DUDOSO HOMENAJE
Por primera vez en muchos años, desde que el “malagueño” alcalde socialista de la ciudad institucionalizó el homenaje a Unamuno ante la obra de Pablo Serrano, ayer he faltado al recuerdo que se brinda cada 31 de diciembre a Unamuno frente a la casona de Bordadores, en el aniversario de su muerte.
Mi ausencia al acto fue percibida por varios amigos presentes en el mismo, algunos de los cuales se limitaron a «ponerme falta», otros expresaron su extrañeza y los más próximos me pidieron amable explicación que dejo en esta bitácora, tras ofrecérsela personalmente a mis queridos Miguel, Salomé, Pablo, Miguel y Quique, envuelta en un abrazo, junto al nicho de su abuelo y bisabuelo.
Porque, eso sí, acudí como cada año, junto a mi querido Agustín al sentido y humilde homenaje que la Asociación Memoria y Justicia hizo a don Miguel en el cementerio, escuchando las palabras del amigo Daniel y el agradecimiento de Pablo a los que allí estuvimos. Pero de regreso a la ciudad, fui bordeando con Agustín el entorno de las Úrsulas, como rechazo al homenaje que un antiliberal ofrecía al mayor liberal del finisecular siglo XIX y primer tercio del XX.
Mi alejamiento del lugar no me impidió oír retemblar los muros de la plazuela con las palabras pronunciadas por Unamuno como réplica al escritor antiliberal que pretendía homenajearle con una corona de laureles, recordándole el maestro lo que ya dijo al clérigo Félix Sardá y Salvany, cuando en 1884 denunció el pecado del liberalismo.
La crítica que el tradicionalista y conservador señor Prada, hizo al liberalismo el 18 de abril de 2008, compartiendo llamar “niebla ponzoñosa” a la ideología patrocinada por Unamuno, y condenando la libertad, la ciencia y la democracia a galeras, me ha impedido asistir al esperpento de ver a un baracaldés antiliberal homenajeando a un bilbaíno liberalote de cuerpo entero, orgullo de los demócratas.
Decepcionante fin de fiesta para clausurar el año dedicado al pensador vasco-salmantino.