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Etiqueta: Castilla

PRINCESA LEHONOR

PRINCESA LEHONOR

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Enhorabuena a la princesa de Asturias, porque Leonor tiene su figura desde hace meses en el museo de cera, aunque el artista no se haya esmerado lo suficiente en realizarla, dándole mayor parecido a la niña del exorcista que a la futura reina de España, que lo será tras recibir formación militar en las tres academias como manda la tradición,  para ser la jefa suprema de las fuerzas armadas.

El currículum vitae de Leonor de Todos los Santos Borbón Ortiz pone en evidencia a sus detractores y contradice a todos los republicanos que cuestionan su privilegiada mente y capacidad de trabajo, así como los eruditos conocimientos que atesora y la acreditada experiencia demostrada que le hace merecedora de los títulos de princesa de Asturias, de Gerona y Viana, duquesa de Montblanc, condesa de Cervera y señora de Balaguer, debiendo ser tratada como Alteza Real y dignidad de infanta de España.

Pero le falta algo que su madre Letizia hará, como hizo con ella misma segregándose de todas las vulgares leticias que andan sueltas por el mundo, hablando con el cardenal Rouco para enmendarle la plana a todas las leonores medievales que fueron infantas y reinas consortes de Castilla, rebautizando a la niña como Lehonor para darle más honores de los que tan merecidamente ya se le han otorgado.

A falta de referéndum que lo acredite, dicen los cortesanos que son más los españoles que han festejado la continuidad de la monarquía, que el notorio grupo de republicanos que esperan un desgarro monárquico para cambiar al «gran moderador real» por un sencillo jefe del Estado elegido democráticamente, sin participación de genes heredados de épocas medievales.

Es decir, que la reina de mis hijos atenderá al nombre de Lehonor porque son muy singulares en esa casa. Tanto, que fue la única familia española que renunció a saber el sexo del ser humano que estaba por venir cuando nació la pequeña. Algo que fue conocido solamente por el ginecólogo que siguió el embarazo, como depositario del secreto mejor guardado, según lo contaron aunque ningún vasallo lo creyó.

ENCUENTRO DE CATÓLICOS REYES

ENCUENTRO DE CATÓLICOS REYES

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Los jóvenes Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón se vieron por primera vez las caras en Dueñas el 10 de octubre de 1469 en el más absoluto secreto, acudiendo la chica disfraza de moza plebeya y el muchacho de mozo de mulas, para no despertar sospechas entre los cortesanos opuestos a dicho encuentro, y se casaron pocos días después.

La unión no fue de carácter amoroso, sino para hacer negocios de Estado antes convertirse en los reyes más católicos de todos los católicos reyes que ha tenido la historia católica de España, uniendo las coronas de Castilla y Aragón e imponiendo su voluntad, tras compartir por primera vez el lecho en el Castillo de Fuensaldaña.

No fue por amor el matrimonio de ambos, sino por intereses económicos, ambición de poder y dominio territorial que se mantuvo hasta que ella murió, dejando Castilla en manos de su hija Juana y el Hermoso duque de Borgoña y conde de Flandes, enloqueciendo la esposa y ocupando Felipe I la regencia, como ha hecho el VI con la abdicación del opaco.

Aquel primer encuentro entre Isabel y Fernando, marcó la política de enlaces matrimoniales que siguieron luego con sus hijos, casándolos con familias reales europeas de conveniencia hasta lograr el dominio habsburgiano deseado por ellos, al comprobar lo bien que les fue desde el primer saludo, tras falsificar la bula papal por su parentesco, al serles negada esta por Paulo II.

Fue la mandona Isabel quien prefirió al dócil Fernando, antes que al francés duque de Guyena, al rey Alfonso V de Portugal y al duque de York para mantenerse en primer plano, llevando la voz cantante en cuestiones de Estado, lecho marital, educación filial y administración de bienes.

POLÍTICO Y GUERRERO CARDENAL CISNEROS

POLÍTICO Y GUERRERO CARDENAL CISNEROS

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Es obligado recordar en el quinto centenario de su muerte al desconocido Francisco de Jiménez, que pasó a la historia como cardenal Cisneros, oscureciendo su condición de clérigo franciscano, arzobispo de Toledo y primado de España, con el ejercicio de su irrenunciable vocación política y militar, pues fue regente, gobernador de Castilla e instigador de guerras contras judíos y musulmanes ante los católicos reyes, antes de abandonar este mundo el 8 de noviembre de 1517 a los 81 años de edad, tras poner en marcha la Universidad de Alcalá.

Tal vez, sin los consejos del cardenal confesor de la católica Isabel, no se hubiera expulsado a los judíos, los musulmanes no se habrían sublevado en Las Alpujarras y las tres culturas convivirían en paz en la piel de toro, pero el inquisidor general Cisneros no facilitó el entendimiento, sino todo lo contrario, calentando la cabeza de los reyes con el resultado ya sabido por la historia.

Pero el cardenal Cisneros no se conformó con intrigar en la corte y ser látigo implacable de infieles judíos y musulmanes, pues al mando de la capitanía general que ejerció demostró ser un gran estratega militar, forjador de la nueva España que nacía, participando en la toma de Granada y encerrando a Juana la Loca en Tordesillas para que Fernando el Católico recuperara el trono castellano.

Puso firme al clero, persiguió a los seguidores del papa-papá Alejandro VI, despertó a tortazos a los relajados clérigos, impulsó campañas militares en el norte de África, diseñó estrategias de combate y pretendió sin éxito encabezar las tropas en el campo de batalla, con la espada por báculo, el casco por la mitra y la coraza por la capa pluvial.

Recordemos, finalmente, que tuvo en su currículo todos los título imaginables y más poder que todos los santos, pero no fue canonizado.

HARTURA COMUNERA

HARTURA COMUNERA

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No está claro si fue una rebelión antiseñorial, un movimiento contra la fiscalidad, una protesta por la evasión de capital o la disconformidad con el emperador flamenco, pero los comuneros de Castilla llevaron a cabo la primera revolución burguesa que abriría el paso a todas las que vinieron después y a las que están por venir.

Antes del levantamiento, los comuneros hicieron el último esfuerzo de conciliación un día como hoy de 1520 enviando a Bruselas dos mensajeros a parlamentar con el rey para exponerle las demandas de los castellanos, pero don Carlos los expulsó del castillo a cinturazo limpio sin permitirles decir palabra, abriendo paso a la revolución comunera.

No admitían los nativos que su rey lo fuera por la autogracia que lo fue, que viviera a dos mil kilómetros de Castilla, que los cosiera a impuestos, que gastara las rentas locales en otros reinos, que no hablara castellano, que gobernara con flamencos de Flandes, que las Cortes no fueran la primera Institución del reino y que los procuradores no fueran elegidos por el pueblo.

La rebelión comenzó con pasquines a las puertas de las iglesias donde podía leerse: “Tú, tierra de Castilla, muy desgraciada y maldita eres al sufrir que un tan noble reino como eres, sea gobernado por quienes no te tienen amor”. Pero la revolución acabó con las cabezas de los cabecillas Padilla, Bravo y Maldonado, colgando de un mástil en Villalar, para escarnio de todos y temor de propios que apretaron aún más los puños.