GALA DIXIT

GALA DIXIT

Desde muy joven he alimentado mi espíritu con palabras de intelectuales que viven la cuarta edad de su vida, convencido que puedo aprender magistrales lecciones de ellos por su larga y enriquecedora experiencia vital. Hombres  que tienen mucho que ofrecer, poco que temer y nada que ambicionar.

Son voces que apenas tienen voz para los sordos de espíritu. Voces sobradas de valor y sabiduría, que tienen el mérito de la verdad porque en la antesala del gran viaje nadie juega a las escaramuzas, ni aspira a beneficios sociales, ni tira de levitas, ni persigue honores, ni mercadea con platos de lentejas en la sala de espera de la estación término.

Atender esas palabras es la forma más certera de recorrer la vida por la senda escondida que han seguido los pocos sabios que en el mundo han sido. No conozco mejor camino para descubrir la verdad, ni hay sabiduría mayor a la expresada por los ciudadanos honrados que han abierto paso a la generación que tomará su relevo.

Por eso me deleita oír a José Luis Sampedro; disfruto con los pensamientos de Eduardo Galeano; atiendo las exhortaciones de Roncalli; comparto los sueños de Gandhi ; medito las propuestas de Hélder Cámara; reivindico el Consejo de Ancianos; y apoyo las palabras de Antonio Gala cuando afirmaba el domingo que “estamos siendo gobernados por una pandilla de tontos y gilipollas”.

Estoy de acuerdo con él, porque hay que ser muy tonto para no darse cuenta de la segunda burbuja que están hinchando los políticos de todos los colores con su falta de ejemplaridad; y muy gilipollas deben ser todos ellos para no percibir que cuando explote el globo de la indignación, la mierda va a llegar a Saturno y nadie va a librarse de saltar por los aires, ni siquiera los que se protegen en el bunker de la impunidad y el dinero.

NOVENARIO DE PETICIONES

NOVENARIO DE PETICIONES

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Hoy es un día grande en el calendario litúrgico católico, festejado en todos los pueblos de España para conmemorar el dogma de la Assumptio Beatæ Mariæ Virginis, o sea, la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, que fue llevada por los ángeles al cielo en cuerpo y alma al terminar sus días en la tierra. Verdad tan indiscutible como inverosimil, que los fieles católicos están obligados a creer, junto al resto de los dogmas que conforman su doctrina, desde que Pío XII dijo que así fuera, el 1 de noviembre de 1950.

Aprovechando la muerte de la Señora, nos unimos a la ministra Báñez en su confianza a la Virgen del Rocío y hacemos extensivas nuestras peticiones a las otras cien vírgenes del calendario, elevando plegarias en el espacio de nueve días que se emplea en pésames y lutos, con intención de prolongarlo indefinidamente, hasta que las oraciones por el difunto Estado del Bienestar sean escuchadas por los todopoderosos que rigen nuestra desgracia, y alguna de las Vírgenes haga posible el milagro de la resurrección a vida que merecemos, alejándonos de las exequias y sufragios que llevamos celebrando hace tantos meses para redimir nuestra propia defunción.

Pero si falla la intercesión virginal, debe saber el Gobierno, el Parlamento, la oposición, los sindicatos, la patronal, los consejeros bancarios y los leones del Congreso, que no estamos dispuestos a realizar más esfuerzos para salir a flote de la crisis,  mientras:

1 – Los políticos mantengan sus sueldos, complementos y privilegios

2 – Haya tan desmedido exceso de cargos públicos y asesores de la nada.

3 – El despilfarro institucional de los megalómanos incida sobre el déficit.

4 – Se mantengan indemnizaciones y pensiones millonarias a políticos y «cajeros»

5 – Sigan recibiendo subvenciones los partidos, la patronal, los sindicatos y la iglesia.

6 – Los corruptos no ingresen en las cárceles y devuelvan lo robado.

7 – Haya montañas de dinero en paraísos fiscales y no se evite el fraude fiscal.

8 – El amiguismo y el nepotismo sean las credenciales para el cargo institucional.

9 – Los depredadores sigan sobrevolando sobre nosotros, en busca de la pieza.

Es decir, que mientras el humo que sale de la pira expiatoria proceda de la incineración social de cuerpos inocentes, nos mantendremos en la insumisión perpetua.

CAÑETE, EL INCOMPRENDIDO

CAÑETE, EL INCOMPRENDIDO

El ministro Cañete  no merece la extrema dureza con que algunos medios de comunicación le han criticado por estar aplaudiendo verónicas gaditanas y estoconazos  en el hoyo de las agujas a morlacos,  junto al jefe del Estado, mientras las llamas flambeaban la piel de toro llevándose por delante vidas humanas y parque nacionales.

