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APOCALIPSIS

APOCALIPSIS

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Oyendo hablar a los líderes políticos de diferentes partidos en los mítines, queda claro que a partir del día 20 llegará el apocalipsis, – gobierne quien gobierne -, según predican a sus seguidores todos los tribuneros que se suben a la tarima, entre el aplauso enfervorecido de los correspondientes palmeros.

Según vocean “hunos”, apocalíptico será para el país si continúa el frenillo plasmado en la Moncloa. Para “hotros”, la hecatombe llegará si el guapero baloncestista llega al palacete. Se avecina el cataclismo si el pecero se reúne con los suyos en los salones. Peor será si colea la coletas por los pasillos de la Moncloa. Y se cierra el círculo con catastróficos presagios si el naranjito se hace zumo en la cocina.

Atención porque se avecina el fin de la civilización, la decadencia de Occidente, el ocaso del cristianismo, el crepúsculo de los dioses, la caída del Imperio, el saqueo de Roma, la toma de la Bastilla, la derrota de las Termópilas y el fin del orden democrático constitucional. ¡El acabóse, el arruinóse, el terminóse, y el fuese al carajose !

Esto han dicho los diferentes gepetos y grandes pitonisos de delfolandia, profetizando el derrumbe de la democracia si gobierna el oponente de cada mandamás, siendo deportada la convivencia a un gulag donde seremos autodevorados en la podredumbre democrática, si no lo evita Juan Felipe Froilán de Todos los Santos Marichalar y Borbón y Borbón.

Pero mientras esto sucede, y en espera de que vuelvan las «checas» a España como ha profetizado un descerebrado tertuliano, confiamos en que también lleguen con las checas, muchas suecas, finlandesas, noruegas y otras nórdicas para enfriar la calentura de algunos cerebros demenciados.

POR EL CAMBIO

POR EL CAMBIO

Unknown

Los profetas de la catástrofe de «huno» y «hotro» bando pretenden llevarnos a temerosos cuentos infantiles, cuando el “hombre del saco” amenazaba con llevarnos no se sabe donde, y el aviso “¡que viene el lobo!” nos prevenía contra la llegada del maligno dominador de la voluntad popular, cuando la democracia estaba ausente de la piel de toro.

Salen los brujos azules y rojos del escondite, anunciando males y desdichas si ganan otros, pretendiendo inocularnos temerosas supersticiones que existen solo en sus mentes, haciéndolo con exhibicionismo mediático, sobrada imprudencia, notoria altanería y escasa lucidez en sus augurios.

Estad tranquilos ante las predicciones catastrofistas de tales hechiceros, cuando vaticinan tragedias colectivas por cometer la irresponsable frivolidad de botar a los veteranos salvadores de la patria, votando a quienes nunca tuvieron oportunidad de guiarnos y redimirnos de la corrupción, sean estos hipotéticos salvadores del color político que sean.

No creáis que ese voto por el cambio nos pondrá al borde del precipicio a punto de caer despeñados, porque ya lo hicieron la mayoría de españoles en 1982 sin contaminarse con el gen del suicidio colectivo que les llevara a la locura de la autoinmolación y el exterminio, invocando a los cuatro jinetes de la Apocalipsis con sus votos.

Confiad en que la voluntad popular de poner el país en nuevas manos nos alejará del hundimiento tectónico y el fin del mundo predicho por los agoreros, porque los nuevos representantes – sean estos cuales fueren – no serán diabólicos ángeles exterminadores, precursores de la inmediata extinción de la vida humana, sino personas que merecen una oportunidad, porque no siempre lo malo conocido fue mejor que lo bueno por conocer.