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LA CODICIA, MADRASTRA CORRUPTORA

LA CODICIA, MADRASTRA CORRUPTORA

codicia

En el reparto de vicios capitales que hizo Salvador de Madariaga entre franceses, ingleses y españoles, a los primeros les atribuyó la avaricia, a los segundos la hipocresía y a nosotros la envidia, sin percibir que ésta conduce inevitablemente a la codicia, como ambición desordenada de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas, no para compartirlas.

El afán excesivo de riquezas conduce inevitablemente a la corrupción, pues el deseo vehemente de bienes materiales no tiene otra salida que la trampa y el engaño, al precio moral que sea. Esto significa que la codicia es madrastra de la corrupción que ha infestado las instituciones españolas durante décadas.

Mueve al codicioso el apetito de fortuna y su temor a la pobreza futura, pero no el deleitarse con los placeres que le reporta el patrimonio adquirido, porque sólo pretende asegurarse el garbanzo, como prueban los grandes capitales que se encuentran enterrados en las cajas de seguridad bancarias.

A la envidia, se añade la codicia como pecado capital de moda en los pisos altos esta España nuestra, – irreconocible para la madre que la parió -, aunque el catecismo del padre Astete no contemple este deseo de sobrepasar los límites morales y lícitos, que la sitúan entre las actitudes sociales, políticas y ciudadanas, más detestables.

El anhelo acaparador de riquezas no camina solo, sino acompañado de otras degeneraciones asociadas simbióticamente a él, que los depredadores practican sin escrúpulos, como son la deslealtad a personas e ideas; la traición premeditada; la aceptación de sobornos; la estafa, el cinismo, la violencia moral; y la simonía importada de los altares y mejorada por la corruptelas que practican los codiciosos institucionales.

ENTIENDO, PERO NO COMPREHENDO

ENTIENDO, PERO NO COMPREHENDO

Bueno

Entender no es lo mismo que comprehender, ya que no es igual tener idea clara de las cosas y saber algo con perfección, que encontrar justificación a los actos, palabras y sentimientos de los demás. Por eso me resulta difícil aceptar aquello que no comprehendo, y rechazo compartir lo que repugna a mi entendimiento, viviendo por ello en resignada conformidad con mi ignorancia, controlando la frustrante impotencia de soportar con paciencia espartana toda la sinrazón que  hiere el común de los sentidos.

No comprehender actuaciones de seres de mi especie y estar incapacitado para descifrar razonablemente algunos comportamientos humanos, me produce un deterioro anímico superior a otras preocupaciones cotidianas a las que no doy importancia, porque me superan los interrogantes derivados de acciones imposibles de responder.

Entiendo que robar a quien hurta la vida de otros, merezca cien años de perdón, pero no comprehendo el daño gratuito a los demás sólo por el gusto de quebrantar.

Entiendo que la suerte de la cuna determina el futuro de las personas, pero no comprehendo que se juegue con la vida de los demás por un puñado de euros.

Entiendo el llanto enrojecido de quienes sufren sentencias injustas de la justicia, pero no comprehendo el hambre en el mundo si sobran recursos para todos.

Entiendo la perseverancia de los luchadores por la libertad, pero no comprehendo que haya amos del suelo, el aire, el agua y la vida de los vecinos.

Entiendo que la muerte sea la consecuencia inevitable de la vida, pero no comprehendo que la búsqueda de la paz sea el argumento de las guerras.

Entiendo la búsqueda de bienes materiales para la vida y la supervivencia, pero no comprehendo la codicia insaciable y la avaricia de los depredadores humanos.

Entiendo el falso juego político, las detestables razones de Estado y el polvo que desluce los despachos, pero no comprehendo que se mienta al pueblo con impunidad y descaro.

Entiendo los circunloquios, las perífrasis, los camelos y las metáforas oficiales, pero no comprehendo la negativa a responder las preguntas concretas.

Entiendo que la cultura de origen determine las creencias religiosas, pero no comprehendo las disputas, luchas y muertes entre creyentes por el dios verdadero.

