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Etiqueta: apátrida

CON SENTIMIENTO APÁTRIDA

CON SENTIMIENTO APÁTRIDA

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Sufrimos indigestión autonómica, por culpa de quienes atropellaron el artículo segundo de nuestra Constitución en tiempos de prisas democráticas y concesiones caprichosas basadas en forzados consensos rechazados por el sentido común.

Como apátrida nacido en mi tierra, atribuyo gran parte de la pandemia social que se extiende por la piel de toro al reparto autonómico, en vista de las fatales consecuencias que ha tenido para los ciudadanos la fragmentación territorial en diecisiete comunidades autónomas a las que se suman dos ciudades más, con sus asambleas correspondientes.

Diecisiete parlamentos, diecisiete Gobiernos, diecisiete Consejos Consultivos, diecisiete cajas de ahorros sociales transformadas en ruinosos bancos autonómicos, decenas de instituciones, cientos de edificios e infraestructuras y miles de cargos políticos dispuestos a pegar tiros al aire con pólvora del pueblo, no es el mejor camino para gestionar eficazmente una administración al servicio de los ciudadanos que la sustentan, según han demostrado los hechos.

El exceso de gasto, los abusos, la inoperatividad, el despilfarro, la corrupción, el cortijerismo, la ineficacia y el dispendio público evidenciado durante años, ha concluido en una crisis de la que el pueblo ha sido el gran perjudicado, porque la relación productividad / coste / servicio, de las autonomías, está descompensado, en beneficio únicamente a quienes en ellas han vivido del cuento, desde que se estableció el mapa territorial fruto de “pactos autonómicos” – ¡ojo! – nunca refrendados por el pueblo.

Con sentimiento apátrida propongo borrón y cuenta nueva, eliminando los espacios territoriales uniprovinciales y limitando las competencias de las  autonomías multiprovinciales a estructuras administrativas básicas y funcionales, para que los ciudadanos no sufran consecuencias negativas derivadas de cesiones competenciales en materia educativa, judicial y sanitaria.

ALEGRÍA REDENTORA

ALEGRÍA REDENTORA

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Unknown

La alegría es una emoción mal definida, muy sentida y felizmente vivida por quienes han tenido la gozosa oportunidad de disfrutar la compañía de esta inseparable hija de la felicidad, hermana jubilosa de la algazara y pariente próxima del regodeo alborozado.

Contrapuesta a la tristeza, es la alegría oasis en el pedregal de la amargura y dichoso puente sobre las turbulentas aguas de la vida, cuando el dolor aflige, la pesadumbre enturbia las pupilas y el insomnio se recuesta en la almohada, alimentando pesadillas y sinsabores de penas redimibles en su frescura.

Deslumbra la alegría el infortunio y aleja la adversidad desprevenida, cegando la desgracia con resplandores esperanzados, al tiempo que pone velos a la desdicha, alienta la melancolía, evita la aflicción, reconforta las tribulaciones y aleja el desconsuelo, dando paso a la serena paz interior liberadora.

Pero no vive sola, porque la alegría busca siempre compañía para compartirse y no tiene horarios, ni normas, ni ataduras. Tampoco aparece en las guías de ocio, ni se compra en taquilla alguna, ni provoca risotadas, ni se deja ver entre las copas de madrugada.

Es apátrida, transfronteriza y habla un lenguaje universal. Sobrevive al poder, a la sabiduría, a la violencia, al sexo y la riqueza. Va más allá de la fiesta, el humor, el chiste y la risa. Derrama su esperanza sobre el dolor, lame las heridas del alma y levanta el vuelo al mínimo roce insolidario sobre su piel, porque es ave delicada que anida en los corazones enamorados.

GEORGES MOUSTAKI

GEORGES MOUSTAKI

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Ha huido el apátrida Moustaki a una tierra sin tierra, empapada de libertad eterna y vuelo sostenido, rompiendo los grilletes que le atenazaban a un mundo secuestrado por voluntades de exterminio y condenado a galeras, haciendo irrespirable el aire a quien se dejó los pulmones cantando libertades, en una sociedad donde siempre fue extranjero.

Judío errante, peregrino libertario, pastor griego y vagabundo en un planeta abandonado de principitos y sin posibilidad de redención para un alma de meteco que deambuló, guitarra en mano, por los rincones de la verdad, en busca de la imposible redención del purgatorio donde ahora habita.

Eterno adolescente con la melena al viento buscando almas gemelas donde saciar el amor, bebiendo años hasta morir viviendo en la eternidad del sueño imposible y redimiendo libertades ajenas a golpe de canción sobre la fuerza bruta que nos ha reducido al infierno social donde el dolor habita.

Perdedor de amigos para ganar espacio, entregando a la libertad la camisa, cediendo sus costumbres y acompañando la soledad con canciones, mientras ganaba sonrisas al aire fresco de la aventura protectora de quebrantos y sanadora de heridas, con fuerzas para romper amarras y perderse por caminos abandonados recogiendo rosas de los vientos y rayos libertarios de luna llena.

A todos nos espera el extranjero universal en la noche eterna del humo, con una copa de vino griego en la mano, cigarro en boca y abrazado a su guitarra cantando coplas con Brassens y la Piaf, mientras el mundo sigue girando a ritmo de secuestros, fronteras y barricadas de dolor.