KANT EN CAMPAÑA
El consejo que un alumno de la Universidad Carlos III pidió a dos candidatos a la jefatura del Gobierno que debatían sus programas en la mencionada Institución ante los universitarios que asistían al enfrentamiento directo entre Iglesias y Rivera, ha metido de hoz y coz al filósofo Inmanuel Kant en la campaña, sin consultar con el prusiano pensador.
Este alumno pidió a los contendientes que le recomendaran un texto filosófico para su lectura, logrando con ello el momento de oro mediático de su vida, pues uno de ellos recomendó un texto desconocido para el propio consejero, y el otro cambió el título del libro recomendado, algo que no hubiera escandalizado a nadie si no estuviéramos en campaña electoral.
Abochornados hemos quedado al ver y oír a eruditos periodistas, sabios tertulianos, doctos ciudadanos, lumbreras domésticas, sapientes comadres y lumbreras de taberna, poniendo de vuelta y media a Albert y de media vuelta a Pablo, uno por aconsejar la lectura de algo que no había leído y el otro por confundir “ética” con “crítica”, en el título del libro recomendado.
Debo aclarar que yo mismo recomendé muchas veces a mis alumnos aprender idiomas para mi desconocidos y leer textos por los que mi vista no había pasado, sabiendo del mérito de los mismos a través de reseñas especializadas, lo mismo que he confundido alguna cita, nombre de autor o título de libro en ocasiones, mereciendo la comprensión de mis alumnos por el lapsus cometido.
Pero si de lo que se trata es de rasgarnos las vestiduras porque alguien da buen consejo aunque no cumpla lo aconsejado o de ridiculizar a quien cita mal una obra, todos merecemos censura por muy ceremoniales e histriónicos que nos pongamos al señalar con el dedo a los demás, sin darnos cuenta que estamos ante un espejo, velado por la hipocresía social que sustituye al azogue.
Eso sí, con este alboroto, Kant ha conseguido ser pico de búsqueda el Google, lo cual no significa que los consultores del Rincón del Vago se animen a leer algunas de sus críticas a la razón pura o práctica, delito no condenado en código alguno ni contemplado entre los pecados capitales de la doctrina católica, si son capaces de acompañarse con las reflexiones de mi querido Savater.