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Autor: Francisco Blanco Prieto

CAMINO DE LA FELICIDAD

CAMINO DE LA FELICIDAD

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La felicidad es quimera inalcanzable para las almas dormidas, empeño inútil de añejos espíritus, aspiración frustrante de los desesperanzados, presea infecunda de los farsantes, ambición estéril de maliciosos y desengaño para codiciosos que pretenden comprarla en una taquilla, ignorando que la insolidaridad, el orgullo, la ambición y el desamor condenan a la infelicidad.

Tampoco basta el deseo de ser feliz para conseguir serlo, pues hay que remangarse y tirar de la felicidad hacia sí con fuerza de portor amarrado a maroma, porque no es dócil a mandatos ni supersticiones, por mucho que la presenten sonriente junto a deidades de diferente naturaleza y procedencia.

La felicidad no llega siempre vestida de novia, ni con un título académico en el bolsillo, ni con el certificado de nacimiento de la mano, ni con el primer beso enamorado, porque a veces se presenta inesperadamente tras un fracaso, un golpe de muerte, un abandono o entre lágrimas reconfortantes por el desgarro amoroso.

Pero es más fácil encontrar la felicidad en la indulgencia del perdón; en la renuncia a beneficio propio por el bienestar ajeno; en la lealtad a ideas y personas; en el encuentro enamorado; en el pan compartido; en la esperanzada entrega; en el viaje interior; y en el amor a la vida, que el más grande enamoramiento que tenemos, porque la muerte posterga todos los amores.

HIJOS ASILVESTRADOS DE PADRES DESPREOCUPADOS

HIJOS ASILVESTRADOS DE PADRES DESPREOCUPADOS

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Con respeto y delicadeza, invitó el propietario de un bar a un grupo despreocupado de padres a que abandonaran el recinto donde cerveceaban, porque sus asilvestrados hijos molestaban al resto de clientes con sus gritos, disputas, galopadas, llantos y alborotos,

La expulsión del local, provocó el enfado de los papás que se fueron airados y con cajas destempladas, sin comprender lo que entendería cualquier bípedo racional con el mínimo sentido para darse cuenta que la libertad de cada cual no puede sobrepasar la linde del vecino.

Como sufridor de tal circunstancia y testigo de otras parecidas, entre las que se cuentan el atropello con un carro guiado por un niño en el supermercado que casi deja sin tobillo a una señora, o el balonazo que recibió un caballero que estaba sentado en una terraza de verano, propinado por un niño que jugaba al fútbol entre las mesas, me autorizan a dejar en esta página dos reflexiones:

Las normas son expresiones coactivas justificadas por el valor que las sustenta, siendo en este caso la convivencia social el soporte de la norma, primando el cumplimiento de la misma con el razonamiento y la persuasión hasta donde sea posible, tratando de evitar el conductismo para evitar comportamientos socialmente indeseables.

Por otro lado, los irresponsables pequeños vándalos que van atropellando derechos ajenos en lugares públicos no tienen otra culpa que la de ser hijos de sus padres, máximos responsables de la educación moral, cívica, intelectual y social de los hijos, a quienes la ley nada les exige al respecto.

SOLEDAD DE LOS EXPOLÍTICOS

SOLEDAD DE LOS EXPOLÍTICOS

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Los políticos desdiputados por las urnas son frustrados personajes que caminan por la ciudad de un lado para otro, sin rumbo fijo y perdidos. Cruzan la calle una y otra vez, como zombis perdidos en Saturno. Retroceden, dudan y avanzan. Simulan mirar un escaparate hablando con ellos mismos, porque son los únicos que les escuchan. Tropiezan con todo lo que encuentran a su paso, como si estuvieran ciegos, ensimismados y ausentes. Finalmente, se detienen fingiendo haber perdido algo muy apreciado y se ponen a buscarlo por el suelo, sin que los transeúntes les presten mínima atención.

Hartos de buscar el objeto perdido, se incorporan, alzan la cabeza y continúan su marcha como sonámbulos, con la vista perdida en un túnel interminable percibido sólo por ellos, mientras los viandantes pisan las sombras alargadas que dibujan sus cuerpos en la acera.

Viendo así a los políticos ausentes por imperativo democrático, no queda otra cosa que parafrasear al poeta romántico lamentando: ¡Dios mío, qué solos se quedan los expolíticos! ¡Qué solos, qué apartados y qué ignorados! Los mismos ciudadanos que antes les hacían pasillo, ahora caminan indiferentes a su lado sin volver la cabeza, salvo para recordarles con la mirada lo que ahora son. Acostumbrados a recibir cabezadas, son ellos quienes inclinan ahora la testuz buscando por el suelo los privilegios perdidos. Las palmadas en la espada se han tornado palmetazos; y los aplausos, palmas de tango festejando la devolución del toro a los corrales.