Los censores ignoran que el pobre ministro Cañete no ha tenido más opción que obedecer a pies juntos y en primera posición del saludo, las instrucciones llegadas de la Presidencia del Gobierno ordenándole que se dejara en paz de tonterías y acudiera a la corrida de toros del sábado en Cádiz.

A él, – al ministro me refiero -, le hubiera gustado cumplir con sus obligaciones y mostrar solidario espíritu, – del que va sobrado -, a las familias de los dos brigadistas muertos en el incendio, pero el que manda, manda, y no tuvo otra opción que sacrificarse viendo como los muñecos trágicos de la tauromaquia lucías sus trajes ante las reses bravas.

El ministro de Agricultura hubiera preferido controlar personalmente la evacuación de 5.000 personas en La Gomera, pero los toros, son los toros; la diversión, es la diversión; y las órdenes, son órdenes; que la obediencia y el festejo también forman parte del poco sueldo que recibe el inocente Cañete.

Sabemos que el responsable de Medio Ambiente presentó la dimisión a Rajoy por obligarle a ir a los toros, en vez de estar presente en la extinción de incendios en los parques nacionales de Garajonay, Doñana y Cabañeros, pero se olvidó enviar la carta de dimisión por tener que acompañar al rey de España en el festejo.

Eso sí, al rey nadie le obligó a ir a los toros, faltaría más. Pero acudió a la corrida porque lleva los cuernos en la sangre, para demostrarnos que esos borbónicos genes son la causa del aborrecimiento que Sofía siente por la fiesta nacional, pues bastante tiene ya con las lidias domésticas que ha sufrido en palacio.

SUBID AL ASCENSOR

SUBID AL ASCENSOR

Ayer tuve ocasión de cumplir un deseo, alentado desde hacía semanas por quienes me precedieron en la visita, y me “subí a la fachada” de la Universidad salmantina para vivir una experiencia única a la que todos estáis invitados, porque el ascenso a esa joya del plateresco es un deleite del que los lectores de esta bitácora no deben privarse.

El viento, la lluvia y, sobre todo, los ácidos excrementos de palomas y estorninos han pretendido llevarse por delante el excepcional tapiz pétreo del Estudio, inoculando en la piedra arenisca gérmenes contaminantes que han herido gravemente una belleza con 500 años de historia, obra cumbre del Renacimiento español.

La restauración de esta inigualable obra de arte se ha librado de los recortes económicos, siendo promovida su intervención por la Universidad de Salamanca con el patrocinio de la empresa Enusa y el apoyo de la Fundación del Patrimonio Artístico, para ser llevada a efecto a partir de octubre.

Con ese motivo se ha instalado en la fachada una plataforma de ascenso a la misma para que los técnicos de diferentes especialidades estudien las filigranas de la piedra y recompongan los daños causados, dando oportunidad a los ciudadanos a subir al ascensor estos dos meses, cuando los investigadores descansan de su tarea.

Os invito a todos, estéis donde estéis, a que no perdáis esta oportunidad única para descubrir y acariciar secretos históricos de la fachada que van más allá del dichoso batracio académico, porque la oportunidad de hacerlo es única e irrepetible, como la vida.

SECUELAS DE UN ASALTO

SECUELAS DE UN ASALTO

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La libertad con cargos que el juez ha decretado para los atracadores de los supermercados pone en evidencia la gravedad del comportamiento que tuvieron tales delincuentes, aunque la acusación judicial de “robo con violencia” sea redundante en sus términos y no acabemos de entenderla, pues en la propia definición de robo se incluye la violencia para que sea tal robo, junto a la segunda cualidad que lo define: la toma para sí de lo ajeno. Vamos que los atracadores han sido los beneficiarios del robo perpetrado y merecen el castigo correspondiente.

Igualmente, no cabe duda que se trata de un asalto porque los maleantes acometieron impetuosamente la fortaleza entrando en ella escalando las defensas, según definición del diccionario. Pues que paguen también por ello.

Esto explica el acuerdo de todas las encuestas en recoger idénticas opiniones de los españoles, con resultados que van desde la mayoría absoluta que está de acuerdo con los despreciables “sateros”, hasta quienes opinan lo contrario. ¿Casualidad? ¿Manipulación? ¿Trampas? No. Realidad de un país que tiene el privilegio de estar entre los diez más pobres de Europa.