Entiendo que la muerte es un irremediable destino de los seres vivos, pero no comprehendo su empeño en presentarse a la cita sin ser llamada, ni previo aviso.

Finalmente, entiendo que la vida es una cadena interminable de interrogantes, pero no comprendo por qué buscando entre todos no encontramos los porqués.

CARTA DE LOS REYES MAGOS A LOS DIPUTADOS

CARTA DE LOS REYES MAGOS A LOS DIPUTADOS

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Padres de la patria:

Hemos recibido la carta que nos habéis enviado con las peticiones de cada uno, y pasamos a responderos colectivamente, aunque sea costumbre de esta Casa Real no responder a las infinitas cartas que recibimos. Pero vosotros merecéis una respuesta por el atrevimiento y desvergüenza que habéis tenido pidiéndonos más prebendas, cuando sabemos  que habéis abusado del dinero ajeno, esquilmado cuentas ciudadanas sin pedir permiso, para colmaros de presentes.

Tenemos noticias de que os habéis regalado un teléfono iPhone 4S, un iPad, un PC para el despacho, un Módem 3G con datos pagados y un ADSL para vuestra casa, a los que sumar un despacho propio con asistente incluido. ¡Joder!, con padres de la patria como vosotros no puede extrañarnos que los ciudadanos prefieran estar huérfanos y nos hayan pedido un ángel exterminador que os lleve al otro barrio.

Cómo tenéis el descaro de pedirnos un helicóptero personal para vuestros desplazamientos, con piloto, médico, enfermera y asistente incluidos, si ya os pagan los vecinos el kilometraje, las dietas, los peajes, los taxis, los billetes aéreos en primera clase, trenes y barcos, y ¡hasta las multas de tráfico!

Tampoco podemos acceder al aumento de sueldo que nos habéis solicitado con cara de cemento armado, porque multiplicáis varias veces los desafortunados sueldos mileuristas que los trabajadores, centuplicando la prestación que reciben los cinco millones de parados y diez millones de pensionistas, sin contar lo que sumáis por cargos, comisiones, ayudas de alojamiento, manutención y viajes.

Tampoco podemos concederos la exención fiscal total que habéis demandado, porque tenéis bastante con no tributar por las dietas, alojamiento, viajes, manutención y cargos. Ni podemos ceder a otorgaros indemnizaciones por ausencias a los plenos,  bostezos en los escaños y nula participación en debates, pues ya tenéis bastante con que los ciudadanos os paguen la Seguridad Social, los derechos pasivos, la póliza de accidentes, las mudanzas y las jubilaciones.

No entendemos cómo es posible que guardando todo esto en la faltriquera de la estafa, tengáis el descaro de pedir sacrificios a los ciudadanos, asegurándoles que tendrán el Estado de bienestar que sea posible, es decir, ninguno.

Resumiendo:

Por vuestro cinismo al decir que no hay otra solución que arruinar al pueblo para salvaros vosotros y los depredadores que protegéis.

Por la avaricia de concederos a vosotros mismos todo lo que negáis a los votantes que os mantienen en la poltrona.

Por la gula que destiláis en los banquetes que pagan los mismos que recogen las migajas de pan que caen al suelo.

Por vuestra pereza congénita en la tarea, por las siestas que os echáis en los escaños y los bostezos que despiertan a los adormecidos.

Por el egotismo, soberbia y falta de autocrítica que os lleva a culpar siempre a los demás de vuestros propios errores.

Por vuestra lujuria, como vicio de apetito sensual desordenado que os lleva a ambicionar en demasía los bienes materiales.

Por la mentira exculpatoria y la demagogia de escudaros siempre en la democracia que estáis pervirtiendo.

Por la avaricia insaciable y la ambición desmedida que acreditáis con vuestras viciosas peticiones, merecedoras de exclusión, nos sumamos al deseo del pueblo y os adjuntamos para la firma el escrito de dimisión como padres de la patria, porque es el mejor regalo que podemos hacer a los ciudadanos.

Sin afecto por nuestra parte, esperan vuestra renuncia,

Melchor, Gaspar y Baltasar