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Etiqueta: André Rieu

AMÉN

AMÉN

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amen

En este Sábado Santo, preludio de resurrección, me acerco de puntillas a la semítica palabra “amén”, que cierra todas las oraciones, plegarias y devociones de los creyentes occidentales, para que las alabanzas, ruegos y peticiones de los cristianos se cumplan, rogando a Dios que “así sea”.

Pues eso, que así sea, ya que no puede ser de otra manera, por mucho que nos mordamos el alma pretendiendo que los hechos ocurran de manera diferente a como suceden, tratando de evitar la despedida final de la vida, sin que a la “enemiga fiel” le importe demasiado el eterno deseo humano de sobrevivencia, tan socorrido en las religiones.

Decir amén ratifica firmeza, confianza, creencia, lealtad y seguridad en la fe, aunque los rabinos llegaron en sus discusiones sobre leyes judías, costumbres y tradiciones, a concluir que la palabra “amén” es un acrónimo que significa “Dios es un Rey en el que se puede confiar”.

De los judíos tomaron prestada esa palabra los cristianos y musulmanes y “así fue” como se hizo cuerpo en la liturgia, las plegarias y el pentagrama, como sucede en esta versión que Andre Rieu nos ofrece para deleite de los lectores que quieran vibrar conmigo oyéndola, cantándola y bailándola con ellos ante la pantalla del ordenador:

http://www.youtube.com/watch?v=cNoKFcQZL5c&list=RDcNoKFcQZL5c

Para los más veteranos como yo, queda la versión de Gospel, con sabores juveniles, cuando la oración era costumbre, la creencia ritual, el asentimiento firme, la ingenuidad creciente y la fe ciega, antes de que la razón se abriera paso en las pilas bautismales, temblara la catequesis y fueran borradas las profecías de Balaam en los textos escolares de Doctrina Sagrada.

MAESTRO ANTHONY HOPKINS

MAESTRO ANTHONY HOPKINS

La realidad se hace más hermosa que la ficción en este joven anciano de setenta y cinco años, cuando se sienta frente al piano y deja volar su imaginación sobre las blanquinegras teclas de su caja de resonancia, componiendo melodías eternas, inimaginables en el ficticio doctor Lecter de los silenciosos corderos.

Pocos saben que Hannibal, el personaje frío y sanguinario que le llevó al óscar, nada tiene que ver con el compositor musical cálido y fraternal que es en realidad Hopkins, nombrado Sir en 1992 por gracia de su graciosa majestad la reina inglesa Isabel II.

Tuvo que aparecer en su vida la colombiana Stella para que don Antonio hiciera realidad el sueño de su madre que siempre quiso que el niño fuera concertista de piano, ocupándose el actor-compositor de tocar diariamente el piano, improvisando melodías y componiendo «And the waltz goes on», que nos ha emocionado a todos bajo la batuta de André Rieu.

Actor que escribe en el pentagrama hermosas composiciones. Loco de cordura que pinta sobre el lienzo con estilo singular y personalidad propia. Ciudadano que abandonó el alcohol para colaborar con proyectos solidarios. Ecologista que ha puesto su nombre en las listas de Greenpeace. Y soñador que vive emocionado sus últimos años de vida bajo el sombrero blanco que le ha dado fama universal