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INOCENTADA REAL

INOCENTADA REAL

En el artículo de ayer hablaba de los pobres inocentes que durante todo el año sufren novatadas de los sinvergüenzas que andan sueltos por el mundo, sin percibir que yo también formo parte del grupo de papanatas en el que don Juan Carlos, sus palmeros y ciertos periodistas, nos ha metido a todos los españoles.

A muchos nos gustaría saber por qué los medios de comunicación aplauden algo que merecería abucheo y se empeñan en hablar de las “cuentas del rey” cuando en realidad se trata de una partida presupuestaria de “asignación directa” a la Casa Real, que nada tiene que ver con los gastos que ocasiona dicha Casa ni con las cuentas del rey.

No es casualidad que el monarca haya elegido el día de los santos inocentes para decirnos cuál es su sueldo, porque tiene un envidiable sentido del humor que compensa sobradamente sus limitaciones, haciéndonos creer, como el buen ladrón, que todos son de su condición.

Después de treinta y dos años hemos sabido que ponemos en sus manos 8,4 millones de euros de los que se coge su sueldo, le da al marido de la periodista su parte, y poco más. Pero nada sabemos de los millones que suman todos los gastos de la Casa, y me temo que no lo sabremos hasta que llegue la tercera república.

Sí, porque más allá del dinero que recibe directamente el monarca, la familia real genera elevados gastos que no figuran en dicha asignación, como son los escoltas, la seguridad, el mantenimiento de los palacios (140 millones que paga Patrimonio), los viajes, el parque móvil, las visitas oficiales, etc.

Por eso, a muchos de sus vasallos nos gustaría saber con claridad y sin trampas las cuentas “reales”, para saber en qué se emplea el dinero que damos, evitando indefinibles bloques de gastos y opacidades perpetuas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber, por ejemplo, cómo ha hecho el rey para convertirse en pocos años en una de las mayores fortunas del país, con un patrimonio de 1.790 millones de euros, según las revistas Forbes y Eurobusiness, que nadie de la Casa ha desmentido.

A muchos vasallos nos gustaría saber por qué Patricia Sverlo no está en la cárcel tras escribir en su libro que el rey tenía 6.000 millones de pesetas en bancos suizos “por si acaso”.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber las conversaciones que tuvo con tres expresidiarios que le aconsejaban en sus finanzas.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber los negocios que ha tenido, los que mantiene y las fuentes de sus enormes ingresos en los años de reinado.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber cuánto paga cada año a la Hacienda pública, porque eso nos acercaría a su patrimonio.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber el origen de este aparente, sólo aparente, gesto de transparencia contable después de tantos años de opacidad.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué el prometido destape financiero del rey no ha pasado de enseñarnos el tobillo derecho.

A muchos de sus vasallos nos gustaría saber por qué nos ha gastado esta pesada broma el día de los santos inocentes, prometiendo decirnos lo que no ha dicho, jugando al escondite con su patrimonio y pretendiendo una burda maniobra de lavado de imagen que ofende al más torpe de los súbditos gobernados por él. ¿O no gobierna? Porque si no gobierna ¿qué hace, pues?

INFANTA SIN SALIDA

INFANTA SIN SALIDA

Como alumno que fui durante catorce años del colegio Infanta María Teresa, – hija del bisabuelo del rey y parienta lejana de su hija -, siento gozoso desconsuelo por Cristina. Tan guapa ella y tan rebelde que se negó aceptar las tradicionales reglas del juego monárquico y decidió compartir afanes, luchas , problemas y negocios con un plebeyo alto, guapo y descarado, a quien no le han bastado los favores de la infanta y la protección de los suegros, para ser feliz.

Los súbditos moderados y arbitrados por su padre para que no nos peguemos más, – que bastantes bofetadas nos dimos unos a otros en los inmediatos pasados siglos, bajo la tutela de sus antecesores –  no comprendemos a la duquesa, pero doblamos la frente, como los bueyes condenados por el poeta de Orihuela.

De ser cierto todo lo que está apareciendo sobre las andanzas del yernísimo, sus cambalaches financieros y blanqueos fiscales han metido a la esposa en un callejón tapiado del que no va a poder salir sin heridas, por muchas escaleras que le pongan sus padres para salvar el muro, y amplia sea la sordina que se impongan periodistas y políticos, incluido el antimonárquico Anasagasti.

A la pobrecita e inocente Cristina se lo ha puesto fácil el fiscal ante la justicia, al no querer saber nada de ella en el asunto. Pero lo tiene muy difícil ante el pueblo porque hasta el más lerdo de los vasallos, sabe que cualquiera de las dos opciones que tiene la duquesa de Palma, la lleva a una condena popular sin paliativos, por mucho que sonría en las fotos con la mamá, durante la visita que la reina ha hecho a la pareja en Washington.

Parece muy clara la situación de la infanta, porque sólo tiene dos caminos a seguir: o sabía los trapicheos de su marido por esos mundos de corruptelas o ignoraba los guisos que el vasco preparaba en el figón doméstico mientras ella dormía.

En el primer caso,  es decir, si Cristina de Borbón y Grecia estaba al corriente de las trampas que su atlético marido se traía entre manos, la complicidad de la duquesa en los abusos y fraudes del marido, es evidente.

Pero si desconocía la procedencia de tan suculentos ingresos en la familia, sin preguntarle en la cama a su marido de dónde salían los millones que entraban en casa, estamos obligados a pensar que su familia no es lo que aparentaba ser, y su marido un farsante que la obligará a pasearse  por el mundo con unos cuernos político-mercantiles-fiscales, vergüenza que teñirá de luto la nobleza de su sangre azul y la de toda la Casa Real.

El camino que tome la infanta nos dará la respuesta, pero será difícil aceptar que tanto daño a su persona y a la monarquía, tanta farsa, atropello, fraude, engaño y cinismo, quede impune y sin respuesta en las relaciones personales.