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ME DUELE GRECIA

ME DUELE GRECIA

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HEALING

A veces no basta con gritar más alto para acallar el ronquido del hambre, ni desempolvar pesadillas en la sombra da respuestas a los interrogantes que deja la miseria en paredes y pancartas, cuando la duda garabatea palabras inasequibles al libro sagrado y el pentagrama social entona consignas inaudibles para los depredadores.

La paz de los tratados evita resplandores de bombas en las noches negras de la barbarie, es cierto. Pero es más verdad que la sinrazón de la mortal guerra fría extermina sin pólvora almas inocentes mostrando los colmillos tras la sonrisa de hiena, sin disparar con plomo a cuerpos anémicos condenados a muerte por una ambición amparada en pacíficas leyes exterminadoras.

Los suicidios griegos a los pies de Atenea no son fruto inexplicable del azar, sino cumplimiento de mandatos dictados por quienes contemplan desde su olimpo la mortuoria secuencia de vidas abandonadas, inaccesibles a las páginas de periódicos y pantallas televisivas en un intento de evitar contagio de la epidemia fúnebre que se expande entre sus gloriosas piedras.

Pero callar es cobardía y mirar para otro lado, apocamiento, cuando la sangre del prójimo grita rebeldía contra al látigo financiero que fustiga inclemente la espalda dolorida de un pueblo que pide limosna para sobrevivir, ante la indiferencia de los vecinos del sur que esperan mansamente su turno a la puerta, resignados al inmerecido destino que les espera.

FELIZ CUMPLEAÑOS, YANIS

FELIZ CUMPLEAÑOS, YANIS

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Hoy cumple cincuenta y cuatro años Yanis Varoufakis, ilustrado ateniense comparable a los pensadores griegos que alumbraron con su sabiduría la Europa que ahora desprecia a sus herederos, sin agradecerles todo lo que aportaron a la Humanidad, en tiempos de sequía intelectual.

Es hombre, Yanis, apreciable por su templanza, obras y palabras, que se está ganando el respeto y la admiración por la valentía del compromiso que ha asumido sin esperar nada a cambio, siendo el único líder político con el que me sentaría a conversar en Egina bajo una parra, compartiendo una botella de retsina y un plato de pistachos.

Yanis se pasea embufandado y descorbatado entre políticos mimetizados, sacudiendo los cimientos protocolarios de las mesas de negociación, con la camisa fuera de los pantalones, botas duras, chaqueta abierta y pantalones con rodilleras, reforzando con hechos que sus costumbres son las que siempre han sido.

Varoufakis impone con su presencia física y seduce por la intrepidez, desparpajo, capacidad de lucha, convicción idelógica, humildad y transparencia, que le falta a los líderes políticos europeos, que pasean su prepotencia por salones diplomáticos.

Convence más su compromiso social que las teorías económicas defendidas por él durante años en la Universidad de Cambridge, donde fue becario; en la de Essex donde obtuvo el doctorado en Economía; y en las de Texas, Coimbra, Sydney y Atenas, donde ha ejercido su magisterio docente.

Políglota, culto, hombre sencillo, intelectual reconocido, de izquierdas sin rozar el extremismo, original en sus comportamientos, mensajero de esperanza y persona comprometida con sacar del pozo un país que no tiene roldana, ni cuerda, pero que le sobran fuerzas y esperanzas para salir de él, aunque tenga que comer piedras.

Ojos almendrados, pómulos enérgicos, mentón apto para encajar golpes, mirada firme y cabeza estética semejante a las esculpidas por Fidias en la Acrópolis de su ciudad natal, vive dolorido desde que su hija partió a Sidney con su primera mujer, a pesar del consuelo encontrado en Danae Stratou.

Feliz cumpleaños, Yanis, y que Zeus guíe tu gobierno; Poseidón te salve en las tempestades políticas; Dionisio participe en tus éxitos; Apolo te otorgue sabiduría; Hermes te proteja de los ladrones; Atenea te dé sabiduría; Hefesto forje tu espíritu; y todos ellos te den larga vida porque te necesitamos tu vocación redentora.