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INFELIZ ANIVERSARIO

INFELIZ ANIVERSARIO

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Durante los años de mi infancia y juventud estuvimos obligados a recordar y celebrar el «Día de la victoria», algo que nunca debió ser recordado ni celebrado, porque el 1 de abril de 1939 concluyó una salvaje guerra civil entre vecinos, provocada desde los despachos como todas las guerras, sin contar con quienes pusieron los muertos.

Ese mismo día comenzó la más duradera dictadura militar en España, que tuvo fragmentado el país durante décadas entre vencedores y vencidos, padeciendo los segundos dolores semejantes a los primeros, porque nada hay más triste que una batalla ganada con sangre derramada de los que conviven juntos.

Recordamos el último parte de guerra de aquella barbarie, firmado por el “generalísimo” con su puño y letra en el Cuartel General, anunciando que el ejército “rojo” había sido cautivo y desarmado por las tropas “nacionales”, patrimonializando con orgullo una victoria de la que todo ser vivo con un mínimo sentimiento fraternal se avergonzaría, y cualquier católico evangélico con obligación de amar a sus semejantes, condenaría tal “cruzada”.

Obligados a recordar esa victoriosa victoria durante tantos años, es bueno recordarla hoy para que nunca más vuelva a repetirse semejante disparate ni reproducirse una matanza entre amigos de ciudad, pueblo o barrio, porque esta proximidad y conocimiento personal de los matarifes por ambos bandos, añade un detestable plus de vecindad a toda locura guerrera.

ANIVERSARIO REPUBLICANO

ANIVERSARIO REPUBLICANO

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Hace hoy ochenta y tres años que Unamuno proclamó la Segunda República Española en la Casa del Pueblo de la Federación Obrera salmantina, y más tarde desde el balcón del Ayuntamiento, recibiendo vítores y ovaciones de los miles de ciudadanos que abarrotaban el ágora charra, antes de ser nombrado alcalde honorario perpetuo del Concejo salmantino.

En el aniversario de la República, conviene recordar que ésta no tuvo rabo, ni piel de exclusivo color rojo, ni apestaba a azufre recién quemado, ni fue dañina para la salud, ni estuvo contaminada de maldad, ni traicionó nada, ni estafó a nadie, ni tuvo cuernos de macho cabrío, ni topó contra los derechos ciudadanos, ni arañó dignidades nacionales.

Fue la República estímulo cultural, manantial de intelectualidad, fuente de creatividad y esperanza de conquistas sociales, que cristalizaron en la reducción del analfabetismo, el fomento de la participación, la mejora sanitaria, el desarrollo industrial y la consagración de libertades.

Con la Segunda República se revivió en el país un nuevo Siglo de Oro, acumulando escritores, pensadores, músicos, científicos y artistas de reconocida talla mundial, que promocionaron en el mundo la marca España con una fiabilidad muy superior a la pretendida en estos tiempos de impunidad y corruptelas.

Trajo la Segunda República el sufragio universal, las Cortes unicamerales, los jurados populares, la reducción del centralismo, los derechos laborales, la legalización del divorcio, la verdadera aconfesionalidad del Estado y la protección de familias, ancianos, enfermos y niños.

Eso fue la República, y no otra cosa como tratan de hacernos creer los cortesanos a quienes aspiramos a organizar el Estado con una autoridad elegida por nosotros, eliminando privilegios hereditarios propios de tribus perdidas y desvalidas, incapaces de moderarse porque la cultura les falta y les sobra inmadurez.

ANIVERSARIO REVOLUCIONARIO

ANIVERSARIO REVOLUCIONARIO

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Hace hoy 96 años el descontento del pueblo ruso con la autocracia zarista llevó a los ciudadanos a una revuelta en Petrogrado, capital de la Rusia zarista, que fue preludio de la rebelión militar forzadora de la abdicación del zar Nicolás II, dando comienzo la Revolución Rusa.

