TODOS AL CIELO
El sacerdote que ofició la ceremonia religiosa que tuvo lugar con motivo de la reciente muerte de un amigo, me liberó en dos minutos de la tormentosa carga que llevaba sobre los hombros desde el nacimiento, convencido de que mi alma pecadora acabaría chamuscada eternamente en el infierno.
Pero felizmente no será así, porque la infinita misericordia de Dios no va a permitir la condenación de sus hijos y los acogerá a todos en su seno el día que se los lleve, incluidos los infractores de sus leyes, – como yo -, según afirmación rotunda del párroco oficiante del funeral.
Esto va mejorando, porque hace unos años eliminaron el limbo, dudaron del negocio indulgente del purgatorio y dulcificaron el infierno. Pero nunca pensé que pudieran garantizar la felicidad eterna, olvidando todos los dislates cometidos y arrinconando la doctrina impuesta a los fieles durante siglos.
En el cielo nos encontraremos con las almas de familiares y amigos que nos precedieron y conoceremos finalmente a los tres Dioses trinitarios, a la Virgen María, a los santos y a todos los ángeles propuestos por la angelología entre los que se encuentran serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados y arcángeles.
Supongo que este cambio escatológico de doctrina se debe a la información recibida por quienes han vuelto de la muerte a contar lo bien que se lo están pasando en el cielo, al que todos iremos directos, si la Congregación para la Doctrina y la Fe no dice nada en contra de la propuesta de este sacerdote redentor de los pecadores, aunque le faltara decirnos donde está el cielo, por donde se va a él o si vienen desde allí a buscarnos.