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DÍA DE AMISTAD

DÍA DE AMISTAD

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Hoy toca celebrar gozosa fiesta de amistad, promovida por páginas llegadas al mundo como pretexto de entrañable encuentro fraternal, aliviador de la separación paterno filial que tendrá lugar en el salón municipal del consistorio salmantino, y consolador refugio de la inevitable ruptura familiar que se avecina, arropada por queridos amigos que pincelarán la jornada con íntimos brotes de amistad.

Un hijo literario que ha convivido durante años con los afanes diarios de mi vida, hoy me abandona definitivamente para irse a ocupar un espacio en los anaqueles domésticos de cuantos amigos testificarán nuestra despedida, porque cuando un libro sale a la luz, el autor cede todos los derechos de propiedad a los lectores y sus páginas dejan de pertenecerle.

Día de amistad, porque quienes me acompañen hoy en el alumbramiento de esta nueva criatura no lo harán por causa del recién nacido, sino por inmerecido afecto personal hacia su padre, que agradezco de antemano a cuantos me acompañéis en el parto, especialmente a los que venís de provincias alejadas de la tierra charra, donde verán la luz sus páginas.

Atrás quedan años de investigaciones tozudas, búsquedas en archivos, rastreos en bibliotecas, indagaciones en hemerotecas, transcripciones de manuscritos, cotejos documentales, cribados informativos, análisis de datos, traducciones de originales y otras tareas previas a la redacción de un texto que ha salido de la imprenta esperanzado.

Hoy despediré públicamente a un nuevo hijo literario entre abrazos de amistad de los testigos que asistan a nuestra separación definitiva, tras un largo embarazo sobrellevado con pesar reconfortante, trabajo redentor, renuncia consentida y placentero esfuerzo, porque el dolor con gusto aceptado, como el parto de una madre, no implica sacrificio.

ANTÍDOTO CULTURAL

ANTÍDOTO CULTURAL

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La cultura es el mejor antídoto contra los males que afligen a la sociedad, y el más eficaz tratamiento para evitar manipulaciones mentales, salvar epidemias ideológicas, superar contaminaciones integristas y ver con claridad el camino en medio del bosque informativo que nos rodea, amenazando con anular nuestra personalidad, mutilando criterios propios y haciendo de nosotros polichinelas en manos de los usurpadores.

La cultura es como un fósil que debemos rescatar del olvido y regar cada día para que reverdezca, progrese, crezca, nos dé sombra y proteja de las mentiras institucionales que caen como chuzos de punta sobre la ignorancia, evitando también el naufragio de la erudición en la adversidad, embravecida por desgraciados vientos y tempestades obsesivas que anulan la capacidad de discernir.

La cultura ni se compra, ni se vende, ni se alquila, ni se presta, ni se hereda. Tampoco se encuentra en páginas sobradas de datos, ni en legajos cargados de información o archivos enquistados de historia muerta. La cultura se alimenta en soledad con reflexión personal y crecimiento interno, manteniendo la mente en calma y el espíritu despierto, porque forma parte de nosotros mismos, nos define, da vida, impulsa y libera.

Es la cultura esencia que aromatiza el conocimiento. Cortafríos de la torpeza. Despertador de manipulaciones. Detectora de mentiras. Perfume sanador de ventanillas comerciales enquistadas de codicia. Caudal de sangre renovada que canaliza flujos de libertad. Brebaje que volatiliza el analfabetismo. Néctar del espíritu que alimenta la civilidad. Elixir que destila redención. Y ambrosía que libera de la ignorancia.

SOLILOQUIOS EN LA TRIBUNA

SOLILOQUIOS EN LA TRIBUNA

imagesSon tantas las mentiras que han lanzado los políticos desde las tribunas, que las arengas, discursos y mítines se han convertido en soliloquios, donde el sermonero de turno habla para sí mismo porque nadie le escucha, nadie le atiende y nadie le cree, recibiendo el abucheo silencioso del sentido común ciudadano.

Los políticos han gastado las palabras de tanto manosearlas; han puesto trampas al diccionario utilizado eufemismos inadmisibles para la razón humana; y han pervertido el lenguaje con circunloquios sin sentido que emulan con holgura la palabrería de los charlatanes de mercadillo.

Convenía recordar a estos palabreros de las tribunas la advertencia del sabio Alfonso X cuando dice que el mucho hablar envilece las palabras. Algo repetido por Bacon afirmando que la discreción en las palabras vale más que la elocuencia. Y corroborado por el refranero, advirtiendo que quien mucho habla, mucho yerra.

Pero los dirigentes de nuestra sociedad no hacen caso a tales consejos y siguen con sus largos soliloquios en las tribunas desoyendo a Gracián cuando les dice que lo bien dicho se dice presto, sin considerar que no hay razones para alargar aquello que se puede abreviar, porque lo bien dicho no necesita excesos.

Los soliloquiadores insisten en su error de falsear y mentir, creyendo que las palabras se las lleva el viento y que el paso del tiempo formatea la memoria de los ciudadanos, olvidando que sus palabras quedan registradas en la memoria externa de las hemerotecas y los archivos de imágenes, para recordarnos sus falsas promesas, engaños y trampas, aunque la desvergüenza de los falsarios les permita seguir ocupando las tribunas.