El crecimiento de la clase obrera, unido al agravamiento de la pobreza y el malestar de los ciudadanos por no recibir aquello que merecían, fomentó una conciencia revolucionaria rebelde al poder del zar que nada hizo por evitar la injusticia social reinante, permaneciendo impasible antes “los chinches y cucarachas” que se paseaban por los hogares empobrecidos.

Tras la brutal represión llevada a cabo por la todopoderosa Ojrama, policía secreta del zar, encarcelando ciudadanos y deportándolos, continuaron las manifestaciones populares como la convocada en San Petersburgo, exigiendo un cambio de política al zar Nicolás II, que fue duramente reprimida, creándose como respuesta los primeros órganos de poder independientes del Estado zarista: los soviets.

La hambruna y escasez de medios en la población de un país que había tenido la mayor tasa de crecimiento de Europa antes de la gran guerra, no fue tenido en cuenta por el zar y por su querida Alejandra, a pesar del asesinato de su oculto asesor Rasputín.

Las revueltas sociales fueron inicialmente reprimidas por militares y policías hasta que una compañía de soldados se sumó a los insurgentes, arrastrando a toda la guarnición de Petrogrado a la rebelión, provocando el derrocamiento del zarismo y triunfando la revolución ante el entusiasmo popular.

ANIVERSARIO DEL EXTERMINIO

ANIVERSARIO DEL EXTERMINIO

 En agosto de 1945 la guadaña radiactiva que transportaba Enola Gay en su vientre aceleró el parto de Little Boy, una guadaña radiactiva de tres metros de longitud y cuatro toneladas de peso que cayó a las ocho y cuarto de la mañana sobre Hiroshima, esparciendo muerte por la ciudad a manos llenas con los cuarenta millones de cartuchos de dinamita que representaba la explosión que no dejó piedra sobre piedra en cientos de kilómetros a la redonda.

Cuando el fotógrafo militar George Caron disparó su cámara desde la cola del B-29, perdió el habla al ver la inmensa nube atómica, compendio de todas las plagas bíblicas, que se alzaba como sanguinario hongo gigantesco, jamás visto por el ojo humano.

Pareciéndole a Truman pequeño este regalo para los japoneses, decidió eliminar el desencanto nipón enviándoles tres días después un nuevo obsequio llamado Fat Man con plutonio en las venas, pues el uranio abandonado en el primer viaje no complació al presidente por su baja calidad.

 Su destino: Kokura, pero las nubes taparon la ciudad y sus vecinos se quedaron sin el presente, pues  tras dar el bombardero tres vueltas en vano, puso rumbo a Nagasaky, sin avisar a los vecinos para que salieran a recibir el obsequio.

Resumen: miles de muertos en el acto, miles de muertos durante los años que siguieron al acto y miles de japoneses a los que espera la muerte anticipada porque la radiación es duradera, mientras los analistas del exterminio aseguran que fue lo mejor que pudo ocurrir. Curioso.

UN AÑO INDIGNADOS

UN AÑO INDIGNADOS

La celebración del aniversario del 15-M no debe ser para recordar el movimiento ciudadano surgido hace un año, sino para relanzar la lucha contra una situación que lejos de mejorar, cada día nos hunde más en el fango, mientras los responsables de la crisis sobrevuelan las tierras movedizas que terminarán por engullir a los inocentes de la tragedia.

No es el enriquecimiento fácil de unos pocos a costa de los demás, ni el abuso de empresarios sobre trabajadores aprovechando la demanda de empleo, lo que preocupa. Ni siquiera los 430 puntos de la prima de riesgo o los porrazos, gomazos y pelotazos que les esperan a los más comprometidos del movimiento 15-M.

Tampoco inquieta la corrupción que campa por sus respetos. Ni la dudosa honradez de los parientes reales. Ni los usureros que explotan la forzada miseria de los desfavorecidos. Ni el infamante despilfarro autonómico.

No es culpable de la frustración el nepotismo reinante. Ni la incompetencia instalada en despachos oficiales. Ni el amiguismo como forma de selección de los empleados públicos. Ni el favoritismo discriminatorio. Tampoco perturba la degradación moral y falta de ética social reinante.

