministro, ya que la irracionalidad política no puede ir tan lejos, ni las amenazas envueltas en papel de celofán pueden ocultar malsanas intenciones.