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PESOS PESADOS

PESOS PESADOS

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Los populares herederos directos de líderes franquistas que recibieron el espaldarazo político de sus progenitores, y otros tantos socialistas que durante años criticaron el franquismo, han seguido los mismos pasos, pretendiendo soldarse con autógena a los sillones institucionales, cantando a coro “No nos moverán”.

Oyendo las declaraciones de algunos pesos pesados populares y socialistas defendiendo estatutos enmohecidos y estructuras internas añejas para seguir silloneando, es fácil explicar la debacle de ambos, invocando el espíritu trasnochados ya invalidados por actuales exigencias sociales.

Muchos líderes populares y socialistas reconocidos por todos los votantes, llevan décadas viviendo lujosamente de la política, sin otro mérito que ser tocados por el dedo poderoso del jefe que los ha incluido año tras año en las listas electorales, perpetuándose en escaños y poltronas institucionales.

La negativa de los viejos elefantes populares y socialistas a irse al cementerio político con sus colmillos retorcidos y las arcas llenas hasta rebosar con los tesoros de las minas electorales tras décadas de neoneo, obliga a pensar en canonjías envidiables y privilegios categóricos de la profesión política en que convirtieron sus vidas.

Pedimos a los militantes ingenuos de ambos partidos que no se dejen embaucar con la magia de los prestigitadores que guardan conejos en la chistera para cautivarlos, aprovechando su inocencia; y prevenimos a los candorosos votantes que estén muy atentos porque jugarán con cartas marcadas y listas cerradas elaboradas por ellos, en las próximas elecciones.

PRIMER LÍMITE DE VELOCIDAD

PRIMER LÍMITE DE VELOCIDAD

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El abandono de carrozas y diligencias de caballos en beneficio de los vehículos a motor no fue fácil y tuvo sus reticencias, porque en los inicios de la mecanización vial explotó la caldera de un vehículo con motor a vapor, matando a cinco viajeros y dejando malheridos a otros tantos, obligando a las autoridades a restringir la velocidad de aquellos artilugios autopropulsados.

Sabiendo los británicos que las balas y los vehículos eran inofensivos por ellos mismos, y que su capacidad para matar estaba en la velocidad que llevaban los proyectiles y coches, decidió su Parlamento reducir a mínimos la aceleración de los coches, aprobando el 5 de julio de 1865 la primera ley que limitaba la velocidad de circulación de las vaporosas y pavorosas máquinas, por la izquierda de sus carreteras.

Ley restrictiva, severa y sancionadora, que impedía a los británicos circular con sus vehículos a más velocidad de los 6 kilómetros por hora autorizados por la norma legal  parlamentaria, una vez contabilizado el número de víctimas ocasionado por la circulación vial en sus rutas.

No contentos con la restricción de velocidad, obligaron a que corriera delante del vehículo una persona agitando una bandera roja para alertar a los peatones del grave peligro que se avecinaba, manteniendo esta exigencia durante años, con grave perjuicio para la recién llegada industria automovilística de combustión interna, que sufrió un parón recordado con dolor por las empresas del sector.

Esto llevó a un retraso industrial que fue aprovechado por empresas viales francesas, alemanas y estadounidenses, adelantándose en progreso, beneficios y servicios a los británicos, hasta el punto de provocar un gran enfado en el científico Thomas Alva Edison, que reprochó a los británicos tal medida, teniendo tan buenos ingenieros y carreteras, no aprovechados debido a pacatos prejuicios inexplicables que les llevaron a la cola de industria automovilística.

CALDERA SOCIAL

CALDERA SOCIAL

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Vivimos tiempos convulsos gobernados por mentiras institucionales, corruptelas impunes, palabras desorbitadas, insultos injustificados, desmedidos agravios y gestos histriónicos, donde los poderosos amordazan las voces críticas, criminalizan a los desahuciados, desprecian a los «preferentistas», detienen a los manifestantes, presionan a los jueces, descalifican a los médicos, condenan a los inmigrantes, abandonan a los enfermos dependientes, subestiman la justicia y postergan a los profesores.

Los amos del país rechazan las reivindicaciones del pueblo y no aceptan que los ciudadanos tengamos derecho a reclamar la devolución de todos los beneficios laborales, sanitarios, judiciales y educativos, conquistados tras largos y cruentos años de lucha, en los que pusimos mucha sangre, excesivo sudor y sobradas lágrimas.

Que nadie pretenda engañarnos con sofismas de tres al cuatro y falacias arrabaleras, porque en este país quienes han vivido por encima de sus posibilidades no han sido los ciudadanos de a pie, sino los estafadores del ladrillo, los explotadores empresariales, los especuladores financieros sin escrúpulos y los políticos cómplices de la ruina, que mantienen intactos sus privilegios.

La voz de un cura católico ha clamado en el desierto de una parroquia marginal, pidiendo la excomunión para todos ellos, mientras los prelados se ajustan las hebillas de los zapatos y levanta amenazante el báculo para dejarlo caer contra la grey católica que pretenda salirse del rebaño, mientras las mitras toman chocolate con churros en casa de los esquilmadores y mantiene en sus arcas la mayor riqueza imaginable.

Las caldera de Pedro Botero donde envían los capelos a los pecadores, se ha transformado en una caldera social, cuya explosión amenaza con ser superior a la de otras revoluciones populares, donde al pueblo no se le dio más alternativa que la lucha armada con hoces y horcas para defender la supervivencia que le habían robado los poderes políticos, aristocráticos y religiosos de la época.