Ni siquiera el silencio de la Iglesia ante la tragedia nos afecta. Ni los retrasos en las sentencias judiciales. Ni el descaro de los tramposos. Ni las enfermizas amputaciones sanitarias. Ni los incultos recortes educativos.

Todos son hechos que ocurren, por mucho que escandalicen la ética más rudimentaria. Episodios que causan dolor en las más puras entrañan y provocan la indignación ciudadana, aunque nadie se atreva a tomar la Bastilla.

Indigna la impotencia de no tener las llaves de las cárceles para meter en ellas a todos los delincuentes de guante blanco y a los mentirosos de palabra falsa que andan sueltos por los despachos.

Indigna la frustración de no poder acabar con Ayuntamientos cuyo único vecino es el alcalde, Diputaciones dislocadas, Autonomías despilfarradoras y Senado inoperante.

Indigna no poder evitar el gasto en indemnizaciones millonarias; en sueldos desproporcionados a consejeros; y en ofensivos privilegios políticos que gozan quienes no los merecen.

Indigna el fracaso colectivo de millones de ciudadanos incapaces de coordinarse y unir esfuerzos para desterrar los desvergonzados mamones que chupan sin escrúpulo ni conciencia de la teta común, y a políticos incompetentes que no buscan más solución que su futuro.

Indigna que pase el tiempo sin desgranar el último pétalo de la margarita para evitar el tornado que zarandea el país amenazando con devastarlo todo, porque aquí nadie va a ganar como no ganemos todos.

75 AÑOS SIN LORCA

75 AÑOS SIN LORCA


Hace 75 años, la locura colectiva de un pueblo de cabreros impidió que fuera posible la esperanza en el paraje Fuente Grande, donde el encanto, la gracia, el donaire y el duende, rodaron por el suelo. En aquel lugar abandonado de temblores y sin límites esclarecidos en los desagües, fue horadada la sangre, tiñendo de amapolas el pecho y las sienes perforadas del irrepetible poeta de los gitanos.

No culpemos al viento del llanto, sino a los falangistas que abuchearon la homosexualidad del poeta en el estreno madrileño de Yerma, cuando hubiera bastado un golpe reiterado de la sed para salvar la pena de los negros que esparcieron su dolor en las calles abandonadas del Harlem neoyorquino.

El agua de los manantiales pudo disolver el plomo, pero no quiso. Pudo convencer a la tierra removida, y prefirió el sumidero. Pudo alentar la memoria y optó por la fosa común. Pudo salvar arpegios, máscaras y versos, pero consintió el fusilamiento.

Nada fue posible aquella madrugada ciega, porque el tiempo olvidó distraer las hojas del calendario y llevar, con puntos de ola,  su vida a los rascacielos en la ribera donde el Hudson sigue emborrachándose con aceite.

Nadie se esforzó por evitarlo, ni siquiera la sombra patrimonial de los gitanos fue capaz de contener la realidad desnuda en las sombras, cuando el  mundo ancestral del Sacromonte se adelantó unos pasos, en el espejo del agua, para no verse desvalido en la patena ondulante del aljibe.

Mirando ahora la Fuente, el agua moja sus manos en el polvo que perdura, sin ser el  mismo túmulo irisado de azabache suplicante que vio rodar en el barranco carcomido el arco iris, en dirección a las cloacas.

Al mismo tiempo, el roce del gatillo partió en dos la historia, entre una algarabía de grillos dispuestos a enfermar setenta y cinco años de insomnio trajeado de luto entumecido.

Ahora son los montes, el olivar y la Fuente, aquellos mismos, su territorio, pero están ciegos. Ya no hubo más luna que la inventada por el poeta, aunque él nunca supo nada del milagro, igual que un pétalo perfumado ignora quién lo huele.

El agua se hizo sangre y habitó entre nosotros, presagiando coplas en los corredores domésticos y pespunteando, con hilos de azufre, jazmines albaicineros en los orificios transeúntes por donde circulaba el plomo, antes de que todo, en el espacio, se hiciera silencio.

Porque, entre Alfácar y Víznar, no fue posible la esperanza.