Lo tranquilizador de los hechos, lo verdaderamente importante que a todos debe consolarnos es que los ciudadanos heridos en el asalto ya han sido dados de alta y se encuentran convaleciendo en sus casas.

Lo que debe estimularnos es que los policías consiguieron desarmar a los delincuentes arriesgando sus vidas, y ya les han requisado las armas blancas, negras y amarillas, empleadas en el asalto.

Lo que debe tranquilizarnos es que se hayan concedido 50 millones de euros a cada uno de los propietarios de los supermercados para que levanten un nuevo comercio en el lugar donde estaba el que fue destrozado y demolido por los asaltantes.

Lo que debe animarnos es la respuesta contundente que ha dado la Iglesia católica condenando a los forajidos por dar de comer a los que pasan hambre.

¡Ah! Y lo que no debe avergonzarnos es vivir en un reino donde los grandes estafadores, defraudadores y delincuentes de guante blanco, campan impunemente por sus respetos, mientras los siervos se hacinan en las cárceles por llevarse un mendrugo de pan para salir de la hambruna.

NOSTALGIA REDENTORA

NOSTALGIA REDENTORA

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A veces nos encontramos con sonrisas de la vida cuando doblamos alguna esquina del tiempo, como me está sucediendo estos días en los que una charla al aire libre y la visita de unos amigos abren paréntesis en las preocupaciones diarias.

Primero fue el pueblo de Candelario, donde pasé la tarde hablando a los vecinos en la corrala municipal sobre la vida familiar de Unamuno, al atardecer de una calurosa tarde estival, antes de visitar la hipotética casa donde el rector pasó los últimos veranos de su vida.

Luego han venido amigos a redimir inquietudes cotidianas, con bonachonas sonrisas para amortiguar la calima que se ha echado sobre nosotros estos días, devolviéndome la hermandad compartida en tierras alpinas, porque la relación que mantuvimos y mantenemos va más allá de la amistad.

Nos encontramos en Zürich hace casi treinta años dando clase a jóvenes que hoy nos dirigen, y ni el tiempo ni la distancia ha podido deshacer nuestro hermanamiento, porque cuando la relación es sincera el espacio y los años se condensan eternamente en la historia compartida.

Nostalgia de noches interminables de vino y canciones en el lago Constanza, St. Moritz, Chatel, Friburgo,… Peregrinaciones continuas por ciudades europeas, entrañables paellas, inolvidables jornadas de esquí en paisajes de encanto, squash preludio de sauna y “pilonazo”, fiestas de vendimia y cerveza en Neuchatel y München, bromas en los tranvías, noches de Ateneo con el grupo de teatro MAMFAS que formamos y aventuras inconfesables que han venido a redimir la agitación del espíritu.

ESTOY AVERGONZADO

ESTOY AVERGONZADO

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Mi estado de ánimo ha pasado por distintas fases agudas de intensidad variable, evolucionando desde la discrepancia a la indignación, pasando por la queja, el vituperio y la incitación a la rebeldía. Ahora me encuentro en un estado nunca imaginado y desconocido en sesenta y cinco años, debido a las despreciable imágenes que impresionan mi retina.

Pasar la tijera por donde no hay nada que cortar, mientras que políticos y banqueros se parapetan bajo el paraguas de salarios desmedidos, indemnizaciones escandalosas, pensiones vitalicias y privilegios inmerecidos, hiere el espíritu más insensible, porque al mismo tiempo que masacran derechos intocables de los vecinos condenan al pueblo a remar en galeras, descalifican a los funcionarios, humillan a los médicos, desprestigian a los profesores, irritan a los militares, ofenden a jueces y fiscales, desprecian a los parados y obligan a los cuerpos de seguridad a reprimir violentamente al pueblo que defiende sus intereses.

Estoy avergonzado de ver trabajadores en la morgue del suicidio, por carecer de lo más elemental para la supervivencia.

Estoy avergonzado de ver a titulados universitarios buscando restos de alimentos en los contenedores de basura de los supermercados.

Estoy avergonzado de ver a jóvenes adultos deprimidos y condenados a la humillante dependencia familiar por falta de trabajo.

Estoy avergonzado de ver el ensañamiento que emplean algunos policías en reprimir a los vecinos que piden trabajo, pan y justicia.

Estoy avergonzado de ver a los médicos entrar en los hospitales con la fiambrera bajo el brazo, dispuestos a trabajar durante veinticuatro horas seguidas por nuestra salud.

Estoy, en fin, avergonzado de vivir en un país gobernado desde hace muchos años por politiqueros de tres al cuarto cuyo mérito no pasa de lucir gaviotas o rosas en la solapa.