Tales expolíticos son apéndices que pasan ya desapercibidos en saraos, festejos, inauguraciones, ceremonias y procesiones. Han sido eliminados de cenas, cócteles, palcos, contrabarreras y balcones, y apenas recordados por los chóferes que les llevaban en coches oficiales de un sitio para otro. Ausentes de la vida, no disfrutan el merecido descanso del guerrero, ni el reconocimiento del sabio, porque su vida pública no merece otra cosa que el mismo olvido de los objetos inservibles que se amontonan en la penumbra de los desvanes, entre polvo, telarañas y roedores.

EL VIENTO Y LA LUZ

EL VIENTO Y LA LUZ

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Los depredadores sociales han de tener cuidado porque el Viento y la Luz están de nuestra parte, al acecho y dispuestos a utilizar su infinito poder para acabar con ellos, haciéndolo con la precisión del cirujano que extirpa el tumor canceroso de un cuerpo condenado a muerte por enloquecimiento celular, similar a la codicia que perturba la mente de los carroñeros humanos.

Dice el poeta de Tábara que el Viento y la Luz tienen ciertos planes para acabar de una vez con los buitres de la miseria, mientras estos sonríen escépticos ignorando la que se les puede venir encima el día que el Viento y la Luz unan sus fuerzas con la misma convicción que emplean para convertir un gusano en mariposa.

Corresponde a la Luz iluminar la mente de los ingenuos ciudadanos que se dejan embaucar por charlatanes de tribuna y comerciantes de la nada, haciendo ver a los espectadores el conejo que guardan en su chistera y la realidad que se oculta tras las mentiras oficiales del Pinocho de turno que a ellos se dirige.

El Viento se encargará de soplar las páginas del Boletín Oficial para hacer volar al destierro los decretos exterminadores impuestos por «hunos», «hotros» y «haquellos», que van falsificando la vida con verborreas alejadas de la realidad, diciendo sin hacer, prometiendo sin cumplir, jurando con perjurio y convirtiendo las órdenes en frustración.

Tened cuidado, pues, vampiros de la pobreza, porque El Viento y la Luz no se equivocan ni les falta decisión para iluminar y soplar con fuerza sobre vosotros.

PUBLICIDAD EMBAUCADORA

PUBLICIDAD EMBAUCADORA

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“Agítese bien antes de usar”, dicen las instrucciones como paso previo al empleo de un producto que está decantado en el recipiente que lo contiene, para que la mezcla de sustancias se homogeneice y reparta por todo el espacio, mezclándose bien los componentes incluidos en el recipiente donde se alojan.

De igual forma, los publicistas embaucadores agitan las mentes de los posibles compradores antes de seducirlos en su propio beneficio como si fueran componentes de la mezcla humana que se pretende homogeneizar para que irremediablemente adquieran todas el producto comercial que se les quiere vender.

La publicidad comercial consiste en divulgar anuncios a través de los medios de comunicación social para atraer posibles compradores del objeto anunciado, presentando el producto de forma que estimule el ánimo de los ciudadanos para que echen mano al bolsillo y se lo lleven a su casa.

En toda publicidad hay una intención embaucadora por parte del anunciante para seducir a potenciales clientes, aunque el propósito no siempre sea honesto y sincero, porque en ciertas ocasiones los publicistas tratan de engañar con imágenes y palabras alejadas de la realidad que subyace en el mensaje enviado a través de la pantalla.

Otras veces tratan de crear la necesidad de comprar lo innecesario, movilizando la voluntad de las personas ávidas de consumo y dispuestas a comprar lo que le ofrezca el anunciante, aunque el objeto adquirido acabe rodando por la casa hasta terminar en la basura o transferido como regalo a otros propietarios, porque el poder de penetración social que tienen los embaucadores comerciales es muy grande y su capacidad seductora casi ilimitada, consiguiendo vender helados en el Polo Norte, protectores solares para espectáculos nocturnos, agua junto a los manantiales y estufas en el desierto.

SUELDOS, DIETAS Y PRIVILEGIOS

SUELDOS, DIETAS Y PRIVILEGIOS

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Las noticias que provocan irritación ciudadana sin que los contribuyentes puedan hacer nada para evitarlas, deberían estar prohibidas por el ministerio de salud mental, denunciadas en los periódicos y condenadas por los juzgados. Así, como suena, aunque la tijera no sea el mejor camino para cortar de cuajo el descaro de quienes pervierten el mandato bíblico, ganándose el pan con el sudor del de enfrente.

