ENCUENTRO TARDÍO DE AMIGOS JUVENILES
– Pero Guti, qué alegría verte. ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo te va la vida?
– ¡Psch! Pasable. O sea, mal. Bueno, bien. No lo sé. ¿Y a ti?
– Pues eso. Como a ti. Ni mal ni bien, sino todo lo contrario.
– Estás igual, no has cambiado nada. Más viejo como yo, pero bueno.
– Sí, los dos estamos bien de carrocería pero la procesión va por dentro.
– A todos nos pasa igual. El otro día estuve con Núñez y andaba jodido.
– ¿Y Crespo? ¿Sabes algo de él? No lo he vuelto a ver desde el colegio.
– Pues anda así el hombre, ya sabes, mal y con ganas de jubilarse ya.
– Tampoco le va bien al «Rosca», aquel que se pasaba el día cantando.
– ¡Ah! Sí, ya lo recuerdo, y Collado que se ha quedado viudo.
– ¿Qué habrá sido del rubio y alto, que era el empollón de la clase?
– Creo que falleció después de pasarlo mal con la enfermedad.
– ¿Y Rodri? ¿Te acuerdas de Rodri, el del chicle bazoka y el regaliz?
– Sí, claro. Y también de Ruiz, que era hermano del «Porrión».
– ¿Se casó Jiménez con aquella chavala tan guapa del barrio?
– Sí, y Marín con su hermana, pero acabaron separándose.
– Bueno, siento dejarte pero tengo una cita con el médico.
– Yo debo recoger a los nietos que salen de la escuela.
– Dame tu número de teléfono que te llamaré algún día para vernos.
– Vale, de acuerdo, hasta la próxima y que sea pronto.