Tales noticias desconsuelan más que reconfortan, porque la impotencia que sufre el paganini, causa graves alteraciones en su espíritu sosegado, es origen de extrasístoles anímicas y provoca erupciones cutáneas en el alma que terminan en calenturas de ánimo, nada buenas para la salud de los sufrientes vecinos.

Semejantes “tiradas de manta” en las portadas de periódicos, ponen al descubierto secretas prebendas que indignan a los contribuyentes y explican enfermedades no descritas en manuales de patología social, al ver cómo alimentan algunos su incompetencia y gandulería mamando de las nutritivas ubres públicas, que alimentan sus patrimonios personales.

Señores directores de periódicos: no publiquen más veces los sueldos de nuestros políticos y escondan a los eurodiputados en un iglú del Polo Norte para que no sepamos nada de ellos, por favor. Velen por nuestra salud.

¿Cómo evitar el enojo de ver a un sociólogo en paro multiplicar el estipendio de un catedrático, cirujano o ingeniero, aportando como mérito para semejante dislate el carné del partido que lleva entre los dientes? ¿Cómo no rebelarnos ante un pasante de despacho, sin oficio ni beneficio, encumbrado gratuitamente y sin esfuerzo a la cima del poder y del ranking salarial exhibiendo como mérito la militancia en un partido? ¿Cómo no indignarnos ante un abogado en paro que lleva años forrándose de dinero, argumentando incondicional militancia? ¿Cómo no sublevarnos viendo pegado a un sillón institucional a quien no tuvo provecho para nada en la sociedad, ni carrera profesional alguna, viviendo como sultán con el dinero de todos? ¿Dónde poner el cartel de salida urgente a quienes han hecho de la política oficio porque no tienen oficio fuera de la política?

Ver en la prensa los sueldos, privilegios, pensiones, dietas y jubilaciones, que reciben los polítiqueros – no políticos – es una invitación a las barricadas. Algo que provoca escalofríos en la médula espiritual y sarpullidos en el pericardio, lo mismo que contemplar a los históricos “mudos” de izquierda y derecha encarnados al sillón para aumentar sus cuentas corrientes y poder, a pesar de las graves depresiones colectivas que esto ocasiona, no existiendo Prozac que alivie la impotencia ciudadana.

POLÍTICOS DESMEMORIADOS

POLÍTICOS DESMEMORIADOS

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En plena resaca electoral multicolor y oyendo hablar a ciertos políticos, se confirma la desmemoria de quienes se olvidan sus actuaciones y palabras, lo cual hace pensar en una posible enfermedad mental cuya evolución es imprevisible por impedimento de la metamorfosis lingüística invalidante y descreditadora de su memorias, formando el grupo de los desmemoriados hijos de Pérez Galdós.

Dolencia que afecta al grupo de políticos ocupados en mamar directamente de la ubre pública sin descanso, estando esta patología relacionada con la molieriana enfermedad imaginaria descrita por el escritor francés, ante la preocupación de psiquiatras incapaces de encontrar un fármaco que permita recuperar la memoria a quienes la han perdido intencionadamente, en beneficio suyo y para siempre.

Se trata de una enfermedad simulada por quienes aparentan olvidar promesas y actuaciones hechas en un pasado inmediato con intención de confundir a los ingenuos, pero muy alejadas de sus verdaderas intenciones, lo cual da un tinte de cinismo nada deseable en un hipotético representante ciudadano que realmente solo se representa a sí mismo. Dolencia sin tratamiento curativo cuyos síntomas externos en la mentira, acompañada de gestos teatrales que desprestigian a los cómicos verdaderos.

No hay remedio para la desvergüenza, ni fármaco específico para la desfachatez de tales politiqueros, autoconvencidos de su impunidad por los digodiegos, ignorando que el cinismo no inmuniza a los farsantes aunque se inoculen cada mañana el germen de la manipulación y el engaño, como si se tratara de la famosa bebida chocolateada que toman para golpear con trampas a los ignorantes.

Ojo con estos pacientes, por las dos variantes que tiene la enfermedad: unos se desmemorian con el fin de recuperar lo codiciado al precio que sea, y otros para conseguir lo que nunca tuvieron, como sea. Pero su actitud es la misma: negar compulsivamente que dijo lo que dijo, afirmando que jamás dijo lo que verdaderamente dijo, sabiendo que, efectivamente, dijo lo que niega que dijo.

Tened en cuenta que no existen pastillas milagrosas para obligar a los afectados a desvelar la verdad de toda su mentira, pero podéis desintoxicaros con los pequeños recortes que se expanden por las hemerotecas de forma gratuita, para que cualquier ciudadano pueda ver la trampa que quieren tenderle los tahures de guante blanco, cuando se les da un micrófono o se les ofrece la página de un periódico.